—Por todo lo antes descrito me complace anunciarle a esta junta directiva que han sido solventados casi en su totalidad los inconvenientes que teníamos con los sindicatos —anunció Gabriel con satisfacción—. Todavía nos quedan algunos detalles por solventar, pero eso queda en manos de nuestros abogados que estoy seguro de que en pocos días finiquitaran el asunto.
Todos los miembros de la junta directiva de las empresas Mendoza aplaudieron felices de haber terminado con los inconvenientes que tantos problemas habían dado.
—Fue un gran trabajo en equipo —continuó—. Me siento orgulloso de tenerlos a todos ustedes a mi lado.
Gabriel finalizó la frase mirando fijamente a Elena, aunque no la mencionó directamente a ella, varios de los presentes pudieron darse cuenta del cambio de actitud que hubo entre los dos. Así terminó la reunión de ese lunes, todos parecían muy armónicos, el trabajo fluía muy bien, los barcos zarpaban a tiempo y no había retrasos importantes de que preocuparse. Para celebrar Gabriel quedo en ir a almorzar con varios ejecutivos. Salieron al mismo tiempo que Elena lo hacía con la misma intención.
—Elena, ¿vienes a almorzar con nosotros? —preguntó Carlos el gerente general.
Elena lo pensó unos segundos fijándose disimuladamente en la reacción de Gabriel que la miraba inexpresivo esperando por su respuesta.
—Sí. ¡Voy con ustedes! —respondió con una amplia sonrisa.
A Gabriel le brillaron los ojos y relajó su rostro aliviado por la respuesta positiva de Elena.
Durante la comida todo fue muy relajado, por más de una hora parecían un grupo de amigos hablando del clima, de sus familias y de cuantas cosas se les ocurría. Elena se sentía muy cómoda esa tarde, reía a sus anchas de las bromas que hacían y bromeaba con todos, menos con Gabriel que permanecía más callado de lo habitual en un esfuerzo de evitar decir algo que estropeara el buen humor de Elena, él sabía que la sola mención de Priscila cambiaría su estado de ánimo y quería seguir disfrutando de su compañía mirándola reír y bromear como hacía mucho tiempo que no la veía
—Y tú, Gabriel, ¿no cuentas nada? —preguntó Jeremy Stuart, un asesor legal de la empresa.
—No —respondió escuetamente—. Mi vida es bastante aburrida en este momento.
—No lo creo —insistió el asesor—. ¿El intrépido galán y aventurero, Gabriel Mendoza, no tiene nada que contar? ¡Eso sí que es novedad!
—Así es la vida, amigo mío —aseguró Gabriel con aire de resignación—, hay veces que se pierde la emoción, dicen que a veces vuelve... Quién sabe —concluyó mirando de reojo a Elena.
—La verdad es que no te creo, Gabriel —intervino Elena con ánimo de sacarlo de su frialdad habitual—. Tienes una vida envidiable, ¿sabes...?
—¿A qué te refieres, Elena?
—Primero que nada, eres un hombre joven, tienes éxito en los negocios, tienes a tu lado una mujer... —hizo una pausa simulando que estaba pensando en un calificativo para Priscila— bastante aceptable. ¿Qué te falta para que la emoción vuelva a tu vida?
Todos hicieron simularon no haber comprendido la pregunta oculta en las palabras de Elena, pero hicieron silencio esperando la respuesta.
—Me falta algo que perdí hace un tiempo —respondió mirándola con picardía.
—Búscalo bien —exhortó— quizá lo tienes frente a ti y no lo ves.
Las miradas de ambos decían más que las palabras, a su alrededor la conversación siguió con diferentes temas, pero entre ellos el silencio y sus ojos fueron el canal de comunicación perfecto.
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AMOR ROBADO
RomanceGABRIEL YA NO CREE EN EL AMOR, ENCONTRAR A LA MUJER DE SUS SUEÑOS NO FUE TAREA FACIL, PERO CUANDO LA ENCONTRO Y LO ENGAÑO EN LOS BRAZOS DE OTRO HOMBRE SU CORAZON HECHO PEDAZOS JURO NUNCA MAS VOLVER A AMAR, PERO EL DESEO ERA OTRA COSA, A PESAR DE DES...