Capítulo 3

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24 de diciembre, 2017

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24 de diciembre, 2017

1430 Hrs

Las calles estaban abarrotadas por la multitud. Eran épocas navideñas, eran días de alegrías y las personas esperaban con emoción que las campanas y los cohetillos sonaran a media noche. Sin embargo, en lugar de que las familias prepararan la casa para la celebración se movilizaban de un lado a otro, en busca de los preciados regalos para los pequeños del hogar.

¿Por qué a última hora? ¿Por qué?

No se podía caminar con tranquilidad, no se encontraba lugar para estacionar el auto en el parking del centro comercial, no se podía ni siquiera girar en "u" por las avenidas porque la congestión vehicular estaba a tope.

Miré una vez más por la ventana del coche, suspirando con cansancio. No habíamos salido del vehículo, no habíamos caminado y pese a estar atascada en el asiento del copiloto me sentía agotada con tan solo ver a los demás caminar con prisa.

—Recuérdame una vez más por qué hemos salido de casa, mamá. ¿No podemos regresar? —comenté girando mi cabeza hacia la izquierda. Mi madre me regala una sonrisa conciliadora—. Papá llegará pronto y sinceramente me gustaría recibir a los tres en casa. No los vemos desde septiembre.

Aún quedaba el sinsabor en mí por los escasos minutos que compartimos aquella vez. La espera fue demasiada larga y ¿Todo para qué? Para que no lograran terminar la cena porque se vieron en la obligación de partir nuevamente a sus oficinas.

No pude abrazarlos lo suficiente, sus voces no se quedaron grabadas en mi mente como de costumbre y no logré grabarme sus gestos con detalle porque tras tantos meses sin verlos habían cambiado muchísimo. Sonreían, pero no de la misma forma. Sé que aman lo que hacen y al parecer, ser los héroes de tantas personas era un hecho que llenaba sus corazones, pero existía esta consecuencia de que con cada misión parecían perder un poco más de ellos. ¿Saben a lo que me refiero? Y ese era un detalle que me rompía el alma.

Suelto un suspiro.

Los días sin ver a mi padre eran los más duros. Tanto para mamá como para mí. Éramos una familia bastante unida. Amaba que papá amara su trabajo, era de los mejores y el mundo lo sabía, se desvivía para llevar la justicia a donde sea que fuera. Era un hombre digno de admirar, condenando sin miedo la abominación y crueldad que resultaba de actos egoístas concretados por cierta parte de la humanidad.

A él no le importaba quién caía, no reparaba en altos mandos o poderes por encima de su rango y pese a que incluso la justicia estaba manchada por la corrupción, al menos, era de los pocos a los que no les temblaba la mano al juzgar, castigar y señalar a un delincuente por más honorable que aparente ser frente a la sociedad.

Cuando era pequeña no lo lograba comprender.

Él se alejaba de nosotras para sumergirse en su oficina, para irse de viaje y luego llegaba a casa magullado. A veces demasiado herido como para salir de su cama, pero tenía un deber que cumplir.

LA ODISEA DE ASHTON (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora