capitulo 41

8.1K 285 45
                                    




Epilogo

La brisa del mar jugaba con el cabello de Elena mientras el Freedom navegaba apaciblemente sobre las suaves olas, el sol del atardecer calentaba su piel casi tanto como lo hacían los brazos de Gabriel  que la sostenía desde la espalda en un abrazo firme mientras miraban juntos el horizonte, plenos y en total ensoñación contemplaban el futuro con ilusión dejando espacio para la certeza de que los momentos difíciles habían quedado atrás, las enseñanzas quedarían por siempre presentes, pero el dolor y la decepción habían sido por completo superadas.

—Creo que al final la boda fue muy hermosa. -aseguró Elena con una sonrisa satisfecha. Muy íntima, pero sentí que quienes nos acompañaron eran las personas que más nos quieren.

—Fue perfecta. Yo me divertí mucho. Lo que más me gustó fue cuando escuché eso de que eras mía otra vez. -agregó besándole el cabello a su esposa.

—Ay, Gabriel. Creo que tengo que recordarte mis votos... Prometo estar a tu lado en las buenas y en las malas, en la enfermedad y en la salud, en la riqueza y en la pobreza, prometo serte fiel y sincera en cada aspecto de la vida, prometo estar allí para ti siempre que me necesites, apoyarte y amarte para el resto de mi vida. No recuerdo haber prometido obediencia ni seguirte a ciegas.

—¿Y eso que tiene que ver? -preguntó fingiendo inocencia.

Elena giró sobre sus pies hasta quedar de frente a frente con su recién estrenado esposo, pasó sus brazos por el cuello de él enlazando sus manos mientras sentía como las de Gabriel la apretaban más contra su cuerpo.

—Que estoy contigo porque deseo estarlo, pero que debes portarte bien y cuidar nuestro amor para que estemos juntos para siempre, que voy a ser tuya mientras te portes bien. -agregó con picardía.

—Mi vida, mi reina, mi amor. Aprendí la lección. No temas por nada, entiendo que necesites seguridad y yo te la voy a dar, dame tiempo y te voy a demostrar que soy merecedor de tu amor y de ti.

—Lo sé. No tengo dudas de eso. 

—Déjame verte de nuevo, date una vuelta.

Gabriel se separó unos pasos de Elena para hacerla girar como en un paso de baile mientras la admiraba en el sencillo traje color marfil que lució para la boda al terminar el giro la atrajo de nuevo a su cuerpo acariciando su cintura.

—Eres la novia más hermosa que he visto, tu vestido, tu cabello suelto... Soy un hombre afortunado. -dijo mirándola con los ojos llenos de deseo.

—Dos veces me he vestido de novia para ti.

    —Pero esta vez puedo apreciarte con todos los sentidos, sin distracciones ni confusiones. Te ves preciosa.

Gabriel besó a su esposa con pasión, sus bocas compartían el anhelo por más besos, por entregarse el uno al otro en la consumación de su unión, las manos de él, siempre sedientas de la piel de la mujer amada acariciaban con deseo el cuerpo de Elena, cada curva tentadora, el hermoso rostro que ahora era el reflejo de la felicidad más absoluta...

—Espera Gabriel. -dijo cortando el beso de súbito rompiendo con la magia del momento.

—¿Estás bien? -preguntó preocupado al ver que ella había palidecido y que sus facciones habían tomado un matiz de incomodidad inconfundible. 

—Perdona, creo que el barco se mueve demasiado. -dijo poniendo una mano sobre su frente como tratando de detener las vueltas que daba su cabeza.

Gabriel estudió con recelo la respuesta de Elena, observó por un instante el horizonte como para cerciorarse aun cuando no hacía falta, de que la marea estaba muy clama y que el agua casi no se movía debajo de ellos.

AMOR ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora