capitulo 10

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Elena y su padre iban en el asiento trasero del coche. El chofer de Iván los llevaba al salón donde se celebraría la fiesta de fin de año, para Elena era difícil disimular su incomodidad ante la situación, aunque creía estar haciéndolo muy bien, se sentía insegura de como debía comportarse con Gabriel delante de su padre. En la oficina no había problemas todos se fijaban en ella de una manera impersonal, pero delante de Iván sería distinto, él se daría cuenta de inmediato que algo no andaba bien. ¿Cómo justificaría la sequedad con la que ella procediera con Gabriel? Y, por otra parte, si lo trataba con simpatía, él creería que todo el asunto del beso había quedado olvidado. Y no era así, o peor, creería que le estaría coqueteando.

Perdida en sus pensamientos y sus inquietudes se sobresaltó al oír la voz de su padre que le sacó de su burbuja haciéndola espabilar con evidente sorpresa.

—¿Qué te pasa, Elena? —pregunto Iván casi seguro de su respuesta.

—Nada, Papá..., ¿por qué preguntas?

—Estás ida, te estoy hablando, pero parece que estas en el limbo.

—No, es solo que no estoy cómoda con este vestido... —Quiso disimular alisándose la falda y tocando por inercia el hermoso collar de piedras preciosas—. Quizá debí ponerme el otro que había escogido uno negro y...

—Ya... ya —interrumpió Iván sonriendo—. ¡Entonces es cosa de coquetería femenina! ¿No será que hay alguien para quién quieres lucir más hermosa aún de lo que ya eres? —inquirió con el semblante más serio.

—No. ¿Por qué lo dices? —respondió esquivando la mirada de su padre que en ese momento le parecía de un inquisidor— Nada de eso —agregó mirando distraídamente por la ventanilla a sabiendas de que no podría engañar a su padre jamás.

—Te gusta Gabriel —afirmó secamente.

Elena miró a su padre con los ojos como platos, se sintió como cuando de pequeña la sorprendían en una travesura sin poder alegar nada a su favor, casi esperaba una reprimenda, pero aun así intentó salvar su causa negándolo.

—No... ¿Por qué dices eso? —dijo fingiendo sorpresa ante la afirmación de su padre.

—Porque soy viejo, hija. En las reuniones en las que está él, te pones tensa y te cuesta concentrarte, por como lo miras, de manera diferente a los demás, porque tu voz cambia cuando le hablas a él... O te gusta mucho, o lo odias.

Elena sabía que no tenía caso ocultarle sus sentimientos a su padre, llenó de aire sus pulmones y tras un par de segundos decidió contestar de la manera más simple que pudo.

—No, no lo odio —soltó con la voz casi imperceptible.

—Ten cuidado, Elena. Sé que es un playboy, quiero mucho a ese muchacho, es inteligente y decidido, hasta me recuerda a mí en algunos aspectos. Pero es un depredador de mujeres. No voy a permitir que te haga daño.

—No te preocupes, papá, sé que él no quiere nada conmigo.

—Mejor así —agregó Iván mirando por la ventanilla del coche hacia donde se veía el hermoso hotel—. Pero no te confíes, hija, es un hombre con experiencia de sobra, si quisiera envolverte lo haría sin que tú te dieras cuenta, eres muy joven y confiada. Ya llegamos —indicó cambiando la expresión de su rostro como por arte de magia iluminándolo con una gran sonrisa.

A Elena le disgustó terriblemente que su padre la creyera tan tonta, joven, y vulnerable... Pero lo peor fue tener que reconocer para sí misma que todo aquello era verdad, no pudo evitar que su mente viajara en el tiempo hasta aquella noche en la que Gabriel se apoderó de todos los sentidos de su cuerpo sin ningún esfuerzo. Su padre tenía razón, él la manejaría a su antojo si quisiera, su voluntad y su carácter desaparecían bajo su intensa mirada. Pero ya no quería pensar más en eso, no había oportunidad para ella en su vida, así que lo sacaría de su cabeza... Al menos esa noche.

AMOR ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora