Escena extra, capítulo cinco

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La llamada de Benjamín no pudo llegar en peor momento, me encontraba en medio de una reunión importante con los supervisores de la última obra en la que trabajamos. Había ignorando el molesto sonido un par de veces, hasta que su insistencia comenzó a preocuparme.

Tenía demasiado trabajo pendiente, antes que el estrés me afectara decidí salir de la constructora un rato, averiguar lo que ocurría con Benjamín solo había sido mi excusa para alejarme de mis obligaciones.

Mi humor cambió apenas puse un pie en la agencia de mi mejor amigo, siempre fui muy bien tratado en ese sitio. Me desplacé con confianza por el pasillo, saludando a una que otra modelo conocida. Me detuve frente a Linda, que estaba demasiado ocupada en su computadora como para reparar en mi presencia.

—Tus papás escogieron el nombre perfecto para ti, ¿lo sabes?

—No la he visto por aquí —respondió sin apartar la vista de la pantalla.

—¿Tan predecible soy?

Soltó una suave risa al mismo tiempo que negaba, me apoyé sobre el mostrador para verla más de cerca, Linda tenía una bonita sonrisa.

—Últimamente solo se acerca para preguntar por Camila.

—Si la ves dile que le envío un beso. Y no le hables mal de mí.

—Nunca lo hago.

Me incliné para tomar su mano y besarla antes de alejarme, Benja me estaba marcando de nuevo.

—Señor Pablo —gritó.

—Pablo, Linda.

—Solo quería darle las gracias —dijo mientras acostaba la distancia—. Gabi está muy contenta, es una gran oportunidad.

—Tu hermana se la ganó, de verdad es muy lista y también está demostrando ser responsable, si sigue así sus pasantías podrían convertirse en un trabajo a medio tiempo, mientras termina de estudiar.

Le guiñé el ojo antes de girar y finalmente avanzar hacia la oficina de Benjamín, que no había dejado de llamarme. Abrí la puerta después de tocar, sorprendiéndome al no encontrarle solo. Liviana estaba sentada frente a mi amigo, sonriendo con amplitud al verme.

—Hola, hola —dijo al mismo tiempo que se ponía de pie.

—Hola Livi... ¿Me llamaste? —pregunté viendo a Benja que reía mientras yo me dejaba abrazar por Liviana.

Le di un beso en los labios antes de sentarme a su lado. Observando a Benjamin que no dejaba de sonreír.

—No, en realidad fue Liviana.

—No me veas así, tú no atiendes cuando yo lo hago así que tuve que robar el teléfono de tu amigo.

—Livi, lo siento he estado muy ocupado te lo digo en serio.

—Ya casi me tengo que ir, en realidad me voy a quedar unos días más por qué Benja me habló de una oportunidad que no me pienso perder. Quiero que salgamos antes de que dejé México de nuevo.

—Si, cuando quieras —respondí.

—Benja vamos a cenar y aprovecho para conocer mejor a tu novia.

—Si Benja, dile a Pamela —dije riendo, sabía que Pamela no soportaba a Liviana, estaba convencida de que entre ellos dos pasó algo en el pasado.

—Le diré y les aviso a ambos, ahora Liviana ya lo tienes aquí, sácalo de mi oficina que solo viene a distraerme.

Miré a Livi que me ofrecía su mano, sonriendome con la misma complicidad de siempre. Liviana era una de las pocas mujeres con la que tenía una relación de amistad fuerte. Me conocía, la conocía, la pasábamos bien juntos sin pretender nada más, entre nosotros las cosas eran perfectas.

Sujeté su mano para luego abrazarla, salí de ahí con ella riendo de la situación con Pamela, Livi nunca tuvo algo con Benjamin, los celos de Pamela eran completamente infundados. Existía un código entre mi mejor amigo y yo, jamas nos involucramos con la misma mujer, Pamela lo sabía, por ello no comprendía su actitud con Livi.

—¿No está tu chica por aquí? —preguntó cuando salimos de la oficina.

La noche anterior le había hablando tanto de Camila, que terminé hartandola. Por ello utilizó el término de "mi chica", para referirse a ella.

—No creo, pero si está de igual forma nunca quiere verme.

—¿Qué mujer no quiere verte a ti?

—Ella, no le intereso.

—Eres un cínico, sabes que nos interesas a todas —me sonrió acercándose con naturalidad.

Sujeté su cintura antes de rozar mis labios con los suyos.

—¡Camila! —Escuché que gritaron su nombre en el justo momento que separaba mi boca de la de Liviana.

Volteé guiado por el sonido, encontrando a unos pasos de mi a Camila, que me observaba sin parpadear. No supe como reaccionar, me quedé congelado ante su mirada fría y llena de algo que no pude reconocer.

Se alejó con Mariano sin darme tiempo de decir o hacer algo.

—Es linda, pero está como muy chiquita para ti, ¿no?

—¿Cómo supiste que era ella? —cuestioné aún descolocado.

—Por tu cara de pánico. Además de: pelirroja, pechos grandes y labios sensuales.

—¿Lo acabo de arruinar?

—¿Arruinar qué?

—Las cosas con ella. ¿Crees que debo buscarla y decirle algo, no sé explicarle?

—Pablo —pronunció mi nombre sonando sorprendida—. Te interesa más de lo que pensé. ¿Desde cuándo das explicaciones?

—Me siento mal, ¿no viste su cara?

—Claro que lo hice. Estaba furiosa, esto es una buena señal para ti.

—Me estaba esforzando por limpiar mi imagen, lo acabo de joder todo.

—¿Corazón, qué te está haciendo esa niña? —acarició mi mejilla sonriendo antes de instarme a caminar—. Te gusta mucho... no le eres indiferente como crees, su cara la delató. ¡Pablo, sonríe! Vamos a tomar algo, necesito relajarme.

Sonreí solo para complacerla, sin poderme quitar ese sentimiento de culpa del pecho, que no entendía a que obedecía.

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