Gabriel se encontraba reunido con su padre en su oficina, con ellos estaba el abogado de confianza que trabajaba para ellos desde hacía muchos años, un hombre experimentado de más de sesenta años, de rasgos fuertes y severos.
—Si las cosas se manejan de esta manera no tendremos de que preocuparnos, Alberto —aseguró el especialista en leyes bajo la mirada de los dos Mendoza.
—Yo también lo creo, pero debemos tener cuidado con lo que pidan para el arreglo, pienso que pueden querer aprovecharse.
—Papá, claro que van a querer aprovecharse, querrán sacarnos lo más que puedan, para eso tenemos a Richie, nuestro abogado estrella —dijo Gabriel señalando a el abogado sonriendo pícaramente— hizo su tarea y recolectó información interesante sobre la contraparte. Eso nos dará una carta con la que podremos jugar para frenar sus intenciones.
—Lo sé, Gabriel.
—Quédense tranquilos —pidió el abogado—. No llegaremos a juicio, pero de todas formas me gustaría que Gabriel o ti Alberto, me acompañe. Si un alto ejecutivo de la empresa además de mi persona está presente, con seguridad será más fácil negociar.
—Tienes razón. Irás tú, Gabriel —sentenció Alberto dando por seguro que su hijo no pondría objeción puesto que era sabido por todos que a Gabriel le apasionaban este tipo de retos.
Gabriel miró con frialdad a su padre, no tenía ganas de viajar en ese momento, no sabía bien por qué, pero tenía un firme deseo de quedarse con Elena. Pero por otra parte su lado profesional lo empujaba a ir y desatar el lobo hambriento de triunfos que era en el ámbito laboral.
—sí. Yo voy contigo, Richie, quiero terminar esto de una vez.
—¡Perfecto! Me encanta cuando nos ocupamos juntos de estas cosas, no te ofendas, Alberto, pero tu hijo tiene más astucia que tú para estos casos —aseguró Richie en medio de risas burlonas.
—¡Claro! Vayan y diviértanse... ¿Cuándo se van, Richie?
—Deberíamos estar allí el lunes, así nos preparamos bien. Espero que para el jueves podamos regresar. ¿Está bien para ti, Gabriel?
—sí. Saldremos el lunes.
Gabriel pensó en invitar a su esposa a ese viaje, pero desechó la idea sabiendo que no tendría tiempo para disfrutar la ciudad con ella, estaría sola todo el día. —Se aburriría— determinó.
Amanecía el lunes, Gabriel partiría a la ciudad de Nueva York en un par de horas, la noche anterior dejó todo preparado así que podía darse el lujo de quedarse un poco más en la cama con Elena. Sus cuerpos descansaban desnudos y entrelazados bajo las sábanas tras lo que podría llamarse una intensa despedida, si bien era cierto que Gabriel reconocía un fuerte sentimiento por ella su deseo era aún más grande magnificándose en la medida en que ella se entregaba sin reservas a él haciendo bastante difícil su despedida, en el corazón de él había una fuerza silenciosa que lo empujaba a abrazarla más y más fuerte cada vez, por primera vez no quería alejarse, quería quedarse allí con ella como si el tiempo se le fuera a acabar y tuviera que decidir en donde pasar el resto de sus días. Pero recobró su frialdad de pensamiento sabiendo que tenía un vuelo que abordar.
—Me tengo que levantar...
—¿Qué hora es? —preguntó abrazando más fuerte a su esposo.
Gabriel buscó en su mesita de noche su reloj para ver la hora.
—Son las seis y treinta, linda.
Dicho esto, le dio un beso rápido y se levantó para dirigirse directo a la ducha.
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AMOR ROBADO
RomanceGABRIEL YA NO CREE EN EL AMOR, ENCONTRAR A LA MUJER DE SUS SUEÑOS NO FUE TAREA FACIL, PERO CUANDO LA ENCONTRO Y LO ENGAÑO EN LOS BRAZOS DE OTRO HOMBRE SU CORAZON HECHO PEDAZOS JURO NUNCA MAS VOLVER A AMAR, PERO EL DESEO ERA OTRA COSA, A PESAR DE DES...