capitulo 15

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Gabriel llegó puntual a la cita con Elena,  al ella subirse al coche la saludó con una gran sonrisa y un beso en el rostro, se había levantado de buen humor con la mente mucho más clara que el día anterior y con la seguridad de que lo que tenía planeado era sin duda la solución a su problema, además, al verla esa mañana comprobó que no sería ningún sacrificio ser el hombre de esa hermosa mujer, el trayecto de ciento cincuenta y ocho kilómetros hasta la casa de playa les ofrecía una hermosa vista al horizonte, Elena disfrutaba del paseo enormemente pero más disfrutaba de la compañía de Gabriel que se mostraba mas cariñoso que nunca ofreciéndole picaras miradas acompañadas de su característica sonrisa ladeadas mientras tarareaba canciones románticas que sonaban en la radio.

La casa era una magnifica propiedad, poseía una pequeña playa privada que a los ojos de Elena era paradisíaca, en un segundo tomó conciencia de que estaba sola allí con Gabriel y que cualquier cosa podría pasar entre ellos, lo que más le sorprendió fue saber que ella estaría dispuesta a todo con él, en su estómago miles de mariposas revoloteaban a la espera de ese momento que, aunque no estaba segura de sí llegaría, lo deseaba con ansias.

La casa era grande y luminosa, con paredes blancas, de techos altos que permitían la entrada de la brisa que venía del mar por sus grandes ventanales, Gabriel le dio un breve recorrido mostrándole la planta de abajo de la casa.

—En el nivel de arriba están las habitaciones por si quieres descansar o darte una ducha, para lo que desees, siéntete como en tu casa. 

—Gracias, Gabriel, la casa es hermosa.

—Lo más hermoso es que tú estás aquí.  Pero bueno, ponte cómoda, ¿qué quieres hacer primero?

—Por qué... ¿Qué vas a hacer tú?

—¡Voy a cocinarte!

—¿Me vas a cocinar? —dijo extrañada.

—¡A ti no, tontica! voy a cocinar para ti —corrigió entre risas— quiero que te pongas cómoda, toma el sol en la piscina o ve a la playa, lo que quieras.

—Pero, Gabriel, yo vine a pasar tiempo contigo —repuso mirándolo con coquetería—. No quiero estar sola.

—No te dejaría sola jamás, serán apenas unos minutos, es algo muy sencillo, ya verás —aseguró mirándola a los ojos mientras acariciaba su rostro con el dorso de la mano.

—Está bien, ¡no conocía tu faceta de cocinero!

—Ya iras conociendo todas mis facetas... Poco a poco. -aseguró mirándola con intensidad a lo que ella respondió con un brillo de emoción en sus ojos cargados de promesas no formuladas.

Elena le tomó la palabra a Gabriel y se fue a tomar el sol en la piscina mientras él la veía desde la amplia cocina gracias a los grandes ventanales y a que toda la casa era de un solo ambiente Gabriel no la perdía de vista, para sus ojos de hombre ella era comparable a una diosa mitológica con el sol reflejado en su piel que hacía que brillara con intensidad equiparable a su deseo por ella. Iba y venía llevándole algo de beber y quedándose unos segundos a su lado en los que la admiraba y la hacía sentir una mujer deseada cuidando de no mostrarse demasiado directo, ella no se daba cuenta que frente a ella tenía un seductor que nunca se le había escapado una mujer cuando la había deseado.

Todo estaba dispuesto para el delicioso refrigerio que Gabriel había preparado, la comida fue hecha a base de frutos del mar, de una manera sencilla pero deliciosa, acompañada de un ligero y refrescante vino blanco. Después de que Elena entrara a la casa y se sentara en la barra de la cocina Gabriel sirvió los platos para los dos y se sentó junto a ella.

—Espero que te guste.

—Me va a gustar, huele muy bien.

—¿Qué tal la piscina?

AMOR ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora