Capítulo 9

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NARRA JARED

Entré por la puerta de mi casa y dejé las llaves en el recibidor, había ido a visitar a Paul.

Me había contado que la noche anterior tuvo un trío, como si me importara, pero bueno.

Entré y vi las luces apagadas, fui a mi habitación donde también dormían Lya y Molly. Entré en silencio y me fijé que Molly estaba dormida en los bracitos de Lya, mientras ésta acariciaba su pequeño cuerpo. Sonreí cómo nunca y me tropecé con algo. Ella se volteó asustada pero después me sonrió más tranquila.

— ¿Se ha dormido ya? —pregunté quitándome la camiseta. Ella asintió y noté que quería evitar mirar mi torso desnudo.

—S-si —tartamudeó. Reí y ella se sonrojó levemente.

— ¿Quieres tomar algo? Apenas son las nueve —le dije poniéndome el pantalón de pijama y prendiendo la calefacción. Arropé a Molly y cogí de la mano a Lya.

—Bueno, vamos —dijo sonriendo. Se levantó y la empujé suavemente de manera juguetona. Ella me miró fingiendo enojo y me dio una hostia en el pecho, cosa que me causó risa.

— ¡No te rías de mi! —susurró/gritó, traté de no reír pero una carcajada salió. Ella salió cabreada a la cocina y la seguí. Corrí hacia ella y la abracé por detrás, dejé besos húmedos en su cuello y ella se tensó.

—Perdón... Anda vamos a tomar algo, Lya. Dejemos a Molly con mi madre —le dije con mi cuello en su cabello chocolate.

—Vale, voy a cambiarme con lo que sea —dijo yéndose corriendo a la habitación, suspiré y fui a cambiarme. Me cambié por un jeans negro tejano roto, una camiseta blanco dejando ver mi tatuaje del pecho, y unas deportivas blancas.

Hice mi cabello atrás despeinándolo y me eché perfume. Salí y vi la silueta de Lya en la puerta.

Estaba muy guapa.

Llevaba unos jeans blancos ceñidos a su perfecto cuerpo, y un top granate de encaje ajustado que resaltaba sus pechos, junto con unos tacones altos negros que...

Mierda, sus piernas.

Su cabello chocolate estaba suelto y llevaba maquillaje leve. Sonrió y le cogí la mano besando sus nudillos.

—Estás preciosa —le dije haciéndola sonrojar. Oímos el timbre y fui a abrir.

Elena.

—Hola —saludó soñolienta. Nos miró y sonrió.

—Saldré con Lya a tomar unas copas —dije cogiendo la cintura desnuda de Lya, mi hermana asintió pícara.

—Bueno vamos —dije saliendo con las llaves. Cerré la puerta y Lya besó mi mejilla. Bajamos por el ascensor y vimos a la señora Rochester, una señora de 70 años.

—Vaya... Jared. Que chica más hermosa, ¡que pareja más bonita hacéis! —gritó la anciana. Lya se sonrojo y reí.

—No somos pareja —dijo Lya.

—Oh... Pues la haríais, mi John y yo fuimos grandes amigos y luego novios. Era un gran hombre, lástima que Dios se lo llevó —dijo la mujer.

—Lo siento —dijo Lya apenada.

Conduje a Lya hasta el auto y nos subimos. La llevé a Quve, era un pub increíble.

Aparqué el auto y me bajé. Lya me siguió y le mostré nuestras identificaciones al de seguridad.

Entramos, la cogí de la cintura y se apegó a mí.

Sonreí ante todas las miradas que los niñatos le daban. Me senté en una silla de la barra y llamé al camarero.

—Dos tequilas, bien cargados —ordené, el chico asintió y trajo las bebidas. Lya sonrió traviesa y se la bebió de un trago.

—Mierda, está fuerte —dijo pidiendo otra. Me bebí el mío y supe que esta noche sería para recordar.

—Lo está, preciosa —le dije besando su nariz. Bebimos dos tequilas más y ella aparte de los tequilas, dos Martini y dos vasitos de vodka blanco.

—Vamooos a bailaaarrrr —dijo arrastrando las palabras. Reí y la llevé a bailar, sonaba Rude Boy de Rihanna.

—Vamos —concordé con ella. Ella se mordió el labio de forma provocativa y suspiré. Me estaba excitando con sólo mirar esos shorts apretados a su culo.

Ella se puso de espaldas a mí, la música aceleró y ella empezó a restregarse contra mi entrepierna. Puse mis manos en su cintura y me moví con ella. Movió su culo en mi miembro, y gruñí. Me miró y sonrió malvada. Empezó a mover sus caderas sensualmente y gimió. Se volteó y puso una mano en mi pecho, subí una mano a su costado y ella atacó a mis labios. Le seguí el beso con la misma intensidad y la pegué completamente a mí. Puso sus manos en mi pelo y puso sus piernas alrededor de mi cintura.

Gruñí y salimos del local besándonos. Abrí el auto y la puse a horcajadas de mí.

—Jared...—gimió mientras besaba su cuello y tocaba un pecho por encima de la tela. Ella era sexy y perfecta. Me acordé que estaba borracha y me separé.

—En otro momento, estás borracha y mañana no recordarás nada —ella hizo un puchero y la besé introduciendo mi lengua, se separó y asintió. Se sentó en el copiloto y puso su cabeza en mi hombro.

—Quiero ir a casa, Jared —me dijo soñolienta, sonreí al ver lo tierna que era hasta borracha. Encendí el auto y la llevé a casa, eran las 3 de la mañana. Se me había pasado el tiempo volando.

Entramos en silencio en casa, ella dormía en mis brazos y yo sólo tenía ojos para el ángel sin alas de mis brazos.

— ¿Ya volvieron? —preguntó Elena desde el sofá.

—Sí, enana. Creo que no sacaré el sabor de sus labios —dije sin querer en voz alta, mi hermana abrió sus ojos y dio un salto de emoción.

— ¿Se besaron? —asentí, —Te gusta —afirmó, no podía negarlo.

Me encantaba todo de ella.

—No me gusta, me encanta —le dije besando la frente de Lya y dejándola en mi cama. Molly estaba en la cuna junto a Lya, me quité la camiseta y me puse el pijama.

—Buenas noches, enamorado—dijo mi hermana bromeando.

—Adiós, fea —le dije acostándome al lado de Lya, quien se apegó a mi pecho y dejó un beso en él.

—Te quiero —le susurré pero estaba dormida. Cerré los ojos y me quedé dormido.

Lya Thompson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora