Elena e Inés hacían un excelente equipo organizando una boda contra reloj, en pocos días habían podido controlar la histérica situación de tener todo coordinado en tan poco tiempo, a diario tenían entrevistas con proveedores de flores, el menú, el festejo, la modista y mil cosas que aparecían por hacer todos los días si querían que ningún detalle quedara por fuera para el gran día.Tras dos semanas de interminables carreras había llegado la hora de revisar por última vez la lista de invitados antes de enviar las invitaciones. Gabriel observaba a su madre dictar nombres de una lista mientras Elena buscaba en una caja llena de sobres blancos con ribetes dorados, a medida que crecía la cantidad de sobres con nombres impresos la impaciencia de Gabriel crecía multiplicada hasta que no pudo contener la incertidumbre.
—Disculpen. Pero ¿a cuántas personas piensan invitar? —preguntó irritado.
Las dos mujeres se miraron a la cara antes de que alguna contestara.
—Son menos de cuatrocientos —respondió Elena con naturalidad.
Gabriel tensó sus facciones en un arranque de furia contenido desde hacía días, todo aquello de la boda lo tenía de muy mal humor.
—No —rugió—. ¡No vais a invitar a cuatrocientas personas!
—¿Por qué, de que hablas? —interrogó Elena sorprendida por la reacción de su novio.
—¡Que no van a hacer un circo, desde el principio hablamos de una ceremonia íntima! —gritó furioso levantándose de la silla desde donde había observado en silencio el interminable conteo de invitados.
—¡Pero, Gabriel, es nuestra boda! —insistió Elena mientras Inés observaba la escena en silencio, pero con los ojos fríos y fijos en su hijo.
—Elena tiene razón —aseguró Inés evidentemente molesta por la actitud de su hijo.
—Discúlpame, madre. Pero no lo voy a permitir, se invitarán únicamente a los más cercanos. No voy a discutirlo de nuevo. No quiero un circo, no quiero prensa y no quiero escuchar más nada acerca de este asunto.
—¿Entonces debe ser una boda sencilla? —preguntó Elena—. Ya tenemos todo planificado Gabriel no podemos cambiarlo a última hora.
—No dije sencilla, Elena. Escucha bien cuándo hablo, dije íntima. Lo que hayan planeado estará perfecto, pero invitarán menos gente. ¿Entendiste?
—¡Gabriel!, no te permito que le hables de esa manera a Elena...
Por primera vez Elena vio a su futura suegra levantar la voz, apenada trató de solucionar las cosas.
—No importa, Inés.
—¡Claro que sí importa! —dijo poniéndose de pie—. ¿Se puede saber qué es lo que te pasa?
Él miró a su madre de una manera altiva que hizo que Inés se enfureciera más aún.
—¡Vas a pedirle disculpas a Elena ahora mismo!
Elena no sabía cómo reaccionar avergonzada por presenciar aquella escena, en ese momento habría preferido que la tragara la tierra.
—Si no quieren entenderlo ahora, postergaremos esta conversación hasta que estén las dos dispuestas a hacer las cosas como yo digo. Con permiso —concluyó fríamente para luego salir del estudio dejando a su madre con la palabra en la boca y sin siquiera dirigirle la mirada a Elena que se desplomó profundamente turbada sobre la silla donde minutos antes contaba sobres blancos con ribetes dorados.
—Que genio el de mi hijo... —dijo Inés exasperada.
Al ver a Elena afectada por lo que había sucedido, se sentó de nuevo a su lado cogiéndole las manos cariñosamente.

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AMOR ROBADO
RomansaGABRIEL YA NO CREE EN EL AMOR, ENCONTRAR A LA MUJER DE SUS SUEÑOS NO FUE TAREA FACIL, PERO CUANDO LA ENCONTRO Y LO ENGAÑO EN LOS BRAZOS DE OTRO HOMBRE SU CORAZON HECHO PEDAZOS JURO NUNCA MAS VOLVER A AMAR, PERO EL DESEO ERA OTRA COSA, A PESAR DE DES...