Capítulo 53

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Abrí los ojos al sentir a alguien mirarme.

—Hola Lya — susurró Jared adormilado. Acarició mi vientre suavemente y fruncí el ceño.

— ¡Oh! — exclamé con dolor, — No ocurre nada, solo duele — dije regalándole una pequeña sonrisa.

— Estoy deseando que nazcan — susurró besando la parte baja del vientre. Oímos el timbre y él se apartó. Me puse la bata se seda y él los pantalones de chándal. Bajamos abajo, no sin antes revisar a Molly, fui a la cocina y empecé a hacer el desayuno.

— ¡Que no quiero nada contigo! — gritó la voz de Jared. Me alarmé y fui hacia allí.

— ¡Hombre, si estás aquí, que poca dignidad tienes! — gritó Melanie.

¿Pero, esta chica se escucha?

— Fuera de mi casa, Melania —dije firmemente.

— No me iré. Te regalo esto para tus hij-

— No te atrevas a nombrarlos porque no respondo — amenacé furiosa y cansada de la misma chica siempre.

— Es solo un maldito regalo, desagradecida —dijo tirando la caja que llevaba al suelo.

— ¿Papi? — preguntó Molly bajando las escaleras y tallándose los ojitos.

— Princesa, ve a la cocina.

— Cariño ven con papá —dijo Jared yendo hacia Molly.

— ¡Eres un calzonazos, haces lo que una mujer quiere! ¡Cómo con Daniela!

La cabeza de Jared se volteo y volvió a nosotras con otra mirada.

— Entra dentro, Lya — me ordenó.

— ¿Qué? No entraré.

— ¡Que entres, mierda! — dijo empujándome dentro. Mis ojos se aguaron y vi a Melania sonreír.

— Vamos Jared — dijo ella.

— Jared — advertí pero se fue. Me quedé boquiabierta, Melania había conseguido lo que quería.

— Mami, no llodes — Molly se acercó a abrazarme.

— Cariño, te haré el desayuno e iremos a dar una vuelta — ella asintió y fuimos a la cocina. Le hice la leche con su biberón y se lo di. Sollocé en silencio y acaricié mi barriga de nueve meses ya.

— Telmine — dijo Molly dejando el biberón encima de la mesa. Asentí y fuimos arriba a la habitación. Me puse unos jeans azules cielo, una camiseta de tirantes blancas y unas converse blancas. A Molly la vestí con unas leggins rosas, una camiseta gris y unas converse blancas. Hice dos coletas en su cabello, y en el mío una trenza larga.

Bajamos abajo, cogí mi móvil y su pelota. Cogí dinero y lo metí en el bolsillo del jean. Salimos de casa y dejé que Molly jugara con la pelota de camino al parque.

Llegamos y me senté en un pequeño banco que había en el parque.

— Cariño, no te separes mucho — le dije, ella asintió y empezó a jugar con una niña que había cerca.

— Hola — oí una voz y me volteé. Una mujer de no más treinta años me miraba con una sonrisa.

— Hola, ¿quién eres?

— Soy Kiara, me puedes llamar Kia — dijo sonriendo.

— Lya, encantada. ¿Es tu hija? — señalé a la niña de dos o tres años que jugaba con Molly.

— Si, se llama Jessica — dijo.

— La mía es ella, se llama Molly — dije sonriendo.

— Mi marido está a punto de venir así que ya nos veremos, aquí tienes mi número. Podemos ser grandes amigas. Adiós. — dijo dándome su número, — Vamos Jess — le dijo a su pequeña.

— Adiós Molly.

— Adiós Jess — dijo Molly sacudiendo su manita en el aire. Sonríe y noté a mi móvil sonar.

Lo miré: Jared.

— Molly a casa, vamos — ella asintió y cogió mi mano y en la otra su pelota. Guardé el móvil y empezamos a andar a casa.

Llegamos y le dije en un susurro a Molly, que se fuera a su cuarto. Ella obedeció y dejé la pelota encima del sofá.

— ¿¡Donde cojones estabais?! — gritó Jared haciéndome sobresaltar.

— ¡Me asustaste! En el parque.

— Deberías haber estado haciendo la comida — dijo.

— ¿Acaso te piensas que soy tu criada? Haberte quedado tú, y habértela hecha tu, imbécil, que no estás inválido — gruñí.

— ¡Ahora no puedo pasarlo bien con amigos! ¡Tengo que estar todo el puto tiempo contigo y con la niña!

— ¡Te fuiste con esa arpía, y deja de gritar! — grité enfadada.

— ¡Haré lo que me salga de los huevos! ¡No dejaré que me trates como lo hizo Daniela!

— ¡Daniela! ¿Me comparas con esa maldita zorra de mierda? ¡No te engañé, tampoco aborté y tampoco hice todo lo que hizo ella!

— ¡Eres igual de mandona que ella! ¡Melania tiene razón! No sé ni porque m... — cortó, eso me enfureció.

— ¡Dilo anda! ¡Siempre hace lo que quiere contigo! ¡Nunca dije que me recogieras de la calle! ¡Y si quieres ir a follar con Melania, hazlo! ¡Me da igual todo, porque yo por lo menos soy feliz! ¡Tengo los ovarios y el respeto que me dieron mis padres, no como tú!

— ¡Me arrepiento de haberte pedido matrimonio! ¡Porque Melania fo-

— ¡AHHH! — grité notando una contracción fuerte. Él se trató de acercar, —No te acerques a mí.

— Fue un impulso, no quería decirte todo eso.

— ¡Que te largues! — grité, —¡Molly! —la sujeto bajó corriendo, — Dame mi móvil, cariño.

Inmediatamente fue a buscarlo y me lo trajo.

— Hola, ¿que desea?

— Necesito una ambulancia en la calle Fort Sur 12.

— Enseguida, señorita — dijo la voz. Colgó y me senté como pude.

— Mierda —susurré respirando hondo.

— Mami — lloró Molly.

— Cariño, abre la puerta de la entrada y llama a la mamá de Jessica — ella cogió mi móvil de nuevo, y me lo dio. Marqué a Kiara pero no contestaba.

— ¡Joder! — grité de dolor. Los paramédicos entraron por la puerta de golpe y me subieron a la camilla.

— ¿Quién la quiere acompañar? — Jared levantó la mano, cogió a Molly y se montó, intenté negar pero el dolor me lo impedía.

— ¡Maldito cabron! Yo te mato. Te puedes meter el maldito anillo por el culo, vete con esa zorra — le dije a Jared, él bajó la cabeza y gruñí, — No vas a ver ni a Molly, ni a los gemelos en tu put... ¡AHHH! — grité al notar una contracción.

— Ha roto aguas, más deprisa — dijo un médico. Me puso cómo un cinturón en el estomago y gruñí.

— ¡Llegamos! — gritó el conductor. Me bajaron despacio en una camilla, y vi a Molly gritar y llorar en los brazos de Jared.

Lya Thompson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora