Extra: Especial Navideño

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Lo primero que escucho al abrir los ojos, es una voz femenina que nos indica lo cerca que estamos a nuestro destino

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Lo primero que escucho al abrir los ojos, es una voz femenina que nos indica lo cerca que estamos a nuestro destino.
Intento estirarme para quitar el sueño que aún se intenta aferrar a mi sistema, pero el peso que recae sobre mi hombro me detiene.

Mis ojos reparan disimuladamente a mi izquierda y lo primero que ven es la melena castaña y sedosa que se expande sobre la desnudez de mis brazo. Escucho una sonrisa a unos centímetros y de pronto capto una mirada muy similar a la mía sonriéndome con diversión.

—¿Eso que veo es un sonrojo, cariño? —se burla mi madre por el calor que repentinamente siente mi rostro—. Mira, Ashton, nuestra nena que no se intimida con nada luce tan avergonzada sólo porque Tom duerme sobre su hombro.

—¡Mamá!

La risa de Jeff a mi derecha no se hace esperar y es mi padre quien, pese a la gracia que le causa esto, intenta detener a mamá.

—Len —suspira, acariciando el brazo de mi madre para que vuelva acomodarse en su asiento—, deja tranquila a nuestra hija. Sólo está siendo una nena hormonal como cualquier otra de su edad.

Mamá disfruta mi incomodidad   y mientras yo intento aniquilarlos con la mirada, ella no hace más que expandir la sonrisa con el beso que papá deposita sobre su mejilla.

Cuando Thomas se reacomoda en su posición, su respiración golpea directamente con mi cuello. La piel se me eriza ante el estímulo, por lo que cierro los ojos intentando controlar todo el estremecimiento que me causa su cercanía. Niego con la cabeza, dejándola caer sobre la suya y sonrío porque de cualquier manera este hombre aquí a mi lado conseguía ocasionar en mí todas aquellas emociones que nadie más había logrado despertar.

—Tom —susurro, moviéndolo ligeramente—. Tom, ya vamos a aterrizar.

Un par de palabras ininteligibles son emitidas y cuando estoy a punto de intentarlo de nuevo, Jeff estira su brazo pasándolo por detrás de mi cabeza, extiende su mano y lo golpea en la nuca. Thomas se despierta en el acto. Su cuerpo intenta elevarse ante la sorpresa, pero el cinturón lo arrastra nuevamente a su lugar.

Sus ojos están alertas, recorren el lugar buscándome, su mirada almendrada fascinándome de inmediato, para luego buscar a mis padres y a Jeffrey, finalmente cuando nota que tan sólo estamos en el avión totalmente fuera de peligro, se relaja.

—¿Qué sucedió? —pregunta, exhalando un suspiro.

Hay miles de cosas que me gusta apreciar en este mundo, su rostro somnoliento con esas mejillas sonrojadas, con el cabello cayéndole sobre las cejas castañas, sus labios rosados e hinchados y esas enormes pestañas decorándole la mirada brillosa que tenía después de cada siesta, era una de ellas.

LA ODISEA DE ASHTON (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora