Capítulo 21

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12 de enero, 2019

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12 de enero, 2019

2345 Hrs

Nunca una misión de infiltración me había causado tanta ansiedad como la de hoy.

¿Lo peor de todo?

Ni siquiera la consideraba como tal porque para que existiera una misión, tendría que tener un objetivo y al verme obligado a dejar atrás lo único que me importaba en la vida, me resultaba más una tortura que una tarea que cumplir.

Las directrices de hoy eran muy distintas a las de ayer pues se trataba de un campo cerrado y subterráneo. Aquí no tenías que entrar con una identificación, tampoco con un huella dactilar ni mucho menos con un reconocimiento facial. Para poder ingresar al coliseo que parecía haberse erigido Deust tenías que hacerlo por vía aérea. Según nuestras investigaciones, reunían a todos en un punto, siempre uno diferente al anterior, les cubrían los ojos y los subían a un helicóptero para luego traerlos a este apartado del mundo. Esta ciudad estaba muy alejada de la capital y por obra divina se encontraba rodeada de pura frondosidad.

Si lo de ayer nos parecía alejado y extraño, el lugar que visitaríamos hoy eras más bien inhóspito.

Inhalo con fuerza, en un vago intento por no divagar demasiado mientras espero a Ashton. Lo único que escucho es el constante sonido de los punteros del reloj que está estancado en la pared frente a mí.

Lleva diez minutos de retraso. Y si no estuviéramos hablando de Ashton no me preocuparía, pero cuando lo conoces como yo lo conozco sabes con seguridad que la impuntualidad es una palabra que jamás se asociaría a él.

Desde el primer momento en el que lo vi sosteniendo a esa joven entre sus brazos al salir del casino, malditamente supe que algo no marchaba bien. Ashton jamás ha primado el sentimentalismo en ninguna situación y aunque él se merece un momento de debilidad tras seguir de pie con todo lo que ha superado, no me asentaba bien el que se relacionara con una muchacha en demasía.

En especial cuando me ponía a pensar una y otra vez en el cómo diablos logró salir de ahí con ella cuando el lugar tenía múltiples cámaras y una seguridad bastante considerable.

¿Se habrá dejado cegar por la aglomeración de emociones que experimentó en aquella habitación?

¿O se trataba de algo más?

De lo único que estaba seguro era que no me gustaba nada el que Ashton haya estado encerrado en su habitación de hotel prácticamente todo el día con la muchacha.

Le frunzo el ceño a la puerta que está a mi costado como si ella tuviese las respuestas a mis inquietudes y justo cuando estoy por elevar el puño para tocarla, esta se abre.

—¿Desesperado, Kane? —pregunta él, ajustándose el saco. Me regala una sonrisa que me descoloca.

—¿Por qué estás sonriendo? —cuestiono ignorando lo que dijo. Intento observar lo que hay detrás de él, pero mueve su cabeza en la misma dirección para bloquear la imagen. Por fortuna soy más alto que Ashton y pese a su bloqueo, logró divisar la delicadeza con la que la pelinegra, quien ahora viste ropa limpia y está conectada al suero que cuelga a su lado, disfruta de una cena.

LA ODISEA DE ASHTON (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora