Capitulo 8

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Comienza a escribir tu historia

Se acercaba el mes de diciembre, el ambiente en las oficinas de los astilleros era alegre por la proximidad de las fiestas, ese día en especial se sentía en el aire una algarabía especial, quizá no solo por la cercanía de las navidades, también porque todos sabían lo provechosa y próspera que había resultado la fusión entre las dos empresas, eso lo evidenció los jugosos bonos que todos los empleados estaban seguros de que recibirían.

Caía la tarde, había pasado la hora habitual en que los empleados se retiraban, a través de los cristales de la oficina de Gabriel se podía ver un maravilloso atardecer que en realidad nadie disfrutaba, las personas que estaban allí Gabriel, Elena y otros compañeros de trabajo como el administrador, el gerente comercial, la subgerente y varias secretarias decidieron  quedarse y aceptar la invitación que su jefe les hiciera de quedarse a compartir con él algunas botellas de vino que guardaba para alguna ocasión especial, entre todos colaboraron para pedir pizza haciendo perfecta la velada. La verdad es que no había ocasión especial, Gabriel se sentía especialmente de buen humor sin motivo alguno y quiso compartirlo con su equipo de trabajo, así sentía que crearía más confianza entre ellos. Se hacían bromas se contaban anécdotas... El ambiente era ligero y jovial.

—Bueno... ¡Atención por favor! —dijo Gabriel levantando su vaso de plástico transparente con el que bebía vino—.  Quiero hacer un brindis por todos los presentes, un maravilloso equipo de trabajo con quien tengo el privilegio de contar... Además, quiero darles las gracias porque sin su esfuerzo y dedicación esta empresa no hubiera tenido el arranque tan exitoso que tuvo. ¡Salud!

—¡Salud! —contestaron todos al unísono incluida Elena que no podía dejar de mirar a Gabriel desde un extremo de la oficina, su mirada dejaba en evidencia admiración, respeto y sin dudas deseo, lo que no pasó desapercibido para él que sin poder ni querer evitarlo quedó prendado de esa inocente mirada librando una lucha en su interior entre el cazador que deseaba tenerla entre sus manos y el hombre que sabía que no debía acercarse a ella.

—Quiero hacer otro brindis —volvió a hablar con voz más fuerte para llamar la atención de los que allí se encontraban sonriendo pícaramente—. Sí me permiten, quiero hacer un brindis por nuestra ejecutiva más joven añadió mirando directamente a Elena que comenzó a ruborizarse de inmediato—, Por ti, Elena, por tu brillante futuro, por tu inteligencia y por tu belleza, ¡salud!

—¡Salud! —repitieron todos con alegría.

Elena miraba a Gabriel ahora con una espléndida sonrisa en el rostro, gratamente sorprendida por semejante e inesperado agasajo, se sentía emocionada por la atención que había tenido con ella, su corazón latía fuertemente, más aún cuando lo vio acercarse lentamente. Los demás presentes habían desaparecido de su campo visual, las conversaciones que antes llenaban sus oídos habían callado, solo podía oír su propio corazón latir fuertemente en su pecho y ver como aquel hombre tan atractivo se paraba frente a ella y la miraba directamente a los ojos para chocar sus vasos con delicadeza.

—Salud —dijo Gabriel sonriéndole de medio lado.

—Salud —logró contestar Elena controlando a duras penas el temblor de sus manos.

—Espero que te haya gustado —repuso Gabriel después de darle un sorbo al vaso que tenía en sus manos.

—Sí, gracias. La verdad no me lo esperaba —agregó bajando la mirada coquetamente para luego mirarlo de nuevo a los ojos.

—Lo mereces... Es que me sorprendes, tan joven y eres tan profesional, tan responsable. Me gusta mucho ver lo bien que te desenvuelves en lo que haces, tu padre debe estar muy orgulloso de ti —afirmó cambiando la expresión de su rostro, la sola mención de Iván le recordaba que con esta mujer no debía jugar, sería como jugar con fuego, aunque una parte de él quisiera correr el riesgo y el precio a pagar fuera el más alto.

AMOR ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora