Capítulo 19

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NARRA JARED

Había pasado un día del beso.

Me levanté con cuidado de despertar a Lya y miré el reloj: 09:27 AM. Fui al armario y cogí unos pantalones de chándal y una playera ajustada vieja. Me puse unos calcetines gordos y encendí la calefacción un poco.

Cerré la puerta del cuarto y fui a la cuna de Molly, ella se encontraba despierta.

—Jaled —dijo alzando sus bracitos, la cogí y la llevé a la cocina.

—Hola, pequeña —le dije besando su mejilla, había extrañado su suave tacto. La senté en el pequeño taburete de bebés y preparé un puré de manzana que le encantaba.

—A desayunar, sin travesuras —le dije sentándome a su lado. Ella sonrió y le di una cucharada que aceptó encantada. La imagen de Lya sangrando y semi-desnuda no se iba de mi cabeza.

Megara la provocó y yo era un completo gilipollas por hacerle esto, todo era mi culpa.

—Jaled más —me dijo Molly cogiendo ella la cuchara, pero se le cayó. La cogí y se la puse en la manito, la llevé a su boquita y comió, —Mami —murmuró la pequeña.

—Mamá está durmiendo —le dije besando su frente, oí mi móvil sonar un mensaje.

"Hola guapo, estoy aburrida, ¿vienes a mi casa?- Megara"

"No, es más no repito con putas."

Borré su número y bloqueé a todas las chicas con las que me había acostado. Le pediría perdón por todo.

Oía todas las noches el llanto de Molly y ella tratando de calmarla. Después de que Molly durmiera yo echaba a la tipa y solo se escuchaban los sollozos de Lya que me partían el alma.

— ¡Mami! —gritó Molly volteando. Miré a la puerta y allí estaba Lya con una camiseta mía solo y su pelo enmarañado. Me acerqué y le di un besó en los labios.

—Buenos días, nena —le saludé tocando su cintura por debajo de la camiseta. Ella se sonrojó.

—Buenos días —me saludó melosa, sonreí y me senté. Preparé después de darle el desayuno a Molly, un zumo grande y muffings de chocolate.

—Están ricos —sonrió Lya saboreando el muffing.

—Lo sé —dije con mi tono más egocéntrico y arrogante.

—Egocéntrico —murmuró Lya.

—Me amas —le dije riendo.

—Papi —oímos decir a Molly, nos volteamos y fijó su mirada en mí. Me señaló y sonrió, —Papi tu —me señaló sonriendo, mi pecho se infló de alegría, me había llamado papi.

—Mi amor, él no es tu papi —dijo Lya, bajé la cabeza tratando de que doliera menos y oí el sollozo de Molly.

—Molly, no llores pequeña. No soy tu... papá —dije casi susurrando la última palabra, ella soltó lágrimas y Lya la abrazó. Salí de la cocina y fui al balcón, saqué un cigarro y empecé a fumarlo.

(....)

Estaba sentado en el balcón admirando la vista, llevaba aquí cinco horas, me había fumado dos cigarros. Mis ojos estaban rojos y lágrimas descendían de mis mejillas, rabia, dolor, tristeza... rodeaban mis ojos.

— ¿Jared, estás aquí? —Oí la voz de Lya, ella entró y limpié las lágrimas rápidamente, — ¿Estás bien? —preguntó, asentí sin mirarla y ella suspiro.

—Molly está sola —avisé.

—Se la llevó tu madre —asentí, —Ven aquí, cariño —me dijo atrayéndome a ella, puse mi cabeza en sus pechos y la abracé por la cintura.

— ¿Que pasó cuando Molly dijo papi? —preguntó confundida.

—Nada —respondí.

—Si pasó algo —me dijo, —Molly ya te considera su padre y te adora —me dijo besando mi cabello, me enderecé y la besé dulcemente. La cogí de su cintura y ella puso las manos en mi cuello. Poco a poco acabamos tumbados en el suelo del balcón, yo acariciaba cada rincón de su pequeño y sexy cuerpo. Y ella tocaba mis abdominales, bíceps, pecho, etc.

—Deberíamos parar, nena —murmuré con la respiración irregular.

—Sí, deberíamos —rió ella levantándose, reí e imité su gesto.

La cogí en brazos cuando estaba desprevenida y la llevé hasta nuestra cama. La besé de nuevo y me puse mi pijama, que era casi lo mismo.

—Si sigues tocando ahí, habrán consecuencias —le advertí mientras que ella tocaba la tira de mi bóxer. Ella sonrió y quitó la mano, me besó fogosamente y sonreí.

(...)

Oí un móvil sonar y era el de Lya, lo cogí y miré.

Número desconocido.

— ¿Si?

— ¿Lya? Soy tu madre.

— Lya está durmiendo —dije de mal humor.

—Oh bueno, adiós.

Dejé el móvil en su sitio y abracé por la cintura a Lya. Ella se escondió el rostro en mi cuello y sonreí.

Cerré los ojos y me quedé durmiendo.

Lya Thompson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora