Capítulo 38

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Capítulo 38

 

¿Era posible sentir un cosquilleo en toda tu boca como si tuvieras azúcar? Pues yo lo sentí apenas una hora. Había llegado a mi casa con una sonrisa idiota. Mi mamá me preguntó que me pasaba, Bella, que estaba en mi casa, me miró como si escondiera algo. Me acompañó a mi habitación  cerró la puerta.

Tomé mi celular y vi que Finn me había mandado los ejercicios. Un montón de ellos, ¿acaso este hombre quiere matarme?

—Magui—me llamó Bella.

Estábamos abajo y yo me encontraba lavando el último plato.

— ¿Si?

— ¿Te acuerdas de la primera vez que viste a Finn? —preguntó.

—Sí—asentí, poniendo el plato en el cajón.

— ¿Y de lo que pensaste?

Analicé mi mente. No, no lo recordaba exactamente.

—No—respondí—, recuerdo que no me calló bien, pero no lo que pensé.

— ¿Y cómo rayos te enamoraste de él? —preguntó.

Me sequé las manos, me di la vuelta apoyando mis manos y la espalda en la encimera. Miré a Bella con el entrecejo fruncido mientras ella estaba sentada.

— ¿Quién dijo que estaba enamorada?

— ¿Te ha roto el corazón?

Auch.

Sí, tenía razón.

—Sí—respondí—. Cuando me enteré que era uno de los negros.

Y sí que me lo había roto.

— ¿Cómo sabes que él es el correcto, Magui? —preguntó—. ¿Cómo estás tan segura?

Me encogí de hombros.

—Pues, no lo sé—dije—. Nunca lo supe. Ni siquiera sé si le gusto, sólo… sólo sé que es diferente. Tal vez es mi imaginación.

— ¿No tienes miedo a que te lastime? —parecía confundida.

—De algún modo me siento segura—respondí—. Y es raro pensar que te va lastimar quien te cuida.

Ella asintió.

—Nos vemos mañana, mi madre me matará.

Sonreí.

—Claro.

Me recosté mirando al cielo oscuro, sudando y apenas respirando. Hice todos los ejercicios de Finn, y terminé terriblemente exhausta, nunca pensé que podía correr así. Mi madre me miró por una ventana con una sonrisa. Me senté y la miré.

— ¿Quién eres y que le hiciste a mi hija? —bromeó.

Sonreí.

—En una hora comemos, te recomiendo que te bañes.

Se dirigió dentro pero luego volvió.

—No te recomiendo: báñate—me apuntó con un dedo y volvió dentro.

— ¡Te amo! —grité con una sonrisa.

— ¡Yo más, pero vete a bañar!

Mis padres no podían ir a la reunión del siguiente día, por lo tanto fui a la casa de Maite con Jack y Bella. Cuando nos sentamos en la mesa inmediatamente sonó el timbre y Robb fue a abrirles a Finn y Debby. Miré a Bran.

— ¿Hay algo? —pregunté.

Él ladeó la cabeza, preocupado.

—Es posible—respondió—, pero no tenemos el plan completo, y puede que no sirva pero es lo único que tenemos.

Asentí. Todos nos sentamos en la mesa. Evité ver a Finn hasta que me siente, no quería que viera como me tronaba los dedos o movía los pies, nerviosa. Frente a mí se sentó Jack, y Bella y Finn a su lado. Los demás se mantuvieron en los sillones.

— ¿Cuál es el plan? —preguntó Finn.

—Pues—Bran carraspeó—, es posible que sepa dónde está el documento.

Lo miramos.

—Es una suposición luego de investigar—levantó ambas manos en forma de calma—. No puede estar en la casa de Carl, todo el mundo va allí; nosotros fuimos allí. El punto es que tiene que estar en una casa importante pero no muy habitada. Nos estuvimos centrando en la persona equivocada. La casa de Martha la conoce todo el mundo, pero, la casa de Peter….

Nos quedamos en silencio. Él tenía razón.

—Carl le confía su vida, y Peter le confió su hermana—hizo una mueca—. El punto es que nadie que no sea mestizo sabe la ubicación de su casa, eso es algo que me hace pensar que lo que tiene ahí dentro es algo que le sirva sólo a su raza.

— ¿Y cómo hacemos para entrar? —preguntó Debby.

—Ese es el problema—hizo una mueca—. Nadie sabe cuál es su casa, nadie en quien confiemos. Y si sabemos dónde está, dicen que es como una cárcel de máxima de seguridad cuando él está, y él siempre está en su casa.

Hubo un silencio que decía: esto será imposible, olvídenlo.

—Primero necesitamos a un mestizo que esté harto de esto—dijo—. Que sea alguien importante en todo ese mundillo, pero que esté harto de que lo usen tanto.

Finnegan y yo nos miramos, por primera vez en el día, a los ojos. Eran tan bonitos que me perdí un segundo.

— ¿Estás pensando lo mismo que yo? —me entrecerró los ojos.

Todos quedaron en silencio, pero nosotros no despegamos la vista.

—Tal vez—respondí—. ¿Estás de acuerdo en que nos ayudará?

—Sé dónde vive—él asintió.

—Tenemos que hacerlo…

— ¿Se puede saber de qué hablan? —intervino Bran.

—Ese si que es un mundillo—rió Jack.

—Y de los buenos—bromeó Bella.

Despegué la vista de Finnegan y miré a Bran.

—Se llama Hamilton. 

Black and WhiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora