capitulo 6

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Los invitados ya habían comenzado a llegar a la mansión Mendoza, la fiesta se iba a celebrar en los inmensos jardines que rodeaban la piscina, Inés había transformado el lugar en una selva tropical, con flores exóticas, velas y antorchas que hacían del ambiente cálido relajado y sensual.

Gabriel saludaba a cada invitado como la etiqueta lo manda, se detenía el tiempo justo para recibir las felicitaciones de cada uno que llegaba poniendo su mejor sonrisa hasta que llegaba otra persona y como era su deber de festejado iba a recibirla, sus padres lo asistían en esta tarea de forma magnifica haciendo que entre los tres todos se sintieran como en casa, Gabriel parecía particularmente alegre, se esforzaba por parecerlo y que nadie se diera cuenta de que realmente no quería esa dichosa fiesta, ese, más que en otros días sentía la falta de María Teresa, de su compañía. Era con ella que quería compartir ese momento y lo peor era que se odiaba a sí mismo por necesitarla aún después de todo el daño que le había hecho.

La música de fondo sonaba agradablemente mientas transcurría la celebración, todos bebían y comían la selección de bocadillos que Inés había escogido con tanto cuidado para esa noche, mientras, Alberto notó que en la puerta que daba al jardín se encontraba Iván Rivera de pie observándolo todo con verdadero agrado, él se acercó para recibirlo y darle la bienvenida a su hogar.

—¡Iván! —llamó Alberto mientras se acercaba a él extendiéndole la mano en forma de saludo—. ¡Bienvenido, amigo!

—¡Gracias, Alberto! —respondió sonriendo amistosamente a su anfitrión estrechándole la mano que éste le ofrecía.

—¿Viniste solo?

—No. Vine con mi hija, sólo se retrasó un poco, ya debe estar por aparecer, ¿y el cumpleañero?

—Está por ahí con sus invitados. Ahora lo buscamos, pero déjame presentarte a mi esposa... ¡Inés! —llamó a su mujer que casualmente pasaba cerca de ellos...— Ven, Inés —le dijo apenas llegó a donde estaban—. ¡Quiero que conozcas al señor Iván Rivera, ¡nuevo socio y amigo!

—Es un placer, señora —agregó Iván caballerosamente—. Hermosa fiesta.

—Muchas gracias, siéntase como en su casa por favor. ¿Vino usted solo?

—No —se apuró en contestar Alberto—. Su hija ya debe estar al llegar.

—Sí, cosas de mujeres, ¿sabe? Quería retocarse antes de bajar del coche, en esos casos yo prefiero dejarla sola... Pero mírenla, ya viene —dijo al percatarse de que Elena se acercaba hasta donde ellos estaban.

Alberto quedó impresionado, la belleza de Elena era abrumadora, por un momento pensó estar equivocado y haber confundido a la hija de Rivera con otra invitada, Inés quedó igual de sorprendida, —podría ser una modelo—, pensó mientras la esperaban con una amplia sonrisa para recibirla.

—Buenas noches —saludó Elena con educación al acercarse al grupo situándose al lado de su padre.

—Mi hija. Elena Rivera —presentó con evidente orgullo paternal.

Elena estrechó la mano de Alberto educadamente y luego besó a Inés en el rostro con cariño.

—Estoy sorprendida —dijo Inés— pensé que tenía usted un hijo... no sé de dónde habré sacado eso —agregó casi avergonzada.

—No, señora Inés, ¡tengo a esta hermosa hija que bien llena el puesto de varios varones! —bromeó Iván bajo la mirada aprobatoria de su hija.

—Sí. La verdad que el haber nacido mujer no fue motivo para que mi padre no me llenara de responsabilidades, ¡igual que a un hombre o peor en algunos casos! —añadió Elena en tono de broma.

AMOR ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora