La madre de Gabriel llegó puntual a buscar a Elena, ella prefirió dejar su coche en la oficina e irse con ella, ya lo buscaría el día siguiente o esa misma tarde al terminar. Al subirse al auto se saludaron con un beso en la mejilla y un cálido abrazo, ambas se habían encariñado mucho la una con la otra, hasta ese momento habían tenido muchas oportunidades de conocerse mejor, se habían encontrado en el club un par de veces, Inés la había acercado a su círculo social invitándola a varias reuniones para presentarla con sus amistades —por lo que dice tu padre no tienes muchas amigas, me propuse cambiar eso—, le dijo en una oportunidad a Elena, —hubiera sido perfecto si yo hubiera tenido una hija como tú—, le confesó en otra oportunidad ganándose el cariño sincero de Elena que a su vez sentía que Inés estaba cada vez más cerca de parecerse a lo que ella recordaba de su relación con su madre.Pasaron el día finiquitando detalles para la fiesta, se reunieron en primer lugar con el decorador y decidieron que definitivamente usarían los colores que Elena había sugerido, luego fueron a degustar algunos platos que el chef del salón les había preparado para que escogieran cuales se iban a servir, luego de eso, Inés quiso entrar en una exclusiva tienda de ropa para ver si encontraba algo que le gustara para la ocasión, pero la visita a la boutique fue infructuosa así que salieron del local en pocos minutos. Al final de la tarde y aprovechando que les quedaba de camino, resolvieron entrar en el salón de belleza donde Inés iba desde hacía muchos años. Allí, fueron recibidas por un hombre rubio de modales evidentemente afeminados vestido completamente de negro que apenas las vio entrar dejó hablando sola a la empleada con la que mantenía una conversación cuando ellas llegaron.
—¡Inés! —dijo efusivamente el hombre de negro quien después Elena se enteraría que era el dueño del establecimiento—. Querida, ¿cómo estás? —preguntó tomándola de las manos para luego besarle en el rostro al estilo europeo.
—¡Hola, Mauricio, muy bien, ¿y tú como estas?
—¡Excelente!, ¿qué te ha pasado, cariño...? ¡Hace más de tres semanas que no vienes por aquí!
—Sí... Tienes razón, he estado algo corta de tiempo, ya sabes la fiesta de fin de año. Déjame presentarte a la señorita Elena Rivera —comentó cogiéndola de la mano para acercarla más a ellos.
—Un placer conocerte —se presentó la joven con una amplia sonrisa.
—Hermosa, el placer es mío, espero que te sientas como en casa ¡o mejor! —dijo el estilista entre risas—, Yo soy Mauricio, querida, y estoy a tus órdenes. ¿Tienen cita para hoy?
—Ese es el problema... —agregó Inés fingiendo una cara de tragedia a la que el hombre de negro frente a ella reaccionó con una sonrisa cómplice—, No, no tenemos cita, pero de verdad que necesitamos que nos consientan.
—Querida, sabes que esta es tu casa y la de tus amigas —afirmó al mismo tiempo que le guiñaba un ojo a Elena—. ¿Que se van a hacer?
—Para mí, solo la manicura, Elena... ¿necesitas algo diferente? —pregunto Inés.
—No, con la manicura estará más que bien. Gracias. —respondió ella sonriente.
—No se diga más, pasen, pónganse cómodas, ¡en un momento las atienden! —añadió Mauricio mientras se retiraba caminando con un exagerado movimiento de caderas que hizo difícil a Elena poder disimular la gracia que le hacía los modales sobre actuados de tan simpático personaje.
Minutos después estaban una sentada al lado de la otra, ambas con sendas tazas de un delicioso té de aromas dulces a cada lado y con una expresión de relajación que no podrían disimular ni, aunque quisieran.
—La verdad es que me hacía mucha falta venir desde hace días. —dijo Inés—. Tenía las uñas desastrosas, además, ¡libero estrés cuando me consienten! —agregó con una sonrisa complacida.
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AMOR ROBADO
RomanceGABRIEL YA NO CREE EN EL AMOR, ENCONTRAR A LA MUJER DE SUS SUEÑOS NO FUE TAREA FACIL, PERO CUANDO LA ENCONTRO Y LO ENGAÑO EN LOS BRAZOS DE OTRO HOMBRE SU CORAZON HECHO PEDAZOS JURO NUNCA MAS VOLVER A AMAR, PERO EL DESEO ERA OTRA COSA, A PESAR DE DES...