Escenas extras, capítulo treinta y seis

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—¿Qué hizo qué?

Había escuchado perfectamente a mi mejor amigo, a pesar de lo alterado que estaba, logré entender todo lo que salió de su boca. Sin embargo, necesitaba oír de nuevo lo que había hecho Camila, me costaba trabajo creerlo.

—Le lanzó un vaso de agua en la cara al fotógrafo, le gritó a las personas de maquillaje y se marchó sin haber terminado la sesión. ¿Te das cuenta del alcance? Está fuera de control. Si se tratara de otra modelo la habría corrido en cuanto antes. Lo único que me detiene eres tú.

Benja respiraba rápido, luciendo molesto de verdad, lo conocía bien, su paciencia se había agotado.

—Pensé que las cosas estaban yendo bien —dije avergonzado por la actitud de Camila.

—Lo están, Camila ha sido mi salvación, pero también mi dolor de cabeza. ¿Sabes cuál es el problema? Ella sabe que es buena, por eso se aprovecha y se comporta de esa forma.

—Tienes razón —admití—, a veces no entiendo como cabe tanto ego en un cuerpo tan pequeño. ¿Qué piensas hacer?

—No lo sé, por eso estoy aquí.

Me hundí en la silla percibiendo como la tensión comenzaba a ganar terreno. Antes de Camila no solía estresarme tan seguido, me estaba envejeciendo más rápido gracias a sus desplantes. Desde que recibí la llamada de Benja intuí problemas, el tono de su voz lo hizo evidente. Me pasé las manos por la cara intentando encontrar la mejor solución a la situación. El largo suspiro que solté denotó mi frustración. Con Cami no había término medio, vivía al límite. Me hacía en exceso feliz, pero también solía llenarme de preocupaciones, directa e indirectamente.

—Las últimas dos semanas han sido complicadas para ella, no la quiero justificar, pero siento que debo contextualizarte un poco. No logra balancear sus obligaciones, o falla en la agencia o falta a clases. Eso la preocupa mucho porque está intentando arreglar las cosas con el viejo malagradecido, para hacerlo necesita enfocarse en terminar la universidad.

—No la quieres justificar, pero lo haces todo el tiempo. El mes pasado dijiste que estaba histérica porque no le había bajado, luego le gritaba a todo el mundo porque le bajó y las hormonas la ponen así. ¿Cuál será la excusa del próximo mes?

—No me lo recuerdes, el mes pasado fue una pesadilla —inevitablemente rememoré la semana estresante que padecí gracias al retraso de Camila, no dejó de gritarme y culparme todo el tiempo—. Me desesperó tanto que de verdad llegué a sentir alivio cuando le bajó, con todo y mis ganas de que estuviera embarazada.

—No sabes lo que deseas.

—Se acabarían mis dolores de cabeza.

—Ve al médico, me preocupas —aunque sonreía parecía que de verdad estaba preocupado—. Admite que está mal, es insoportable, hermano.

—Sé que está mal, es complicado tratar con ella, entiendo que estés harto.

—¿Cómo no lo estás tú?

Me quedé pensativo ante su pregunta, enumerando mentalmente todos los motivos que hacían que quisiera más de Camila en lugar de cansarme. Eran tantos que elegir unos cuantos fue complicado.

—Conmigo no se comporta a como lo hace con el resto del mundo. Es muy atenta siempre, amorosa a su manera... No lo dice casi nunca, pero me quiere, se nota. No podría estar harto de eso.

—Que suerte la tuya no tener que lidiar con su peor lado. Te juro que nadie quiere trabajar con ella, dos fotógrafos me han llamado a mi número personal para quejarse. Me da miedo su viaje a España.

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