capitulo 23

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Para su sorpresa, Elena apareció acercándose lentamente, era como si no la hubiera visto nunca antes, comprendió al instante que por primera vez la veía con ojos limpios, sin sentirse obligado con mentiras ni buscando motivos para estar con ella, ahora la veía con un cariño incipiente que si le daban vida lo haría crecer hasta convertirlo en amor, de esa manera la vio más hermosa que nunca, no se detuvo en su semblante cansado, ni me sus ojos hinchados por el llanto, ni en su pelo suelto y sin peinar, todo el conjunto era irresistible para él, se veía hermosa. Ella se había quitado el vestido de novia, usaba una franela de Gabriel que encontró en el closet de la habitación, aun así, su cuerpo escultural se revelaba haciéndole más difícil pensar en que podría verse obligado a renunciar a ella.

En silencio, Elena se sentó en una silla alta en la barra de la cocina quedando frente a Gabriel, él respetando su silencio tomó una taza, la llenó de café recién hecho, la endulzó sin preguntar poniéndole dos cucharadas de azúcar y se la extendió autoritariamente sabiendo que ella lo necesitaba tanto o más que él. Elena recibió la taza sorbiendo su contenido agradecida de lo bien que le sentaba en su estómago.

—La mujer de la fuente de soda en el hotel... —dijo rompiendo el silencio sin levantar la mirada de la taza en sus manos—, era ella verdad, tu mujer.

—Mi mujer eres tú —aclaró seriamente—. Pero sí, era ella.

—¿La amaste?

—sí. No te lo voy a negar, ella fue especial para mí.

—¿Todavía la amas?

—No. No quiero ni tenerla cerca de mí. Solo me hizo daño.

—Pero te sigues acostando con ella... —afirmó Elena como escupiendo las palabras mientras levantaba los ojos.

—He sido débil en ese sentido —respondió manteniéndole la mirada.

—¿Si tan solo supieras cómo me siento?

—sí. Lo sé.

—No, no lo sabes.

—Lo viví cuando la encontré en la cama con otro hombre.

—¡No! Eso solo fue solo la parte de la infidelidad, tú no solo me traicionaste, además me usaste y me engañaste... ¿Comprendes la diferencia? Incluso te burlaste de mí haciéndome creer que era importante para ti cuando la verdad es que menospreciaste todo lo que hice contigo.

—Eso no... Lo que hemos hecho, las veces que te hice el amor han sido especiales para mí, son cosas que un hombre sabe apreciar —Gabriel hablaba con un tono de voz suave mientras la miraba a los ojos tratando de inspirarle confianza—. Lo más importante es cuando una mujer te entrega su virginidad. Para mí fue un honor que tú me entregaras tu cuerpo esa primera vez.

Las lágrimas brotaron de nuevo en los ojos de Elena, lo amaba, y aunque la hubiera engañado Gabriel Mendoza era su hombre y a pesar de las circunstancias ahora también era su esposo. Pero no podía ni por esa razón olvidar tan fácilmente lo que le había hecho.

—Yo sé que te decepcioné en todos los sentidos, Elena, pero debes saber que estoy arrepentido —dijo para luego dar la vuelta a la barra y quedar cerca de ella, le quitó la taza de las manos sin que ella se resistiera al contacto supliéndola con sus propias manos—. Suplico tu perdón. Entendería que no logres perdonarme, yo mismo no pude hacerlo cuando me hicieron daño, mi orgullo y mi soberbia me ganaron en esa oportunidad, pero ruego que a ti no te suceda lo mismo... Permíteme enmendar mis errores y ganar de nuevo tu confianza.

—No sé si pueda, Gabriel... —dijo retirando las manos de las de él—. Además, ahora que mi padre se entere de lo que pasó querrá que anule el matrimonio de inmediato.

AMOR ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora