Capítulo 39 - II

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1800 Hrs.

El timbre de la habitación suena y Ada, envuelta en ropa holgada y de algodón, corre a abrir la puerta.

—La pizza ha llegado —canturrea regresando hacia el dormitorio—. Estoy famélica.

Y se evidencia cuando la vemos masticando una tajada de pizza con muchas ansias mientras deja la caja en la cama en la que estamos trabajando. Jeff estira una de sus manos, mientras la otra sigue tecleando en su portátil, y toma una tajada hasta llevarla a su boca. Hago lo mismo mientras deslizo las imágenes del IPad. Ada, quien ya termino su porción, extiende su cabeza hacia mi lugar para ver lo que yo tengo frente a mis narices.

—Es un lugar bastante pequeño —frunce el ceño.

—Lo es. Si es una reunión de gala, no tiene sentido el que sea en un lugar así de pequeño.

Me obliga arrimarme para darle espacio. Soltando un suspiro, se ubica a mi lado. Y de algún modo, un tanto incómodo, quedo entre ambos.

—¿Conoces la zona? —pregunta, cogiendo otra tajada.

—Lo hago. Y según las grabaciones recopiladas por Jeffrey, siempre siguen las mismas rutas.

—Entonces ya sabemos a dónde me llevarán.

A mi lado, Jeff se tensa de inmediato. Resopla con brusquedad. Está centrado en verificar el comportamiento que se desarrolla en el área. Cuando se adentra en sus propios sistemas, puede estar en cualquier parte del mundo. Y es así, como en las últimas horas él ha recorrido todo el perímetro que planeamos cubrir desde un inicio. Porque es aquí donde Deust había estado meses atrás. Y si Host se había tomado la molestia de acercarse personalmente a estas tierras, era porque estaba seguro de que Uriel era su camino más seguro al dominio del país.

—En retrospectiva —prosigue Gale—, si evaluamos nuevamente el peso de Tenoch en la jerarquía mexicana ¿Qué tanto poder alcanzaría Host si consigue imponerse? —lanza la pregunta al aire.

Comparto una fugaz mirada con Jeff. Ambos sabemos que de tan sólo lograrlo... bueno, no. Definitivamente no era para nada esperanzador.

—Uriel tiene el segundo cartel más poderoso, estructurado y estable del país. Y en los últimos años ha incrementado tanto su poder que incluso ha extinguido prácticamente la diferencia entre él y quien lo supera —respondo—. La pregunta aquí sería ¿Por qué, en su escaso juicio, le otorgaría el poder que con tanto empeño ha conseguido a Deust?

—¿Qué le ofrece Host? —cuestiona ella—. No cualquier cosa, de seguro. Debe ser algo que logre ponerlo sobre todos los demás, sobre todo Latinoamérica más bien, y de esa forma él se aseguraría de tener el poder sobre este continente también. Es la única forma en la que Uriel pueda acceder a negociar. —Antes de que pregunte cualquier cosa, aclara—: Reconozco a un alfa en cuanto lo veo. Y, es evidente, que Uriel es uno, y uno muy posesivo y territorial. El poder fluye por sus venas. Su precio debe ser estratosférico como para acceder a darle acceso a Deust.

Los ojos de Ada buscan a Evans, preocupados y conocedores de una verdad que aun no ha sido dicha.

—La droga —suelta Jeff—. Al final de todo, la mejor vía para surgir sobre los demás, es sometiéndolos. ¿Qué otra forma más efectiva de sometimiento habría sino es esa droga? Es un veneno, lo suficientemente letal como arruinar a cualquier jefe de la mafia que se le cruzara en el camino. Y al ser Deust quien monopoliza esa sustancia, es el único haz que Uriel se ve obligado a aceptar.

—Esa droga recién ha sido usada en los Estados Unidos. ¿Tan pronto planean ingresarla al mercado mexicano? —digo en un susurro.

Gale exhala con pesar.

LA ODISEA DE ASHTON (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora