Capítulo 27

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14 de enero, 2019

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14 de enero, 2019

1200 Hrs

Lo primero que vemos es la  oscuridad producto de una mala señal. Delgadas líneas de colores inundan la pantalla, un sonido de interferencia retumba en nuestros oídos y de pronto el lente de la cámara que se usó para la grabación enfoca el interior de lo que parece ser una habitación poco iluminada.

El sonido ligero de algunos pasos se puede percibir, es tan suave el crujido del peso que se escucha sobre lo que se oye como madera que puedo deducir que quien camina no usa zapatos. Solo el sonido puede ser provocado por alguien que avanza descalzo y con delicadeza por el lugar.

—Sube el volumen —susurro, acomodándome en el asiento.

Cuando Evans lo hace reconfirmo que no eran alucinaciones mías los otros sonidos que escuchaba porque ahora que se podía oír todo, con más claridad, un par de respiraciones forzadas y entrecortadas parecen surgir de la nada.

Por lo menos habían otras dos  personas del otro lado.

Entonces, la oscuridad es absuelta cuando el chirrido de las cortinas siendo arrastradas dejan que la luz del día ilumine el interior de lo que ahora reconozco es una cabaña.

El lente de la cámara deja que se aprecie el color claro de la madera en las paredes. El interior del lugar está vacío según lo que se puede ver, no hay muebles ni mesas ni sillas, y el que el ángulo del vídeo enfoque la esquina vacía que estamos analizando comienza a angustiarme.

No hay otros sonidos a parte de  los ligeros pasos y las respiraciones que se escuchaban a lo lejos. Pasan ciertos minutos para cuando la cámara chilla y se mueve, la están levantando. Sujetando mientras la persona que graba avanza hacia el otro lado de la cabaña.

El lente apunta hacia el piso y lo primero que vemos son los pies blanquecinos con suciedad adherida a la piel. Las uñas maltratadas y los dedos rojos por la irritación, hay algunas heridas que han dejado sangre seca a los costados.

Paso tras paso da, uno tras otro avanzando en una línea recta y lo que antes era madera vieja pero limpia, ahora es todo un charco de sangre. Primero se veían ligeras gotas esparcidas por la superficie, tan pequeñas que se escapaban a la vista de uno, pero luego las gotas se unían hasta formar largos trazos y finalmente dejar todo un rastro de sangre que empapaba aquellos pies.

¿Qué clase de macabra situación era esta? Casi parecía un suceso de terror.

La persona que graba enfoca ahora un par de tenazas de acero que usualmente se usa para jardinería, hay pinzas, enormes tijeras y hasta material para hacer torniquetes. Y sí, cada una de esas herramientas también tiene rastros de sangre.

¿Qué tiene que ver mi hija con esto? Me pregunto ignorando la respuesta. En lo más profundo de mi ser sé que no estoy preparado para el golpe de realidad. Si Ashlyn se hubiese visto orillada a ser la protagonista de esta escena que, para alguien de su edad era espeluznante, no sabría cómo lidiar con ello.

LA ODISEA DE ASHTON (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora