Rato después, cansado de tanto pensar en el futuro, Gabriel fue a acostarse al lado de su esposa, la veía dormir y se preguntaba sí de verdad lograrían tener un futuro feliz, lo único que le quedaba claro era que en ese momento solo quería abrazarla, hacerle el amor; temía el hecho de que podía perderla en cualquier momento, quería demostrarle que la quería a su lado, pero solo sabía hacerlo de una manera. Iba a disfrutar eso últimos días que les quedaban antes de regresar gozando de su compañía y dándole lo que sea que tenía para ella. Comenzó por acariciar delicadamente su rostro, admiraba cada detalle de ella, sus facciones perfectas, delicadas; su cuello fino y largo, bajó lentamente a su busto delineando las curvas que ondeaban su pecho. Elena iba despertando lentamente de su sueño al sentir las suaves caricias que iban bajando hacia su vientre, para cuando llegó a su entrepierna ya estaba completamente despierta, alerta y respondiendo fogosamente a los deseos de Gabriel
El chófer de la familia Mendoza había ido a buscarlos al aeropuerto, el viaje de regreso fue bastante tranquilo, fue poco lo que hablaron sobre las expectativas que tenían con su llegada. En casa de Gabriel los esperaban sus padres y el padre de Elena para darles la bienvenida con un ambiente festivo y alegre inocentes de la turbulenta luna de miel que habían atravesado, solo Alberto se veía un poco reservado, apenas menos emocionado que los demás, consciente de que algo grave había acaecido, disimulaba su ansiedad porque su hijo le contara cada detalle de lo que había pasado el día de la boda.
Los tres salieron a recibirlos apenas supieron que habían llegado. Los abrazos llegaron en abundancia junto con las sonrisas y los besos llenos de amor paternal, en especial los de Iván para su hija que sin querer rompió en llanto al sentirse protegida por los brazos de su padre quien atribuyó esas lágrimas a la emoción natural de la ocasión.
—Ya... Ya, Ele ¡voy a creer que ese marido tuyo te está haciendo sufrir! —dijo en broma Iván sin percatarse de la mirada llena de furia que dirigió Alberto a su hijo.
Cogió el rostro de su hija entre sus manos haciéndola parecer de nuevo una niña a lo que ella respondió con una tranquilizadora sonrisa que hizo que Gabriel se relajara al comprobar que no contaría nada de lo que había sucedido.
—Tranquilo, papá, ¡es solo la emoción de verte!
—Hola, Iván... —saludo Gabriel sido correspondido por este con igual cariño con el que saludó a su hija.
—¡Gabriel! hijo ¿Cómo estás?
—Muy bien. Contento de haber vuelto.
—Elena, cariño... —comentó Inés con los brazos abiertos hacia su nuera.
—¡Inés!
Elena abrazó a su suegra con auténtico cariño.
—Te ves hermosa, hija, ese bronceado te queda divino... —indicó Inés.
—¡Bienvenida a tu casa, linda! —saludó Alberto dándole un beso a la nueva esposa de su hijo.
—¡Gracias, Alberto! —respondió con un efusivo abrazo.
—¿Qué hacemos aquí todavía? ¡Entremos, estoy tan feliz de que ya estén en casa! —agregó Inés cogiendo de un brazo a Elena para entrar hasta la sala seguidas por el resto del grupo.
—Y bien... cuenten, ¿cómo lo pasaron? —preguntó Iván alternando miradas a su hija y a su yerno apenas estuvieron acomodados en los cómodos asientos de la sala.
—Bien —repuso escuetamente Elena.
—Solo bien... —Alberto miró fijamente a su hijo tratando de hacer de su falsa sonrisa algo y natural—. ¡Esa no es la respuesta para describir una luna de miel!
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AMOR ROBADO
RomanceGABRIEL YA NO CREE EN EL AMOR, ENCONTRAR A LA MUJER DE SUS SUEÑOS NO FUE TAREA FACIL, PERO CUANDO LA ENCONTRO Y LO ENGAÑO EN LOS BRAZOS DE OTRO HOMBRE SU CORAZON HECHO PEDAZOS JURO NUNCA MAS VOLVER A AMAR, PERO EL DESEO ERA OTRA COSA, A PESAR DE DES...