Capítulo 33
El desprecio hacia el hombre delante de mí era impresionante. Ahora todo en él me parecía horrible, repulsivo y del asco. Sí, del asco. Mi mirada y, obviamente, la de Jack, estaba con una mezcla de sorpresa y enojo. Porque sí, una gran sorpresa.
La sonrisa en el rostro de Ian no era de arrogancia, si no de superación. Nos había superado. Nos había ganado.
—Para los que no me conocen—dejó de apuntarnos un segundo, haciendo énfasis con las manos—, me llamo Ian, un gusto. Soy espía de Stwart hace dos años, de la manada de los blancos, obviamente. Y, estos dos—me señaló a mí y a mi amigo con su arma—, me conocían, al igual que Bella, si la conocen. Y, ¡Dios! —gritó, riéndose—. ¡Los tan ingenuos nunca dudaron de mí!
Yo no dije nada, Jack tampoco. Nadie dijo nada. ¿Por qué darle la satisfacción de insultarlo cuando ya estaremos todos muertos al amanecer? Sí, el pensamiento más optimista de todos.
Stwart seguía en el piso, inconsciente, pero si estuviera parado, se estaría riendo de todos.
Ian se acercó unos pasos hacia mí y a Jack.
—Retrocedan todos o les volaré la cabeza—exclamó. Al retroceder Jack y yo, nos detuvo—. No, no, no, no—ladeó la cabeza, con una sonrisa—, ustedes no.
Los demás fueron hacia atrás y Jack y yo nos quedamos a un metro de distancia. Ian se puso frente de mí, sin distancia alguna. Amplió aún más su sonrisa, poniendo el arma bajo mi mandíbula, haciendo que lo mire a los ojos y levante la cabeza.
—Dime—susurró—que es lo que sientes en este momento.
—Ganas de matarte—respondí al instante.
— ¿Y si tuvieras la oportunidad lo harías?
—Sin dudarlo.
—Qué lástima—presionó aún más el arma—, pues yo tengo la oportunidad ahora.
La sacó debajo de mi mandíbula y dirigió a Jack, apuntando en la frente.
—Hola, amigo—le guiñó un ojo.
—No hagas que te odie más—murmuró Jack, apenas audible.
Ian se alejó unos metros hasta quedar muy cerca de la cocina. La puerta estaba abierta.
—Se estarán preguntando—comenzó—, ¿por qué lo hace? Comenzó hace tres años, Stwart me conoció y me dijo de su plan. En ese momento tenía un simples dieciséis, pero mi elección fue correcta; aceptada. No me arrepiento y nunca me arrepentiré. Pues, ¿qué me daba mi manada? ¿Qué me hacía sobresalir? Nada. Era simple y manejado como un juguete de los de arriba. Quería ser diferente—carcajeó—. ¡Y mírenme ahora!
>>El punto es que mis padres eran unos inútiles que no entendían mis teorías. Entonces, fui aliado de Stwart. Aliado de los negros. Me acerqué a Bella por ser amiga de una de las víctimas y porque, obviamente, su padre era el bendito líder que todos adoran ahora. Todo encaja, sólo que no son capaces de utilizar la mente. Era el único que tenía motivos por hacerlo. Mis padres se enteraron y, antes de que cometieran una estupidez, murieron.
— ¡¿Los mataste?! —lo interrumpí, del susto.
—Y sí, no había otra—me guiñó un ojo.
Me asombré. Si no le dolió matar a las personas que le dieron la vida, ¿por qué le dolería matarnos? No tenía nada que perder. Cerró los ojos un segundo, abriéndolos mirándome a mí.
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Black and White
WerewolfTres manadas: los blancos, los negros y los mestizos. Dos lobos diferentes por fuera, pero comparten cosas en común. Un amor surgió y eso ocasionó varios problemas. Los mestizos hablan. Magui Dudley, con dieciséis años de edad, conoce a Finnegan Mc...