Capítulo 55

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Un año después...

Jared y yo no estábamos juntos.

Yo había vuelto a una vida normal junto a mis hijos. El día que todo se arruinó, compré una casa cerca de la de mis padres y ahí vivo con mis hijos, y bueno, mi pequeño cachorro Doug.

— ¡Mami! —gritó mi preciosa Molly. Era toda una niña de 3 años preciosa y responsable.

—Dime, cariño — respondí mientras preparaba la comida de los peques.

Sólo ellos tenían contacto con Jared, ya que era su padre y por ley, debía verlos cada dos fin de semanas.

—Ian ha roto mi muñeca —dijo enfadada mi pequeña, reí y me miró mal.

—A ver, tráemela —dije terminando de hacer los biberones de mis niños. Caminé con ella al salón y vi que Ian estaba jugando con la muñeca Nancy de Molly y ésta no tenía cabeza.

—Cariño, no rompas los juguetes de tu hermana —reprendí a Ian y éste hizo un puchero.

—Eso, Ian.

— ¿Cuando viene papá? —preguntó Molly.

—En unas horas, cariño —respondí.

— ¡Do! —gritó Nick al ver al cachorro encima de él. Estaba feliz siendo así, mis niños y yo, nadie más.

(...)

El timbre de la casa sonó y Molly fue corriendo hacía su padre.

—Hola papá —sonrió mi niña al verle, él la abrazó y los gemelos empezaron a chillar.

—Hola Lya.

— Jared.- sonreí cortésmente y él miró a los gemelos. Ellos gritaron al ver a su padre y los cogió en brazos.

—El lunes aquí, Jared —avisé y él asintió, él había cambiado mucho tanto física como psicológicamente.

Una vez se fueron, llamé a unas amigas que había conocido hace unos meses en el hospital, Lauren y Sophie.

— ¿Se han ido ya? —preguntó Sophie al llegar, asentí y ella sonrió, —¡Esta noche salimos!

— ¡Si! —exclamó Lauren a su lado, reí y asentí en acuerdo con ellas.

(...)

Llegamos a la discoteca Believe y entramos todas. A pesar de haber tenido a mis tres tesoros, seguía teniendo un cuerpo estable.

La música empezó a llenarse de la Materialista, una cantante dominicana. Sophie y yo empezamos a bailar juntas y Lauren fue a pedir las bebidas. Un par de hombres, o chicos jóvenes, parecían bebés a nuestro lado se acercaron a nosotras.

—Guapas —sonrió uno, que seguro que no tendría más de 19.

— Cariño, los lunnies han acabado ya —dijo Sophie y él se fue con una cara de pena, —Ay, tía, voy a saludar unas amigas que están en la otra punta, espérame aquí.

Me quedé sola escuchando la música y moviéndome al ritmo de ella.

Un hombre se posicionó en frente de mí y lo miré, era alto, fornido, moreno y aparentaba unos 28 o así.

—Hola —dijo en mi oído, le sonreí y me hizo una señal de salir fuera, asentí y salimos.

A la luz de la luna, él tal hombre era bastante diferente. Sus ojos parecían claros y su cabello muy oscuro, lo hacía ver bastante guapo. Su cuerpo lo acompañaba, era jodidamente sexy.

—Y bueno, ¿cómo te llamas?

— Víctor, ¿y tú?

— Lya, ¿eres de aquí?

—No, soy español pero me mudé aquí para vivir —dijo sonriendo, asentí y miré la hora.

2:00 am.

—Oye, quizás suena precipitado, pero... ¿vamos a mi casa? —preguntó acercándose a mí, y asentí sin pensarlo. Quería tener buen sexo y con él, lo tendría. Víctor sonrió y me cogió de la mano mientras andábamos a su coche.

Envíe un mensaje a Sophie y Lauren de la situación y Lauren me respondió con un emoji , exactamente el de la carita pervertida.

Subí junto a Víctor al auto y me sonrió de nuevo, era una sonrisa preciosa. Mientras conducía puso su mano en mi muslo interno y empezó a acariciarlo, lo que a mí me hizo ponerme bastante caliente.

Lo miré y noté que tenía una sonrisa bastante macabra, era un jodido sex symbol. Movía su mano acercándose a mi tanga y cuando estaba a punto de tocarlo quitaba su mano, eso me hacía removerme un poco. En cuanto paró el auto, quitó su mano y suspiré. Bajamos del coche y en frente había una casa gigante con piscina al lado.

—Es preciosa —dije en voz baja y me llevó dentro sin decir palabra alguna.

—Tú también lo eres —tras decir eso cerró la puerta de su casa y me cogió en brazos besando mi cuello. Gemí en cuanto sus labios tocaron mi cuello y él apretó mi trasero.




Lya Thompson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora