OBEY - [HaruKyu]

👑

— Asahi, cuando Haruto despierte...

— Haruto no está. — interrumpió el mencionado. — Salió desde temprano a dejar un par de entregas, y después iría a hacer algunos pendientes.

Yoshinori se quedó pensando un momento, últimamente Haruto tenía mucho trabajo, tal vez Lisa se estaba excediendo en lo que le asignaba a Haruto.

Hablaría con ella.

— Es extraño. — habló Mashiho. — Lisa normalmente reparte las tareas con moderación. Haruto es muy joven además.

— A nosotros no suele dejarnos demasiado. — dijo Junghwan acercándose a los otros.

Asahi desvió su mirada hacia al pasillo, específicamente, a la habitación de Haruto. Ahora que no decían, si, era muy extraño que últimamente tuviera demasiado trabajo, o... en realidad no lo tenía.

— Cuando regrese  sólo díganle que me busque. Voy a salir un momento. — dijo Yoshinori tomando sus cosas.

👑

— Incluso si no quiero estar contigo, no puedo evitar hacerlo. — susurró Junkyu.

Haruto dormía a su lado abrazando su cintura, mientras Junkyu peinaba su cabello y acariciaba su rostro y apretando ligeramente sus mejillas en ocasiones.

Junkyu se acercó a su mejilla dejando un cálido beso, lo abrazó dejando que el menor se acurrucara en el calor ajeno provocandole cosquillas a la vez.

¿Cómo se lo iba a decir sin lastimarlo?

¿Haruto lo aceptaría?

Aún habiéndole dicho todo ¿Aceptaría luchar junto a él?

Junkyu sólo soltó un suspiro cerrando los ojos también para dormir junto al menor.

Tanto deseaba que el tiempo no pasara para seguir juntos, pero a la vez no podía más, todo el reino dependía de él.

Tenía un destino que cumplir, un mandato que exigir, una corona que recuperar.

Y mientras eso pasara, sería feliz con lo poco o nada que podía ofrecerle.

En medio del bosque estaban seguros donde nadie los veía. El miedo de Junkyu se iba al recordar que nadie podría encontrarlos ahí, incluso Jihoon jamás podría verlos, pues aquella zona del bosque jamás la visitó.

Y, Junkyu, cuando seas rey y ahora todo los separe ¿lo podrás olvidar?

👑

Pero las mentiras no duran para siempre, y los secretos, al más mínimo error, son descubiertos y puestos a prueba. Tal vez no fue la mejor excusa que Haruto podría haber dado.

— Hey, Jeongwoo. — llamó Asahi llamando la atención de ambos menores, Jeongwoo y Junghwan, que ayudaban a trasladar un par de sacos con provisiones alimenticias para los refugiados.

— Hola, ¿sucede algo? — preguntó el mencionado deteniendo su marcha.

— ¿Haruto ya regresó por la siguiente carga? — preguntó. — Necesito hablar con él.

— ¿Carga? ¿De qué estás hablando? — preguntó Junhoe acercándose a ellos. — Haruto lleva días sin presentarse.