Llegaron a la pequeña y pintoresca ciudad de Road Tauwn, con sus calles estrechas y llenas de colorido, aparcaron cerca de una calle llena de pequeñas tiendas típicas del lugar, comenzaron al caminar en medio de la gente que disfrutaban del ambiente demostrando en sus caras si disfrutaban de que lo que la ciudad ofrecía.
—¿A qué vinimos aquí, Gabriel? —preguntó de pronto Elena deteniéndose cuando habían caminado sólo unos metros.
—Vinimos a conocer... —respondió rápidamente como si la respuesta fuera obvia—. Me han dicho que es muy bonito y que hay tiendas que vale la pena visitar.
—Y sí yo no quiero pasear, ni comprar nada... además hace mucho calor, aparte de eso no estoy vestida como para andar de tiendas. ¿No lo ves?
—Lo veo, preciosa, ¿cómo no verte? —contestó con los ojos llenos de deseo.
Para la joven recién casada era muy difícil mantenerse fría, sobre todo cuando su esposo se veía tan guapo vestido de esas manera, vaqueros y una sencilla franela blanca, rara vez su cabello se veía en desorden pero ese día el viento había hecho que los mechones cayeran rebeldes en su frente y sus cienes haciéndolo lucir más joven, era la primera vez que lo veía tan jovial, su caminar era ligero y se veía que se esforzaba por que ella pasará un buen rato junto a él, pero estaba dispuesta a hacerlo sufrir un poco más, dos días no eran suficiente para hacerle pagar por lo que le había hecho, en su corazón la herida estaba muy fresca, y aún dolía a pesar de sentir escalofríos cada vez que él se acercaba, como en ese justo momento cuando Gabriel extendió su mano hasta el cabello retirando la pinza con la que ella había hecho un apretado moño, retirándola suavemente para dejar caer en libertad el largo cabello sobre su espalda, peinó algunos mechones en desorden con los dedos en un momento en el que el tiempo pareció detenerse para ambos en un íntimo compartir de sentimientos que dados y recibidos por medio de miradas penetraban hasta el alma de los dos, hasta que Elena recobró su compostura recordando todo lo que había pasado entre ellos los últimos días; bajó la mirada con tristeza y se apartó de Gabriel ocultando las lágrimas insipientes que hacían brillar sus ojos como zafiros, Gabriel la siguió en silencio lleno de una ternura que lo urgía a abrazarla y a consolarla, pero reprimió el sentimiento por temor a incomodara, sin sospechar que de haberlo hecho hubiera terminado de una vez con ese calvario que ambos estaban viviendo ya que ese abrazo que nunca llegó era el anhelo más grande de Elena. Siguieron caminando uno al lado del otro sin siquiera tocarse, miraban el colorido de las calles, la gente que igual ellos paseaban mirándolo todo con curiosidad, pero a diferencia de los recién casados los turistas sonreían y disfrutaban del paisaje.
A poca distancia encontraron un pequeño centro comercial con variedad de tiendas, Elena miró con curiosidad la diversidad de colores que exhibía en una vitrina de vestidos confeccionados en el lugar, quiso disimular su interés pero Gabriel se dio cuenta de inmediato del cambio de humor de su esposa agradecido que hubiera algo que la distrajera de sus pensamientos, la animó a entrar y probarse algunos de esos vestidos que le habían llamado su atención; al principio ella se negó rotundamente, pero la insistencia de él logró hacerla cambiar de opinión con una idea en la mente. —Voy a hacerlo sufrir un poco—, pensó con malicia, —no me quiere, pero me desea—, se decía mientras ideaba un plan con el que según ella pondría a prueba su paciencia. Entraron juntos en la tienda, hacía calor, al entrar una joven de sonrisa agradable se le acercó para atenderla y mostrarle la mercancía, tras unos minutos en los que Gabriel esperó en silencio, Elena entró al pequeño probador con varios vestidos colgando de su brazo.
Mientras, el nuevo esposo esperaba con paciencia preguntándose si su esposa realmente compraría algo o simplemente prefería perder tiempo en el probador para evitar su compañía. Para su sorpresa Elena salió del probador con un vestido azul cielo palabra de honor, ajustado hasta la cintura y amplio en la falda hasta llegar al suelo, pasó frente a él modelando, exhibiendo su figura de una manera provocativa y sensual, pero sin siquiera mirarlo, era como si él no estuviera en la tienda y no estuviera mirando el despliegue de sensualidad que ella ofrecía.
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AMOR ROBADO
RomanceGABRIEL YA NO CREE EN EL AMOR, ENCONTRAR A LA MUJER DE SUS SUEÑOS NO FUE TAREA FACIL, PERO CUANDO LA ENCONTRO Y LO ENGAÑO EN LOS BRAZOS DE OTRO HOMBRE SU CORAZON HECHO PEDAZOS JURO NUNCA MAS VOLVER A AMAR, PERO EL DESEO ERA OTRA COSA, A PESAR DE DES...