Con el tiempo Gabriel aprendió a vivir con su soledad, dejó de buscar compañías vacías y dedicó su vida al trabajo volviéndose su única obsesión, incluso llegó a dormir durante días en su oficina, hizo instalar allí en una sala de juntas que casi no se usaba una especie de gimnasio para ejercitarse cuando el estrés fuera intenso y así no descargar tanto su amargura con sus empleados, tomaba después una ducha se cambiaba con ropa que guardaba en una otra oficina donde dormía en un sofá cama.
—Estoy verdaderamente preocupada por ti. —dijo Inés sentada frente a su hijo en una visita a la empresa.
—¿Por qué, mamá? —preguntó sin mucho entusiasmo por la conversación.
—¿Te parece poco? Ya no sales de esta oficina, no vas a tu casa desde hace días, no vienes a vernos a tu padre y a mí, si no vengo hasta aquí, no sé nada de ti porque no respondes el teléfono. Sé más de tu vida por tu secretaria que por ti mismo. ¿Quieres otra razón?
—Exageras, mamá. Es solo que hay mucho trabajo en estos días, nuevos proyectos... Eso es todo.
—Gabriel, entre tu padre y tú siempre han llevado los negocios perfectamente sin necesidad de llegar a estos extremos. Creo que ya es hora de que busques ayuda profesional.
Gabriel miró a su madre con recelo poniéndole atención por fin a lo que su madre decía.
—No me mires así, hijo, te convertiste en un obsesionado por el trabajo, abandonaste a tu familia, tu propia vida por estar trabajando sin parar porque no puedes superar lo que pasó con Elena.
La mirada de Gabriel se volvió dura, en ella se podía ver el sufrimiento renacer con el recuerdo que afloró su madre con el comentario.
—¿Por qué tienes que hablar de eso ahora?
—¡Porque soy tu madre! Tengo el deber de sacarte de ese estado, han pasado muchos meses desde que Elena se fue y tú vas de mal en peor.
Gabriel dolido no tuvo más remedio que escuchar a su madre.
—Cuando María Teresa te puso los cuernos te deprimiste, sí. Pero saliste adelante, seguiste con tu vida, ahora debes hacer lo mismo.
—No hay comparación —dijo cabizbajo abriendo su alma a su madre—. María Teresa no era nada en comparación con Elena, ella era mi esposa, la mujer que realmente amé, la que me quedó clavada en el alma y a quien más daño le hice, la destruí cruelmente, me portee con ella como un animal, ¿cómo quieres que lo supere, que siga con la vida con esta culpa y este dolor que me hunde? Fui el peor de los hombres con la mujer más maravillosa que puede haber en el mundo, la más dulce de todas —concluyó con dolor mezclado con furia.
Inés no sabía cómo consolar a su hijo, por un momento deseó sentarlo en sus rodillas y acunarlo hasta que el dolor se fuera, pero eso no era posible, ese sufrimiento se lo buscó él mismo y él solo debía buscar la cura. Como madre debía aconsejarle qué camino tomar, pero era su decisión lo que haría a partir de ese momento.
—Te entiendo, hijo, tienes tus razones para estar en ese estado, pero este autocastigo debe parar, no vas a llegar a ningún lado sí sigues así, el tiempo no va a devolverse para que tú rectifiques tus errores. Pero puedes mejorar tu futuro.
—¿Cómo?... ¿Cómo me quito esto del alma sí casi siento que me odio a mí mismo? Estando aquí trabajando evito pensar en lo que hice.
—Escapar no es la solución, Gabriel, convertirte en un dictador con los empleados no te da ningún alivio para lo que sientes, dejar de alimentarte bien y trabajar hasta el agotamiento no es lo que te va a hacer avanzar, hijo mío.
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AMOR ROBADO
RomansaGABRIEL YA NO CREE EN EL AMOR, ENCONTRAR A LA MUJER DE SUS SUEÑOS NO FUE TAREA FACIL, PERO CUANDO LA ENCONTRO Y LO ENGAÑO EN LOS BRAZOS DE OTRO HOMBRE SU CORAZON HECHO PEDAZOS JURO NUNCA MAS VOLVER A AMAR, PERO EL DESEO ERA OTRA COSA, A PESAR DE DES...