Capítulo 17

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Me levanté al ver que eran las 10 de la mañana. Me miré al espejo y tenía los ojos rojos e hinchados, estaba pálida y llevaba pelo desordenado.

Me metí al baño y me di una larga ducha. Salí envuelta en una toalla y me puse unos jeans negros pitillo, una camisa blanca por fuera del pantalón y unos tacones altos negros. Até mi cabello en una coleta alta y me quité con maquillaje las ojeras.

Me perfumé y ¡lista!

Desperté a Molly, y la duché rápidamente con la calefacción puesta. Le puse un pantalón de lana rosa, una camiseta blanca con una flor rosa estampada, unas botitas marrones y una chaqueta fina blanca junto con su gorrito blanco. La tomé en brazos y salí de la habitación en silencio.

Cogí el carrito y metí dinero, el móvil y algún juguete de Molly. La monté a ella y cogí las llaves para abrir la puerta.

— ¿A dónde vas tan temprano? —me sobresalté al oír la voz de Jared. Me volteé y estaba mirándonos fijamente con sólo unos pantalones.

—A dar una vuelta —le informé, —Y son las once de la mañana —le dije saliendo por la puerta.

Caminé hasta una pequeña guardería donde los niños jugaban y los bebés sonreían admirando su alrededor. Miré a Molly quien miraba sonriendo el sitio. Entré por la puerta y me vio un conserje.

—Hola, ¿en qué puedo ayudarla? —me preguntó con una sonrisa el señor.

—Hola, busco a la directora —le dije. Él me condujo hasta ella y se fue.

—Buenos días señora —la saludé. Ella sonrió y miró con ternura a Molly, —Quería saber si la podrían ingresar aquí —dije.

— ¿Qué edad tiene? —preguntó.

—9 meses pero es buena, sólo llora cuando tiene hambre o... la molestan —la intenté convencer. La señora la miró y asintió.

—Mañana me traes la fecha de nacimiento, datos, si tiene alguna enfermedad, el número de usted y algún que otro juguete —me dijo, asentí, —Un gusto, adiós —se despidió. Asentí contenta, y me fui. Me despedí del conserje y oí el timbre de salida. Salí antes de que los niños me aplastaran y por desgracia, me choqué con alguien.

— ¡Oh cielos! Lo siento —le dije a la mujer de mi edad o más que había chocado.

—No importa, yo también lo hacía. Soy Lorena —se presentó. Ella era morena de piel y cabello, ojos miel y mirada agradable.

—Soy Lya, y ella Molly. ¿Tienes hijos? —ella asintió.

—Me verás joven pero, tengo dos —dijo riendo. Asentí orgullosa y ella miró a alguien que venía.

— ¡Mamá! —se oyeron dos voces infantiles. Me giré y vi a dos niños gemelos de unos dos o tres años.

—Mis bebés —sonrió Lorena, reí y ellos me miraron, —Ellas son Molly y Lya.

—Hola chicos —saludé.

—Hola chicas —dijeron a la vez, reí,—Soy Edward —se presentó el de la izquierda.

—Y yo Mario, cómo mi papa —dijo el de la derecha con orgullo.

— ¿Y su papá? —señaló a Molly.

—No está —dije, Lorena comprendió.

— ¿Podemos tocar a Molly? —preguntó Ed, creo.

—Claro —me arrodillé y la bajé del carrito. Ella rió cuando Edward, creo, la tocó. Y cuando Mario le tocó su mano, ella se sonrojó.

Lya Thompson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora