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La mañana entonces llegó, pero el sol no lo hizo. La mañana llegó nublada y sin un rayo de luz presente, aún lloviendo ligeramente. Haruto no había dormido en toda la noche.

Cuando la lluvia disminuyó, Eun Jiwon, miembro de la resistencia del este, fue en búsqueda de Haruto para llevarlo con ellos.

— Debí resistir más... — susurró Haruto con la mirada perdida.

— No fue tu culpa. — respondió Jiwon. — Regresarás con los tuyos, lo mejor será que regreses. Uno de nuestros carruajes los llevará a ti y a Doyoung al oeste.

— ¿El príncipe Jihoon ya lo sabe?

— En estos momentos se debe de estar enterando...

Haruto tragó duró sin poder imaginar como reaccionaría el príncipe alfa.

Jihoon confiaba en él para cuidar de Junkyu, se sentía tan culpable de haberle fallado.

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Jisoo tomó las cosas que él mensajero del este le entregaba después de contarle el accidente a ella y a algunos más de los presentes, entre ellos Yedam, y sin incluir a nadie de las ocho gemas restantes.

Yedam palideció al escuchar la noticia; por eso sus cartas en blanco, por eso no podía ver más allá de su majestad. El destino para Junkyu no se estaba escribiendo, el destino se había detenido porque su tiempo se había acabado.

— Pero... No, no, por favor no... — sollozó Yedam acercándose al mensajero. — Dime que es una broma... Junkyu la planeó ¿verdad? No me enojaré, no lo haré. Prometo que no lo haré pero dime que es una broma... ¡Dímelo!

— Lo siento mucho...

Yedam sintió casi desfallecerse ante sus palabras.

— Dos de los suyos regresaran con ustedes esta tarde, al anochecer. — el mensajero tomó sus cosas para regresar por donde vino. — Lo mejor es que ya no se separen. Sandara envía sus condolencias.

— Gracias... — respondió Jisoo.

Cuando se fue cerró la puerta y volteó hacia las escaleras escuchando las risas que el príncipe junto al resto se traían.

— No puedo decírselo... — habló Yedam.

— Se va a tener que enterar, Yedam. Si no lo hace ahora, lo hará cuando Haruto llegue y no lo vea con él. No le ocultes algo así... Ya no más mentiras.

Yedam asintió dándole la razón. Ya eran demasiadas mentiras, demasiados secretos y el tiempo se agotaba.

Subió junto a Jisoo, Sihyeon y Hyungwon que llevaban las cosas.

Se acercó a la puerta de la habitación donde el príncipe reposaba y donde los demás le hacían compañía. Pero cuando se dispuso a tocar se detuvo al escuchar al príncipe hablar;

— Cuando éramos niños, Junkyu y yo jugábamos en los jardines en el centro del reino cada que mi padre iba a dar su típica asamblea. — comentó Jihoon. — Pero no te recuerdo en nada.

— Bueno, majestad, soy mayor a todos ustedes. Seguramente no me recuerda en nada, pero yo si recuerdo haberle visto un par de veces junto a su hermano. Desde entonces me di cuenta de lo Unidos que eran. — respondió Hyunsuk. — Y hablando del príncipe Junkyu ¿Cuándo podré verlo?

OBEY - [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora