Existen pocas formas para describir a Ashton Baxter:
Es Implacable.
Siempre leal.
Y eternamente letal.
Con más de veinte años en el mundo federal, él no entiende de pérdidas ni de derrotas porque nunca las ha experimentado... Hasta ahora.
Nunca un c...
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09 de enero, 2019
1500 Hrs
Las hélices del helicóptero azotan el viento, silenciando las voces que intentan eclipsar todo el bullicio del helipuerto.
Sólo hay un helicóptero en la última planta del edificio central de nuestra agencia, en esta última torre hay suficiente espacio para recepcionar hasta cinco vehículos aéreos de ese tipo.
Thomas aparece tras haber verificado que cada una de nuestras maletas hayan sido aseguradas en el interior. Trae puesto un abrigo que cubre prácticamente todo el traje oscuro que se adhiere a su cuerpo, sus manos están enguantadas en cuero y luce muy despreocupado y relajado; luce como alguien que va a tomar un par de vacaciones con esos lentes negros cubriéndole los ojos y no como alguien que espera ansioso por incinerar todo lo que se encuentre a su paso.
¿Había mencionado ya que Kane era de los que preferían los explosivos? Se sentía a gusto con el fuego consumiéndolo todo, podía trabajar en un contexto inundado por las llamas, sobre todo cuando era él quien detonaba dichos panoramas.
—¿Listo para abordar, señor? —me pregunta.
Ojeo la planta y la respuesta que iba a salir de mis labios cambia cuando Freddy aparece cruzando el umbral mientras se coloca ese sombrero que usa cuando viaja.
Agudizo la mirada en su dirección.
—Director Rivers —saluda Kane, acomodando su postura—. ¿Nos acompañará?
—Lastimosamente —exhala con pesadez—, lo haré.
—¿Qué sucedió? —pregunto.
Me observa y en su rostro se nota la molestia. Con un gesto ordena que la pequeña maleta que cuelga de su mano sea tomada para meterla al helicóptero. Se desabotona el saco e instantáneamente se deshace de la prenda, acomodándolo en sus brazos. Sobre su camisa clara destacan las dos tiras que se extienden desde su cintura hasta la parte posterior de su cuerpo.
—Se presentaron ligeros cambios en la ceremonia conmemorativa de Walsh. —Se encoje de hombros, eleva su reloj a la altura de sus ojos y su entrecejo se arruga—. En estos precisos momentos debe estar aterrizando en Washington. Espero que hayan alistado sus mejores trajes porque tendrán que asistir.
Taylor Walsh era el único hombre que había sostenido la dirección general del FBI durante los últimos diez años, por dos periodos seguidos, reelegido sin ápice de duda por el mismísimo presidente de la República de los Estados Unidos. Con sus cincuenta y dos años era un hombre bastante respetado y alabado en nuestro mundo.
Y aunque asistir a eventos festivos no eran mi pasión, tenía que hacerlo. De lo contrario, se vería como una falta de respeto total a su cargo y al gran logro que había tenido. Además, ya estábamos próximos a la culminación de su segundo periodo de mandato y aunque no se sabía sobre la posibilidad de que alguien más le quitara el cargo, estábamos seguros de que él seguiría dirigiéndonos por otros cinco años más.
