NARRA LYA
Miré a Molly que no había querido dormir en lo que llevábamos de día. Con los dólares de esa señora compré dos botellitas de agua, un abrigo de bebé —él más barato— y una barra de pan.
—Ya está, bebé —le susurré tratando de calmarla. No dejaba de llorar, y eso me ponía nerviosa.
— ¿Difícil de manejar? —oí una voz aguda y dulce. Miré arriba y vi a la chica del otro día, —Soy Elena —se presentó extendiendo su mano derecha hacia mí.
—Lya —le dije sonriendo tímida y estrechando su mano.
—Quería invitarte a mi casa, mi madre y yo queremos que tú vivas con mi hermano —me explicó mirándome. Miré sus ojos y vi muchos sentimientos en ellos, entre ellos, adoración y miedo, —A lo que iba, ¿vienes ahora a mi casa? Limpiamos un poquito a la bebé y a ti, si da tiempo claro, y si no pues ya improvisaremos ¿te vienes, o qué? —me preguntó sonriendo. Su sonrisa era muy hermosa la verdad.
—De acuerdo —dije cogiendo a Molly y las cosas que compré.
Elena cogió la bolsa que compré, y yo agarré más fuerte a Molly. El trayecto fue corto y muy fácil de recordar. Su casa era bonita y sencilla, mediana y moderna.
—Esperad en el sillón —nos aviso, asentí y no me senté por no ensuciar. Ella bajó y con ella traía un conjunto de bebé rosa con flores.
— ¿Me dejas ponérselo? —me preguntó Elena, dudé pero asentí. Ella sonrió y Molly la imitó de manera muy tierna.
Elena trajo un barreño con agua y un botecito de jabón. Desnudó a Molly mientras le hablaba y la metió despacio en el barreño. Mi pequeña empezó a mover las manos salpicando y soltando pequeñas carcajadas.
Tras bañarla durante unos minutos, la secó con una pequeña toalla que había traído, y le puso el conjunto. Molly estaba preciosa.
Parecía una princesa.
Mi princesa.
—Está preciosa —le dije mirándola sintiendo mis ojos aguados.
—Te to...—la interrumpió el timbre, —Yo voy, serán mi madre y mi hermano —suspiró, asentí y me acerqué a Molly. Dejé un beso en su frente y ella me tocó la nariz con sus manitas.
—Te me estás haciendo mayor enseguida —dije acariciando su nariz con la mía. Ella sonrió sin dientes y balbuceó cosas sin sentido, —Te quiero mucho, cielo —dije tocando su manito blanquita.
Oí un sollozo y me volteé asustada. Allí estaban Elena y su madre llorando, y al lado de Elena había un hombre alto con un cuerpo grande y lleno de músculos. Su pelo era oscuro y sus ojos verdes destacaban entre todo su físico.
—Perdón, somos demasiado sentimentales —se lamentó Elena.
—No importa —me encogí de hombros.
—Bueno, ¿quieres usar ropa mía, Lya? —preguntó Elena.
—No, no, me puedo quedar así. No es molestia, después de un año con ella...—suspiré susurrando lo último.
— ¡Qué va! Vamos ven, mi hermano cuidará de Molly junto a mi madre —yo asentí y besé la mejilla de Molly antes de mirar a su hermano. Me daba mala espina ese hombre, su frialdad en la mirada daba escalofríos. Subimos las escaleras y ella empezó a sacar ropa de todo tipo, colores y tallas.
NARRA GINGER
— ¿Es su hija? —preguntó mi hijo mirando a la bebé con curiosidad.

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Lya Thompson
Romance- ¿Morirías por mi? Le dije en un acto de rebeldía. - ¿Morir? Es muy fácil, instantáneo. Viviría por ti, vivir es más complicado, es más nosotros.