Capítulo 33

7.8K 267 8
                                    

NARRA JARED

Entré en la habitación donde se encontraba Lya y la vi.

Llena de golpes, vendas, tubos, cables y una máscara de oxígeno.

—Dios —susurré y Lya volteó a mi dirección, me sonrió aún con la máscara y me acerqué mientras lágrimas caían de mis ojos.

—Lya, lo siento, esto es mi culpa, nena. Joder, te quiero, no me dejes por esto, soy un imbécil —dije cogiendo su mano. Ella negó con la cabeza y se quitó la máscara torpemente.

—No es tu culpa, Jar... —pausó para coger aire, — Te quiero —dijo susurrando. Sonreí y le di un pequeño beso en sus secos labios.

—Te quiero —dije. Ella sonrió y me hizo saber que ella también. De pronto borró su sonrisa y me inspeccionó. Se quitó su máscara y habló.

— ¿Cómo e-estás tú?

—Bien, nena —respondí besándola, ella tosió y me separé, — ¿Te he hecho daño?

—No, tranquilo, sólo... me cuesta respirar —dijo y me sentí culpable.

—Fue mi culpa.

—No f-fue tu culpa, cariño. Te quiero y Molly t-también lo hace —pausó.

—Me dolió saber que perdí un bebé nuestro pero con la pequeña posibilidad que tienes de ser mamá lo intentaremos, y si no Molly siempre será mi hija —dije acariciando su vientre. Posó su mano, con la vía puesta, encima de la mía.

—Gracias —susurró, sonreí y besé su frente. Le puse de nuevo la máscara y me quedé con ella el resto del día.

(...)

Habían pasado tres días y Lya estaba mejor, hablábamos más y Molly estaba casi todo el día con nosotros. Lya no necesitaba la máscara y hoy mismo le harían unas pruebas para comprobar si puede irse a casa.

—Papi —dijo Molly señalando al doctor William viniendo.

—Es William, el doctor de mamá —dije sonriéndole a Lya que me miraba nerviosa.

—Hola chicos —saludó William en general.

—Hola —Lya y yo hablamos al unísono.

— ¿Cómo te encuentras? —le preguntó William a Lya.

—Muy bien, con ganas de volver a casa.

—Jared —me llamó, —Tenéis que iros, tengo que hacerle las pruebas. Tardaremos diez minutos más o menos —dijo William mirando a Molly.

— ¿Cómo vas con Elena? —preguntó Lya.

¿Elena?

—Bien, le cae muy bien a Nathalie. Por cierto, encantado, cuñado —dijo William estrechándome la mano. Me quedé impactado y le sonreí encantado.

— ¿Quién es Nathalie? —pregunté.

—Mi hija de seis años —dijo empezando a enchufar unos cables a unas máquinas. Eso era la señal de que debíamos irnos.

(...)

Después de 25 minutos, salió William con una sonrisa en la boca.

—Jared —me llamó, —Está perfecta —lo miré mal bromeando, — ¡No! Digo que... Agh, tu sabes de qué hablo —reí, —Joder, está perfecta para irse a casa, sólo tienes que ayudarla porque su cuerpo está débil —dijo asentí y dejé a Molly en el suelo. Ella anduvo hasta la habitación y la abrió.

Ya sabía andar perfectamente.

—Mami, lista —gritó Molly, Lya se terminó de poner la camiseta y sonrió.

—Jared, ¿me...

—Voy, nena —la cogí en brazos y se sonrojó. La dejé con cuidado en el suelo y al soltarla casi se cae.

—Ni hablar, aúpa —le dije cogiéndola en brazos. La cogí en brazos en forma de recién casados, y ella se sonrojó visiblemente.

—Jared bájame, por favor —dijo riendo. La bajé y le puse un brazo alrededor de su pequeña cintura, —Vamos, Molly dame la manito —le dijo a Molly.

Esta obedeció y cogí su pequeño bolso rosa. Salimos del hospital y las monté en mi auto.

—Iré despacio —dije, encendí el auto y Lya puso una mano en mi pierna mientras sonreía nerviosa. Empecé a conducir y suspiró aliviada.

Llegamos a nuestra casa, sanos y salvos, justo a la sorpresa. Estacioné y nos bajamos del auto. Molly corrió, literalmente, hasta la puerta y ayudé a Lya bajar, cerré la puerta y anduve con Lya hasta la puerta.

La abrí con la llave y todo estaba apagado, vamos chicos...

— ¡SORPRESA! —gritaron todos a la vez, sonreí y Lya sonrió de sorpresa. Molly reía y saltaba.

—Bienvenida, cariño —dijo mi madre abrazándola con cuidado.

—Bienvenida, nena —saludó Rachel.

—Cuanto tiempo, Rachel, y... ¿cómo sabíais? —dijo Lya, me miró y le sonreí inocente, —Ah ya, te voy a matar.

—Me amas —sonreí besándola cortamente.

—Pues si —dijo sonriendo feliz.

—Chicas, vayan a hablar al salón. Rachel, cuida de mi chica.

— Jared —me llamó Lya, la miré, —Gracias por todo.

—De nada —dije sonriéndole.

—Habla con Allen —me tensé y ella lo notó, Pasó su mano por mi bíceps musculoso y la miré serio, —Por favor, cariño, perdonaos. Hazlo por mí, por Molly.

—Lo haré, por ti y por nuestra hija —dije seguro. La besé y busqué a Allen con la mirada, estaba mirando a Nicole, su novia. Fui hacia el tranquilo y me miró.

—Allen —lo llamé.

—Dime —dijo serio.

— ¿Podemos hablar? —pregunté calmado, quería arreglar todo. Al fin y al cabo, éramos familia.

—Claro — dijo.

—Yo también quiero hablar contigo —dijo, cogí dos copas y le di una.

—Quería zanjar todo el tema de Lucía. Sé que te dolió lo que hice y fui un imbécil, yo me arrepentí de ello, no sabes cómo. Quería pedirte perdón por todo, y si ella estuviera aquí también lo haría —le dije mirándolo con arrepentimiento, —Hermano, no sabes lo que me has hecho falta. Me refugié en el alcohol y el trabajo hasta que llegó Lya y me salvó. Olvidé todo y, me enamoré de Lya. Así me sentí cuando te vi llorar por Lucía, no sabía que estabas enamorado hasta que lo probé.

—Yo también quería decirte eso, me dolió mucho en su momento, y bueno, Lucía era mi vida pero... tengo que seguir con mi vida, y mi vida ahora es Nicole.

— ¿Hermanos? —no biológicamente. Le extendí mi mano y él la aceptó. Nos separamos y divisé a Lya hablar con Nicole.

—Iré con Lya —dije, el asintió y fue a hablar con Rachel. Me acerqué a Lya y besé su cabello.

—Lya, éste es mi regalo de bienvenida —dijo Nicole entregándole una cajita, la abrió y vi una pulsera plateada y grabado N&L.

—Gracias Nicole, es preciosa —dijo Lya abrazándola, sonreí.

—No es nada, iré con Allen, lo noté muy solo —dijo yéndose con Allen. Lya se volteó y pasó sus brazos por mi cuello y yo la cogí por la cintura.

—Te quiero —susurré besándola suavemente, ella sonrió y me devolvió el beso.

—Te quiero, cariño —susurró separándose. Oímos el timbre y fuimos a abrir.

— ¡Lya, cuánto tiempo! —gritó un chico delgado, castaño, ojos azules y complexión floja.

— ¿Brandon? —susurró.

Lya Thompson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora