Y así pasaron los días, días en los que Haruto pudo comprobar la veracidad en las palabras de Jiang Mao, pues los guardias dejaron de asecharlo, tuvo completa libertad y no era un secreto para nadie que todo había cambiado para Haruto, incluso las gemas lo notaron, mas nunca dijeron nada.
— Haruto llegará pronto. — habló Jihoon. — Debo preparar la gema, por favor, saben que hacer. Sólo háganlo.
El príncipe cerró la cortina de la tienda y salió de la misma dirigiéndose a lo más profundo de la mina. El día de la revolución contra Jiang Mao debía demostrar que estaba listo para tomar la corona.
Fue acompañado de Yedam, quien lo ayudaría a manejarla. Cuando eran niños, dos coronas fueron presentadas ante la gema, no una, así que hiciera lo que hiciera Jihoon no podía con ella. La gema necesitaba de ambos hermanos, no sólo uno.
Se acercó a la gema y se concentró plenamente en ella, cerrando los ojos. Estiró sus manos hacia ella e inclinó su cabeza hacia atrás. Una luz blanca bastante débil salía de ella, pues no encontraba la presencia del otro príncipe y en su ausencia no haría para lo que fue bendecida.
Jihoon intentó hacer crecer algunos germinados de maíz, y así lo hicieron, pero la cosecha no era buena.
Uno de los obreros que ayudaba se acercó para cortar un tomate.
— Esta es la mejor cosecha que hemos tenido en años, desde que los reyes se fueron no había visto tan buena cosecha. — habló el obrero mostrándolo a los demás con emoción.
Jihoon también sonrió ante lo dicho, pues al parecer la gema ya lo había identificado a él como el único de la realeza que gobernaria. Pero las cosas no eran así.
En aquel momento otro obrero se acercó y tomó otro tomate del lado contrario al que antes lo había hecho. La cosecha era terrible, estaba llena de pestes. La tierra incluso era diferente, era como si estuviera descuidado y de baja calidad para los tomates.
Si una parte de la cosecha no era buena, fácilmente echaría a perder al resto en cualquier momento.
— Lo siento majestad. — habló Yedam. — Su cosecha no sirve.
Jihoon asintió intentando mantener la calma, ser inteligente y pensar antes de actuar. La mitad de las cosechas de todo el reino serían apenas suficientes para alimentarlos a ellos pero ¿Qué sucedía con el comercio? Jihoon debía brindar sustentabilidad a las tierras para que estás prosperaran, pero sólo la mitad de ella podría hacerlo estando sólo él.
— Si el príncipe Junkyu estuviera aquí... Esto no estaría pasando... — susurró un grupo de obreros algo lejos de ahí, pero no lo suficiente para que el príncipe no pudiera escucharlos.
Jihoon tragó duro y con amargura. Tenían razón. No sólo él necesitaba a Junkyu como su familia, también el reino entero lo necesitaba si no querían morir de hambre.
— Yo... Necesito un tiempo a solas... — el príncipe le entregó al oráculo la gema y miró nuevamente su cosecha. — Mi gente va a morir de hambre por mi culpa...
— No es su culpa majestad. Tal vez podamos hacer algo. Aumentaremos otros sectores de comercio para poder comprar lo que nos haga falta....— intentó animar Hyunsuk, quien no permitía a Jihoon irse estando de esa manera.
— Entonces cientos perderán su empleo. — respondió el príncipe. — Realmente necesito estar solo.
El príncipe regresó a su tienda sin atender a los llamados de los obreros que le pedían que regresaba. Tal vez debían entenderlo, pues sólo él estaba siendo testigo de que el reino lo necesitaba, pero que si lo tenía morirían de hambre, desempleo y escasez de recursos.
Yedam guardo la gema consigo y miró a los obreros que aún esperaban por una respuesta más o una indicación.
— Pueden seguir con lo suyo, por favor. Ayuden a las gemas con los señuelos para que sigan entrenando. — Yedam habló mirando a los obreros, quien asintieron e inmediatamente se organizaron alejándose del lugar para empezar con su trabajo. Yedam volteó con las gemas que terminaban de encontrarse con Haruto, Jeongwoo y Junghwan.
Miró al cielo soltando un suspiro y finalmente empezó a caminar de regreso al campamento.
No muy lejos de ahí un cuervo los miraba atentamente, poniendo suma atención en las acciones de las gemas, pero viendo en especial a uno de ellos, Haruto.
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En medio de la noche Haruto salió del campamento asegurándose de que nadie lo viera, escuchara o siguiera. A decir verdad siempre había sido muy escurridizo, y ahora no era la excepción.
Logró salir de la mina escalando, pues la única manera que había para salir era por los carros mineros que claramente no podía tomar.
Jiang Mao había cumplido su palabra, pues aquella noche salió sin máscara alguna y los guardias ni se inmutaron en verlo, muy por el contrario, ofrecieron sus servicios a él y le tendieron unas cuantas monedas que el propio monarca enviaba para él. Haruto las tomaba sin discreción alguna y las guardaba consigo.
— Quiero ir a la vieja biblioteca del reino. — habló con uno de los guardias.
— ¿Para qué quieres ir ahí?
— Necesito el mapa de las rutas de salida en el sur. Cuando me vaya de este lugar nadie puede verme. — respondió extendiendo su mano.
El guardia le entregó las llaves de esta biblioteca, pues a excepción de las grandes influencias del reino nadie más podía entrar ahí.
👑
La biblioteca era enorme. Cuentos de pasillos cruzados entre sí que te harían perderte fácilmente entre todo aquel lugar.
Pero Haruto sabía directamente a dónde iba.
Cruzo el primer pasillo hasta la zona más oscura de la biblioteca y tomó el libro con el sello real. Uno d ellos pocos libros que guardaban información valiosa sobre el reino y sus grandes secretos.
Sacó de su costado el mapa del reino que desde hace mucho les había robado a la resistencia y trazo la ruta perfecta para la noche de su escape.
Nadie volvería a verlo por esos lares, pero por siempre quedaría en la memoria del pueblo: "Watanabe Haruto, el asesino de la última esperanza del reino de Seúl."
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OBEY - [HaruKyu]
Fanfiction«En medio de toda la sangre derramada un amor imposible nació entre un rebelde y el próximo heredero al trono» "-Si no puedo estar contigo, estaré a tus pies entonces." -HaruKyu -Omegaverse