Capítulo 18 - II

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1715 Hrs

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1715 Hrs

—¿Quién ha pedido margaritas para nuestros Directores? —ladra confuso Taylor al llegar a la última planta del hospital.

Oculto la sonrisa sin responder a su pregunta. Al parecer, no conoce demasiado a Ashton como para saber que él tiene una metodología un tanto extraña para obtener respuestas.

Estamos dentro de una sala quirúrgica que ha sido desmantelada. No hay equipos, ni camillas, ni personal, sólo se visualiza una larga superficie de metal en la que se apoyan los tres directores de Las Vegas. Ahora mismo nos encontramos del otro lado, en la zona de desinfección y una enorme ventana nos permite ver qué es lo que sucede en el interior.

Al llegar nos encontramos con Akon con la vista enfocada al interior donde se ubica Ashton sin darle importancia a los otros tres que lo observaban sin comprender qué rayos hacía él con ellos considerando que tenía un rango inferior que los detenidos.

—Baxter —responde Akon, sosteniéndose en su muletilla. A su lado está una silla de ruedas, pero él parece más cómodo de pie que sentado ahí.

En la superficie metálica de la mesa hay un bol de galletas y una jarra de bebida afrodisiaca. También logro ver los tres reposa vasos que evitan que la mesa se humedezca con las gotas que caen de los vasos rellenos con la bebida helada.

—¿Por qué los está alimentando? —Eleva sus cejas sin comprenderlo del todo. Akon se encoge de hombros y no emite palabra alguna—. ¿Y por qué no está haciendo ninguna pregunta? Debería estar jugando con sus mentes...

—Lo está haciendo, señor —murmuro.

Los dos hombres giran hacia mí.

—¿A qué te refieres, Kane?

Dudo sobre explicarles cómo es que funciona Ashton principalmente porque una de sus cualidades era esta vía tan particular que tenía para conseguir lo que quería. Sus métodos no eran en nada similares al de los demás, incluso cuando todo parecía ser idéntico tarde o temprano te darías cuenta que con Baxter nada lo puedes dar por sentado y que cuando crees conocerlo, él estará desde la otra esquina burlándose de ti por intentar maquinar sólo como él lo hace.

—Echemos un segundo vistazo al cuadro que tenemos en frente -—digo—. ¿Logran ver la forma en la que Darcy no deja de jugar con sus dedos o de mover el pie de un lado otro? ¿O la manera en la que Mallik está moviéndose encontrando una comodidad que no parece asociarse a la posición en la que está sentada? ¿O el sudor que brilla en la frente de Oswin?

—Están nerviosos —señala Taylor.

—Lo están —afirmo—. Sin necesidad de una pregunta, el director Baxter los obliga a que sean ellos los que se cuestionen así mismos. ¿Por qué me tienen aquí? ¿Por qué no hace nada? ¿Dónde está Walsh? ¿De qué me culpan? ¿Me habrán descubierto? ¿He sido traicionado? Tantas, tantas preguntas y él —señalo a Ashton—, sólo está ahí con los ojos cerrados y de brazos cruzados.

LA ODISEA DE ASHTON (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora