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Los gritos de terror inundaron el reino, las espadas podían escucharse al chocar entre ellas e incluso la manera cruel y ruda en que podían atravesar un cuerpo y salir de él para dejar a su víctima tirada. Las gemas, aunque dispersas, no sé alejaban mucho de los príncipes, quienes también luchaban mantiendose juntos y sin separarse en ningún momento.

— Majestad, — llamó Doyoung acercándose para cubrirlos a ambos de un ataque de flechas. — Necesitamos a más gente, nos superan en número...

— ¿Cómo es eso posible? Éramos más que ellos. — respondió Junkyu.

— Su armamento... — respondió Jihoon. — ¡Recuerden todo nuestro entrenamiento, contraataquen, no tomen más tácticas!

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— ¡Algunos pueblerinos quedaron atrapados, no pudieron huir!— Junghwan se acercó a Jeongwoo cargando a una niña y detrás de ella iba una mujer con una herida de flecha.

— Llévala a las orillas del reino, yo te cubro, avisaré para que puedan ir por ellos. — respondió Jeongwoo pasando a su frente y caminando detrás de él de espadas para cubrirlos.

Algunos rebeldes escucharon lo dicho y se adelantaron a decir a algunos guardias para que pudieran evacuar a los pueblerinos, pero antes de poder hacer algo una bomba explotó cerca de uno de los muros del castillo. El armamento pesado había sido liberado del castillo.

Flechas de fuego empezaron a caer desde los cielos, incendiando los parámetros de la zona de batalla y algunos edificios. Algunos atractivos que se habían colocado por motivo de la coronación también fueron incendiados y se echaron hacia abajo atrapando a algunos rebeldes y también a algunos hombres de Jiang Mao.

Los rebeldes se ayudaron entre sí, pero a los demás los dejaron morir en su propio sufrimiento.

Y es que así era esto, tenían un pueblo en manos y su progreso dependía de la sangre derramada.

Pronto algunas granadas salieron disparadas directo a las zonas con más rebeldes. Pocos serían los que pudieran salvarse, pero los sobrevivientes alertaba a sus compañeros, haciéndolos huir y planteando una dispersión de pequeños grupos para que perdieran a menos aliados.

— ¡Majestad, no es seguro para ustedes! — habló uno de los rebeldes. — Hyunsuk, Haruto, improvisamos un refugio cerca del castillo ¡Llevenlos, rápido!

Haruto tomó el brazo de Junkyu, mientras que Hyunsuk tomó el de Jihoon y ambos se pudieron delante y detrás del otro para protegerlos. Corrieron a la par hasta aquel refugio improvisado, camuflado por un hechizo de Yedam para que no se acercaran ahí.

— Están acabando con el arsenal de armas del castillo. — susurró Junkyu.

— Tenemos que evitar que saquen más. Jiang Mao es capaz de usar todo con tal de ganar. — respondió Jihoon.

— Todos los nuestros están peleando. Cada quien tiene ya una tarea. Si nos lo permiten, podemos ir nosotros. — propuso Hyunsuk.

— Pero no sabemos llegar ahí. — dijo Haruto. — ¿Podrían decirnos?

Junkyu sacó de su costado un croquis exacto de cada parte del castillo.

— Roseanne me dio esto antes de irme, entren por la entrada principal y lleven sus escudos para cubrirse. Jihoon y yo los esperaremos por aquí. — dijo guardando el croquis en la chaqueta de Hyunsuk. — Cuídense mucho.

OBEY - [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora