capitulo 36

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Con los días todo volvió a la normalidad, la frialdad, la soledad. Esa noche Elena se arreglaba para salir con William, estaba decidida a dejar definitivamente atrás el episodio con Gabriel, tenía planes muy concretos para esa noche, quería solidificar una relación con él de una vez por todas, —se merece más de mí, ha sido todo un caballero y de verdad quiero hacerlo...—, se convencía a sí misma dándose razones para entregarse a su enamorado inglés.

Bajo su ropa decidió usar uno de los conjuntos de lencería que compró en Londres cuando se preparaba para su regreso, compró aquel conjunto tan sexy pensando en una reconciliación con Gabriel así que el usarlo para William le daba una especie de tonalidad vengativa a la cita que no sabía sí disfrutaba o lamentaba. Escogió un minivestido color champán con un aire retro que la hacía lucir más atractiva y sensual de lo que nunca se había visto en una cita con William, «esto tiene que funcionar», pensó al mirarse en el espejo de cuerpo entero.

—¡Es hoy o no es nunca, Elena! —se dijo mientras salía de su cuarto rumbo a encontrarse con su cita.

Esa noche William no la llevó a cenar como era su costumbre cada vez que la invitaba a salir, la llevó a un club que le habían recomendado por estar de moda y tener según le dijeron el mejor ambiente en la ciudad. Al llegar y dar su nombre los dejaron pasar sin hacer cola puesto que él había reservado una pequeña mesa en el área vip, un salón reservado para las personas que querían atención de privilegiada.

La mesa a la que los llevaron era de verdad de primera, pequeña, pero cerca de la pista de baile donde se veían a todas las personas que disfrutaban del sitio y donde todos los podrían ver a ellos. La música y el alcohol comenzaron a hacer estragos rápidamente en la mente de Elena que con cada trago se entregaba más y más al consuelo que le ofrecía el aturdimiento que el tequila causaba en ella, bebía como nunca antes lo había hecho, con el correr de la noche dejó de importarle lo que las personas a su alrededor dirían de su comportamiento, llevaba a William una y otra vez a la pista de baile hasta agotarlo para volver a la mesa y seguir bebiendo. William vio su oportunidad en el desenfreno de Elena y la dejó que consumiera todo el alcohol que quiso mientras él se mantenía lo suficientemente sobrio como para aprovechar la oportunidad de tenerla para él borrándole la voluntad de negarse a lo que tenía planeado para ellos esa noche.

En medio de la euforia etílica Elena bailaba sin control mientras que William no desperdiciaba ninguna oportunidad de pegar lascivamente su cuerpo al de ella y con cada nueva canción atreverse a tocarla con más descaro donde ella no lo hubiera permitido buena y sana, sus manos atrevidas recorrían el contorno de sus caderas para luego acariciarle el trasero. Elena no daba señas de disgusto ante aquella situación, realmente ni siquiera se percataba de lo que estaba ocurriendo, para ella su mente había construido un mundo paralelo en el que no sentía nada ni pensaba en nada, solo era consciente de las mil vueltas por segundo que daba su cabeza, lo que ocurría fuera, a su alrededor estaba definitivamente bloqueado, no quería oír nada más que la música y no quería sentir nada más que a su propio cuerpo llevándolo al extremo del cansancio al bailar.

William la llevó a la mesa después de bailar por un buen rato.

—¿Estás bien? —preguntó levantando la voz para que Elena pudiera escucharlo debido a la música.

—¡Claro! —respondió eufórica completamente—. ¡Estoy mejor que nunca!

Elena no sabía lo que decía, su embriaguez era más que evidente, William se sentó a su lado y comenzó a besarla, Elena respondió a sus besos con pasión haciendo entender a su cita que lo deseaba con la misma fuerza y deseo que él, los besos se salieron de control pasando a las caricias, caricias no aptas para compartir en sitios públicos.

AMOR ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora