Capítulo 8

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NARRA LYA

—Lya date la vuelta y quítate la camiseta —me dijo Jared riendo.

Estábamos en su habitación pero yo no lo dejaba echarme la crema que me recetó el médico. Yo me veía más rellenita y eso me alegraba, sabía que me estaba cambiando el cuerpo, pero también me causaba cierta inseguridad.

—Voy, voy —le dije dándome la vuelta. Me quité la camiseta y quité mi pelo de la nuca. Ahí estaban mis marcas rojas y mi dolor de espalda que ya casi no dolía nada. Noté la fría crema caer en mi piel y después las grandes y maravillosas manos de Jared que masajeaban mi espalda, cuello y espalda baja.

—Veo que te está gustando —me susurró en el oído haciéndome estremecer.

—Idiota —reí y él se levantó. Me levanté con su ayuda y toqué mis piernas, ahora más rellenitas.

— ¿Qué te ves? Estás preciosa —me dijo Jared lanzándome la camiseta. La cogí al aire y me la puse.

—Gracias Jared —le dije besando su mejilla, él asintió y salí. Oí llorar a Molly y corrí a su habitación.

Me quedé petrificada al ver a Molly con sangre en su brazo y una herida relativamente grande en este. Los ojos se me llenaron de lágrimas al verla en ese estado.

— ¡Mierda Molly! —gritó Jared. La cogió en brazos y se la llevó. Salí de mi trance y corrí con él.

—Jared, cúrala —le susurré. No podía tocarla, temía hacerle más daño.

—Necesito que salgas del baño, Lya. Por favor bonita, tráeme celulosa de la habitación —me dijo apartando el pelo de mi cara, asentí y corrí a su habitación.

Cogí el paquete de celulosa y abrí la puerta del baño. Molly ya no lloraba, sólo hipaba en el pecho desnudo de Jared.

—Toma —le dije, él lo cogió y lo mojó en suero fisiológico. Se lo puso en el brazo a Molly y ella se apretó a Jared.

—Ya está pequeña, ¿ves? No fue nada... ahora a ver la tele con mamá —dijo Jared. Fue a dejar a Molly al sofá con sus juguetes y su bracito vendado.

— ¿Qué le paso exactamente? —pregunté. Jared me cogió de la mano y me llevó al cuarto donde dormía Molly. Le había hecho uno propio para ella—donde antes dormíamos las dos—.

—Veamos —comprobamos si había algo raro pero nada.

—No entiendo, no hay nada —me dijo suspirando.

Cerramos la habitación y fuimos con Molly quien dormía abrazada a su osito blanco.

—Jared...

—Dime —me dijo sonriendo cómo tonto.

— ¿Puedo pedirte un favor? —pregunté tímida y sonrojada.

— ¿Qué tipo de favor? Cariño, se que deseas este cuerpo pero tendríamos que esperar un poco, preciosa —me dijo con el ego alto.

—Idiota, me refería a otra cosa —dije negando divertida.

—A ver, dime —me dijo bebiendo un vaso de agua.

— ¿Podría dormir Molly con nosotros? No me siento segura dejándola sola, por favor Jared —le supliqué mirando a sus ojos. Él pensó un momento y asintió.

—Claro, cómo una familia —dijo lo último en un murmullo pero lo escuché.

—Jared, nosotras siempre seremos tu familia —le dije abrazándolo, él me envolvió en sus brazos y besó mi cabello.

—Lo sé, preciosa —me susurró. Nos separamos y pellizcó mi estómago haciéndome reír.

—Para —él siguió, — ¡Para! —dije estallando en risas.

—Ven aquí, enana —me dijo alzándome hasta su hombro. Reí y me agarré de su cuello. Se oyó el timbre y fuimos a abrir así. Eran Elena y Paul.

— ¡Hola! —saludé riendo. Ellos fruncieron el ceño y Jared intentó bajarme pero me amarré más fuerte.

—Pasad —les dijo Jared sonriendo.

— ¿Qué harás de cenar, Lya? —preguntó Paul.

—Pensé en alitas de pollo fritas con un poco de verdura picada —le dije.

—Si eso ¿Jared, podemos hablar? —preguntó Paul. Él asintió y me bajé—ahora si—, besé su mejilla y rió.

— ¿Tú y Jared tenéis algo? —me preguntó Elena, ya que Jared se había ido con Paul a la habitación.

—No, bueno si, no sé. Dormimos juntos, me hace reír. Es atento, cariñoso, juguetón, pícaro, tiene su toque rudo y...—suspiré.

—Perfecto —terminó Elena por mí. Asentí, —Eso se llama amor.

—No lo sé, sólo sé que quiero que sea si no el padre, el ejemplo para mi hija. Es un "padre" excelente con Molly —le dije acariciando la cabeza de Molly.

—Ojalá lo fuese —suspiró Elena. Entre las dos hicimos la comida y pusimos la mesa.

—Iré a avisar a los chicos —avisé, ella asintió y fui a la habitación. Me paré a escuchar y sonreí.

—Tío, me tiene enganchado. Está preciosa y es un encanto con Molly. A pesar de que haya escuchado lo que hablemos tu y yo, me sonríe —oí la voz de Jared.

—Aprovecha, no dejes pasar la oportunidad —le dijo Paul. Toqué la puerta, —Pasa —oí decir a Paul, entré y me miraron.

—La comida está...—caí al suelo, — ¡Bestia! —grité quejándome. Jared me cogió en brazos y me puso en su cuello.

—Vamos a comer —me dijo, asentí y me sentó en la silla mientras él se sentaba a mi lado. 

Lya Thompson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora