capitulo 7

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Al día siguiente en casa de la familia Mendoza reinaba la paz y el silencio excepto por las voces en el comedor familiar donde almorzaban Alberto, Inés y Gabriel que comentaban alegremente los hechos de la noche anterior.

—Te felicito, Inés —dijo Alberto a su esposa— la fiesta fue perfecta como siempre.

—¡Gracias! —repuso con falsa modestia—, la verdad es que estoy muy contenta con los resultados, quedó como yo lo había planeado. Gabriel hijo —llamó tratando de ganar su atención— No has dicho nada, ¿te gustó la fiesta de tu cumpleaños? Ayer te veías muy contento —agregó con la mirada fija en su hijo estudiando su reacción.

—Claro que sí. Lo disfruté mucho. Comparto la opinión de papá.

—¡Siempre tan elocuente, Gabriel! Por cierto, ¿qué tal la hija del señor Rivera, Elena? —curioseó Inés con evidente admiración—. Me quedé sorprendida, es una niña espectacular, e inteligente —puntualizó.

—Sí —contestó Alberto—. Iván me lo contó todo anoche, ella trabaja con su padre, lo ha hecho desde que se graduó hace un par de años, Iván me contó que la ha hecho trabajar de recepcionista hasta supervisora que es lo que hace en este momento.

Gabriel escuchaba en silencio la conversación de sus padres sobre Elena, en su mente aparecía la figura de un cuerpo escultural adornado con un rostro perfecto y angelical, era imposible no aceptar que había quedado verdaderamente impresionado con la joven, definitivamente ella era hermosa...  Sí, como una muñeca de porcelana. Como todas las mujeres que Gabriel conocía, Elena, fue comparada con María Teresa, reconoció para sí mismo que la joven era más dulce, más tierna incluso más bella, pero descartó esos pensamientos concluyendo que aun siendo así, la muchacha en cuestión, con toda seguridad no tenía el fuego que tenía su Merite, no tenía la pasión que ella desbordaba ni el fuego que aun sentía que quemaba sus entrañas.

—¿Qué piensas, hijo, no estás de acuerdo? —Quiso saber Alberto al ver que su hijo se perdía en sus pensamientos.

—Disculpa, estaba distraído, ¿qué pienso de qué?

—Hablamos de Elena la hija de Iván Rivera. Tu madre y yo pensamos que además de hermosa parece ser muy inteligente.

—Oh... Elena, sí —dijo aún pensativo—. Hermosa. ¿Ella va a trabajar en los astilleros, quiero decir en el departamento nuevo?

—Sí —respondió Alberto rápidamente bajo la mirada atenta de Inés que parecía estar muy interesada en la reacción de su hijo con respecto tema—. Si no me equivoco Iván trajo a su hija desde Londres cuando terminó sus estudios para que se empape bien del negocio, creo que lo escuché decir que su hija estaría en las nuevas oficinas que se habilitarán para la sociedad entre nosotros.

—Está bien —dio por toda respuesta Gabriel, pensando que sería muy bueno tenerla cerca, aunque fuera para disfrutar del espectáculo óptico que ofrecía su belleza.

***

Habían pasado varios días desde la fiesta, Elena había pensado en él cada día, sentía muchas ganas de volverlo a ver, su padre le había comunicado que en los próximos días comenzaría a trabajar en las nuevas oficinas habilitadas para la sociedad Mendoza-Rivera en la que la mitad de los astilleros pasarían a operar en exclusiva para los barcos de la empresa Mendoza, esto la había puesto algo nerviosa, no solo porque vería a Gabriel a menudo, sino también porque sería un reto para ella estar  a la altura de las expectativas de todos, sentía que necesitaba experiencia, confiaba en ella misma, en sus conocimientos y destrezas pero, estaría al lado de ejecutivos hábiles y expertos, eso en gran parte le hacía sentirse  segura de que aprendería de los mejores y a la vez algo nerviosa. En total era una suma de emociones que le hacían perder el sueño y la llenaban de impaciencia esperando ese primer día en el que estaría frente a tantos nuevos retos.

AMOR ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora