Escena extra, capítulo veinticinco

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—¿De qué te ríes?

Mi pregunta consiguió que la carcajada de Benjamín se hiciera más escandalosa. Se recostó sobre la silla en medio de una risa que comenzaba a ser contagiosa.

—De tu desesperación.

Le di la razón en silencio mientras cuestionaba la decisión que tomé esa mañana, acudir a Benja me había parecido una buena idea, era natural que cada vez que tuviera un problema buscara la ayuda de mi mejor amigo, aunque siempre corría el riesgo de que se burlara de mí.

—¿Me vas a ayudar o seguirás riéndote como estúpido?

Se frotó los ojos mientras respiraba hondo para controlarse, Benjamín solía tomar todo de la misma forma, como si se tratase de una broma, sin embargo, sabía que después que pasara su ataque de estupidez podía contar con él. Había estado para todo lo bueno y lo malo de mi vida, era incondicional conmigo.

—¿De verdad piensas que nos creerá?

—Si lo haces bien, sí. Todo depende de ti.

Se quedó en silencio varios segundos, como si estuviera sopesando todo lo que había escuchado. Esa mañana decidí arreglar lo que se había convertido en un problema que comenzaba a preocuparme. Después de una noche en la que no pude dormir más de un par de horas, estaba listo para hacer entrar en razón a Camila, su berrinche había llegado demasiado lejos, y dejado consecuencias que no contemplé antes.

—¿Y te presento a otra pelirroja? Pamela tiene muchas amigas.

—¿Puedes tomarte esto en serio de una vez?

—Perdón —se pasó la mano por el pelo en un gesto que era común en él cuando estaba concentrado—. ¿Vale la pena hacer todo esto? Lo digo en serio, te estás tomando demasiadas molestias por Camila, muchísimas. ¿Recuerdas que solía bromear con que estabas obsesionado?

—No estoy obsesionado con ella.

—¡Te cortó! ¿Por qué vas a seguir insistiendo? Lo intentaste y no resultó, listo, ahora a lo que sigue.

—¿No te agrada Cami? —La seriedad en el tono de mi voz provocó que cambiara su actitud, me clavó los ojos antes de hacer un gesto que no supe como interpretar.

—No es eso, me preocupa tu actitud hacia ella, nunca te había visto así y es extraño. Eres el tipo más sensato del mundo, te gusta dejar fluir las cosas, no te estancas en nada, pero con ella.... No lo sé hermano.

Reflexioné sus palabras por largos minutos antes de atreverme a hablar, tenía mucha razón, no sabía que terreno estaba pisando, con Cami las cosas se sentían distintas en todos los sentidos.

—La quiero —confesé por primera vez en voz alta—. Terminamos por una estupidez, un berrinche que se salió de control.

—¿Y cada vez qué sus berrinches se salgan de control harás lo mismo?

—No lo sé —admití pensativo. Sabía que debía contemplar esa posibilidad, sin embargo, me negaba a ahondar en ello en ese momento. Me encontraba desesperado por solucionar las cosas con ella—. Cami puedo madurar, aún es muy joven, está acostumbrada a que las cosas sean a como ella diga y punto.

—Eso no lo vas a poder cambiar nunca, esa es su personalidad.

—Entonces buscaré la manera de sobrellevarlo... No lo sé.

—Bueno, si es lo que quieres cuenta conmigo. Desconocía tu lado masoquista, ¿pero quién soy yo para juzgarte? Sigue complaciendo los caprichos de la diva y soportando sus berrinches —la sonrisa que acompañó sus palabras le restó dureza al momento—. ¿Estás seguro de qué acceda a ir a tu departamento?

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