capitulo 25

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Los días sucesivos fueron bastante agradables, tranquilos y relajantes. Para los dos fue como sí se acabarán de conocer, no hablaban del pasado, ni de del futuro, no mencionaban nada que pudiera arruinar el humor del otro, por el contrario, hacían todo lo posible por conocerse y agradarse complaciéndose mutuamente en todos los sentidos. Caminaban de la mano como enamorados, compartían sonrisas y miradas cómplices a la menor oportunidad disfrutando a su vez de unas verdaderas vacaciones. Gabriel se fascinaba más con ella con cada día que pasaba a su lado, largas conversaciones le demostraron que era una mujer especial y que debía estar agradecido por tenerla en su vida.

Elena por su parte, ponía todo de sí misma para anular cualquier sentimiento de rencor que podía quedar en ella, su nueva meta era enamorarlo, no le bastaba su cariño, quería su amor y sabía que debía tener paciencia para obtenerlo, si era verdad lo que él le decía entonces tendría que cuidar esa semilla para que germinara lo suficiente y echara raíces. Le daba espacio como para que no se sintiera asfixiado, sabía muy bien que eso no le gustaba, esa parte le era muy difícil puesto que a ella le hubiera gustado estar siempre pegada a su espalda, pero en Miami había problemas y esto le quitaba tiempo, pasaba mucho rato al teléfono o trabajando en su portátil, en esos momentos lo dejaba solo. Para Gabriel no pasaban desapercibidos estos gestos de parte de ella y cada vez los valoraba más. Hubo un día cuando habían pasado dos semanas de su viaje en que Gabriel trabajó muchas horas, su padre no quería molestar, pero había situaciones que requerían de él para ser solucionadas.

—Esta bien —decía Gabriel al teléfono después de una larga conversación con su padre—, nos ocuparemos de eso a mi regreso, no te preocupes más por la demanda... Sí, ya todo quedará bajo control... Leí el documento que me enviaste anoche y si todo sigue ese camino saldremos bien parados.... Llegaremos a un acuerdo extrajudicial ya verás.... Ok, salúdame a mamá. Adiós.

Gabriel finalizó la llamada con gesto cansado, buscó a Elena con la mirada y la ubicó recostada en la cama revisando su teléfono, se veía hermosa, muy sexy vestida solo con una franelilla y su ropa interior. Se acercó a ella sintiendo una agradable sensación de alegría solo por el hecho de tenerla cerca, se había convertido en poco tiempo en un refugio para él, su sola presencia lo hacía sentir calmado. Con movimientos felinos gateo sobre la cama hasta donde se encontraba su esposa, al llegar a su lado se acostó sobre su espalda descansando la cabeza sobre el vientre de ella con el cuerpo completamente atravesado sobre el ancho de la cama, ella posó su teléfono a un lado para volcar toda su atención hacia él.

—¿Qué pasa?

—Nada, la empresa que nos demandó se hace la dura, pero creo que podríamos llegar a un acuerdo para pagar por la mercancía que se volcó en el mar —explicó con tranquilidad demostrando que estaba muy acostumbrado a ese tipo de líos y salir ganando.

—¿Pero es grave?

—No.

—Quizá es mejor que volvamos...

—¡Para nada!, preciosa, nada me hará volver antes de tiempo —aseguró sonriendo de lado seductoramente—. ¡Es más estoy planeando quedarnos más tiempo!

—¡Voy a creer que quieres estar aquí solo por estar conmigo! —bromeó Elena.

—Claro que no quiero SOLO estar contigo... —dijo enfatizando la palabra solo, dándose la vuelta para quedar con su rostro sobre el vientre de Elena— estar contigo no me basta...

Besó la suave piel que tenía frente a él, una, dos, tres veces mientras que le acariciaba los pechos por debajo de la fina franelilla.

—No, linda, eso solo no me basta. Si tuviera que quedarme sin poder tocarte, entonces preferirá lanzarme al mar y buscar yo mismo la mercancía que se perdió en el carguero.

AMOR ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora