Me detuve al lado de una bicicleta estacionaria, manteniendo una distancia que consideré prudente y beneficiosa, la vista que estaba teniendo de ese ángulo había mejorado mi mañana. Sonreí observando como el trasero redondo de Camila, se movía al ritmo de sus piernas, estaba sobre la escaladora ejercitándose con mucha energía.
Comprendiendo que no podía abordarla como lo hacía con cualquier mujer, le pedí ayuda a Pamela para llegar a ella, después de mucho esfuerzo finalmente la novia de mi mejor amigo accedió ayudarme, averiguó el horario en el que Camila iba al gimnasio y me sugirió que fingiera un encuentro casual, que sirviera para poder acercarme un poco más a ella, sin la barrera que suponía Mariano cerca.
Haciendo caso omiso a su sugerencia, decidí entrar al gimnasio y buscarla sin excusa, solo con la verdad. No contaba con lo mucho que me iba a afectarla encontrarla en esas condiciones: con poca ropa, jadeando cansada, y levemente sudada. Me senté sobre una de las máquinas para disfrutar mejor del espectáculo que me estaba dando sin saberlo, como si no tuviera una junta en la constructora para la cual prepararme.
Se detuvo para pasar una pequeña toalla por su cuello, todos sus movimientos eran delicados y femeninos, Camila me gustaba más a medida que la observaba. Me puse de pie al verla dejar la escaladora, avanzaba a paso lento por su necesidad de mirar su reflejo en todos los espejos del lugar. Estaba tan ensimismada en su imagen que no se percató de mi presencia, la seguí esperando que en cualquier momento me notara tras ella. Cuando finalmente lo hizo volteó sobresaltada, le sonreí notando los tímidos pasos hacia atrás que dio, para poner distancia entre ambos.
—Hola, belleza —apoyé un brazo sobre la pared con la que ella se había topado, dejándola sin escapatoria.
—¡Me asustaste! —Su voz entrecortada me erizó la piel. Nunca antes la había visto tan bonita como esa mañana, el sudor recorría su cuerpo, sus mejillas estaban rojas, sus labios entreabiertos, y su pecho se movía rápidamente—. Deja de verme así.
Apartó mi brazo de mala gana, casi huyendo despavorida. Sujeté una de sus muñecas asegurándose que no se alejara demasiado, tenía la intención de saludarla con un beso en la mejilla.
—No pretendía asustarte, solo quería saludarte —asintió permitiendo que me acercara, dejando que mis labios se acercaran a su rostro.
—Estás invadiendo mi espacio personal —susurró nerviosa.
Bajé la vista hasta su cuello, una gota de sudor descendía dramáticamente hasta perderse en medio de sus senos.
—¿De qué hablas? No lo hago.
—Lo haces cuando me miras así, no lo hagas.
—¿Cómo lo hago? —pregunté conteniendo la risa, estaba disfrutando de su repentino gesto de enojo.
—Cómo si quieres...
—Si quiero, ¿qué?
Decir que Camila solo me atraía por como se veía era una mentira, la forma en la que se enfrentaba a mí cada vez que nos topábamos era lo que más me atraía. Había una energía entre los dos que se podía percibir con facilidad. Tenía una manera de coquetearme muy sutil, y una manera de rechazarme muy marcada.
—¿Qué haces aquí? ¿Me seguiste? —Cambió el tema rápidamente mostrándose nerviosa.
—No, solo pasé por aquí y... Sí —dije segundos después al ver sus ojos entrecerrados.
—¿Sí? ¿Lo admites?
—Sí, no tiene caso mentir. Pasaba por aquí te vi entrar y decidí seguirte.
—Voy a pedir una orden de restricción.
—¿Quieres verme en la cárcel? Porque no creo poder mantenerme alejado de ti.
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Escenas extra Malas Intenciones
RomanceUna joven y ambiciosa modelo dispuesta a todo para alcanzar el éxito, incluso a conquistar al peor de los mujeriegos que puede lanzarla a la fama o hundir su carrera. Escenas extra de Malas Intenciones narradas por Pablo.