Escena extra, capítulo diez

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Deslicé la vista por toda la habitación sintiéndome totalmente perdido, el dolor de cabeza no permitió que me moviera, me dejó quieto sobre la cama, buscando en mis recuerdos borrosos la forma en la que había llegado hasta ese lugar.

Mi teléfono vibraba sobre la mesa con insistencia, alargué el brazo para silenciarlo, no podía hablar con nadie en ese momento donde estaba tan aturdido. Tomé entre mis manos un collar que estaba al lado de mi teléfono, no tenía idea de quién era, tampoco de como había llegado hasta allí. Me puse de pie de golpe mareandome por el movimiento.

—Hola —dije en voz alta, esperando que alguien me respondiera.

El silencio reinaba por todo el sitio, abrí la ventana y fue entonces que reconocí el lugar donde me encontraba. Estaba en mi departamento, el del piso ocho, el que tenía meses sin visitar. Caminé por la habitación despejandome un poco antes de avanzar hasta el baño.

Mi desconcierto creció al darme cuenta de que estaba desnudo, con un par de rasguños en el pecho y algo parecido a un golpe en la barbilla. Mi mente dio vueltas mientras me observaba en el espejo, en medio de la confusión recordé a Camila entre mis brazos, la estaba besando.

—¡Cami! —grité asumiendo que se encontraba en mi departamento.

Al no obtener respuesta me metí a la ducha, necesitaba de agua helada para que me despejara por completo, cosa que no funcionó del todo pesé al largo tiempo que pasé bajo el agua.

Busqué algo de ropa dentro del clóset casi vacío. Mi estadía en ese lugar siempre era breve, nunca dejaba pertenencias demasiado personales, por ello encontrar algo que ponerme fue complicado.

Estaba saliendo de la habitación cuando el timbre comenzó a sonar, mientras caminaba hacia la puerta le eché un vistazo a la sala principal esperando encontrar algo que me ayudara a averiguar cómo y con quien había llegado la noche anterior.

—¡Estás vivo!

Parpadeé un par de veces viendo a Benja que sonreía en el umbral de la puerta.

—Te lo dije —sonó la voz de Pamela—. Te preocupas más por él que por mi, parece tu novio.

—Lo soy —dije para molestar a Pame—. Mi amor, salúdame.

—No puedo con Pamela aquí.

—Estupidos.

Me senté en el sillón observando como se acomodaban frente a mi, Pamela parecía un poco molesta como cada vez que nos veíamos, todo lo contrario a Benjan que sonreía con amplitud.

—Te juro que creí que te iba a encontrar tirado en la cama, eres más fuerte de lo que creí.

—No te creas, no sé ni como estoy de pie. No recuerdo cómo llegué aquí, no sé que pasó.

—No lo recuerdas porque no te conviene. ¿Por qué llegaste borracho al lanzamiento? Nos hiciste pasar un mal momento —el reclamo de Pame me tomó desprevenido.

—¿Qué?

—Pamela —susurró Benja para silenciarla.

—¿Por qué bebiste si sabías que tenías que ir al lanzamiento?

—Pame, intenta negártele a Joakin. Es imposible. Me ofreció un trago y luego nos acabamos la botella en un parpadeo. La culpa es de Benja por no ayudarme a conseguir un vuelo... ¿Qué hice? ¿Por qué dices que los hice pasar un mal momento?

Benja rio a carcajadas al ver a Pamela negar con fastidio, se acomodó sobre el sillón clavándome la vista en forma de reproche.

—Deberías preguntar que no hiciste. Te agarraste a golpes con Joakin y Benja. Tuve que meterme entre los tres para que se calmaran.

—¿Qué? No es cierto.

—Claro que lo es —afirmó Benjamín—. Yo me llevé un par de golpes por querer separarte de Joakin.

—¿Pero por qué nos golpeamos?

—Porque el otro estúpido te dijo que iba a llevarse a Camila a su hotel —respondió Pame—. Y tú enloqueciste.

—¡Camila! —Me sobresalté al recordarla—. ¿Me la traje aquí? ¿Dormí con ella?

—En tus sueños —dijo Benja riendo—. Con lo que hiciste ayer dudo mucho que tengas una oportunidad de algo así.

—¿Qué hice?

—La besaste frente a la mamá.

—Bueno eso no es tan grave, la señora nos ha visto un par de veces.

—Pablo, eso no era un beso —acotó Pame—. Parecía que querías... co...

—Cogértela ahí, frente a todos —agregó Benjamín al ver a su novia callada—. Te pasaste de la raya, la diva tuvo que irse con su mamá después de eso.

—Mierda. Le caía bien a Amelia, tendré que ganármela de nueva.

—¿Y no te preocupes por Camila? —cuestionó Pamela.

—Supongo que ella me regresó el beso, no debería estar molesta.

—Lo está, no sé que tanto le dijiste que la hiciste enojar. Hermano, ayer fue una locura.

—Yo no conocía ese lado tuyo celoso, pensé que decías que en este mundo vinimos a compartir. ¿Cuándo cambiaste el discurso?

—Pame, yo no soy celoso.

—Golpeaste a tus amigos, primero a Joakin y después a Benja, tu novio. Todo por Cami. Lo peor de todo es que la celas y tú sigues con tu vida de golfo.

—¿Mi vida de golfo? Tengo meses sin dormir con nadie.

—Tú no duermes con nadie, tienes sexo promiscuo con una y otra.

—Tengo meses sin tenerlo.

—Si, como no.

—Lo juro, Benja tú me conoces cuando miento.

—Le creo —dijo viendo a su novia—. Está obsesionado con Camila, solo habla de ella. No ha estado con nadie más.

—¿Pablo, te estás enamorando?

—No —negué entre risas percibiendo como el dolor de cabeza aumentaba—. Me gusta mucho, Cami, eso es todo no hay nada más.

—Le estás siendo fiel sin tener algo con ella.

—No le estoy siendo fiel —dije riendo con la vista fija en Pamela que me miraba con sorpresa.

—¿Por qué lo niegas tonto?

Opté por guardar silencio fingiendo que sus cuestionamientos no me habían dejado pensativo, abstraído en lo que sentía. Se quedaron un rato más conmigo, disfrutando de hacerme sentir mal con los recuerdos de la noche anterior.

En cuanto salieron busqué mi teléfono que había dejado tirado sobre la cama, ignoré todos los mensajes de Milena y otros mensajes que no me importaban. Le marqué a Camila un par de veces sin obtener una respuesta. Casi me daba por vencido cuando el tono dejó de sonar.

—Belleza.

—Estoy estudiando, ¿me puedes dejar tranquila?

Al escuchar el tono odioso de su voz experimenté un bienestar que comenzó a preocuparme.

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