Epílogo

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Epílogo

 

Mi padre decía que todos teníamos el mismo final, contado por diferentes escritores. Y si me preguntas cuántas veces me paré en un lugar público, donde había una severa variedad de personas: bebés y ancianos, humanos y lobos, preguntándome cual sería la muerte de cada uno de ellos. Sí, muchas personas creían que era macabro. Y esas personas creían que era asqueroso estornudar, vomitar, yo también lo pienso, pero la muerte es realista, algo natural. Y lo realista es macabro. Al fin de cuentas, sabía que, lo importante no era el final, lo importante era la historia que se contaba antes.

Y tal vez en mis veintitrés años de edad había cosas que no entendía, pero si entendía una cosa: la realidad duele. Era como un vacío, antes de caer el susto de apoderaba, y cuando te golpeabas, te golpeabas duro. Mientras que el miedo no dejaba de existir.

Cerré la puerta del auto, viendo la ciudad vacía con cierta curiosidad, miedo y millones de sentimientos en mi interior.

—Ya puedes dejar de preocuparte—dijo Finn, cerrando la puerta de su asiento.

—Él tiene razón, Magui—asintió mi mamá—, es tu hogar.

Negué sonriendo.

—Este no es mi hogar—susurré—. Además—dije ahora más fuerte—, siempre vienen a nuestra casa o a un restaurant, ¿por qué este fin de año tenemos que venir aquí? ¿Acaso éstas personas no saben olvidar?

Ninguno de los tres me respondió, hasta que mi padre me susurró al oído:

—Olvidar no te quita lo gruñona.

Los padres de Bella seguían viviendo en el bosque, al igual que una mínima porción de los lobos en la ciudad. Vivían en la casa de Jack, justo al lado de mi anterior vivienda, ya que la suya fue destruida hace ocho años, en esta misma época del año. Yo me había mudado junto a mi familia, Finn, Jack y su familia a otra ciudad a tres horas de aquí. Los padres de Bella siempre fueron melancólicos en todos estos años, tal vez perder una hija fue lo peor que les haya pasado y no se querían alejar de su recuerdo más cercano, ya que Bella estaba enterrada justo en el cementerio de esta ciudad.

Caminamos por el bosque, a ver todos los árboles, a la mañana temprano como si fuera a la escuela, me trajeron varios recuerdos. Y no me sorprendió conocerme el camino de memoria totalmente. Una sensación extraña evadió mi cuerpo y mi estómago se apretujó. Suspiré profundo.

Finn  se adelantó hasta mí y me tomó de la mano. Miré hacia abajo mientras un hormigueo me recorría el alma. Lo miré a sus ojos marrones.

—No hace falta que digas que esto no te afecta—susurró.

Yo negué: —Claramente me da igual.

—Sabes que puedes contarme lo que sea—afirmó—, ¿cierto?

Asentí.

—Tal vez me afecta un poco estar a metros de donde mataron a mi mejor amiga, metros de ver mi antigua vida y conocerlos tan bien que…

Me callé y miré para adelante, viendo a mis padres conversando pacíficamente.

—Hey—me llamó, lo miré—. Estoy seguro de que duele, lo entiendo—asintió, refiriéndose a sus padres—, pero tal vez no hay que ser duro con los padres de Bella. Perder a un hijo no… no lo sé, no creo que estén felices aunque hayan pasado ocho años.

Asentí y miré para delante.

Recordé ir caminando un mes después de todo ese intercalo. Iba por el bosque para caminar, cuando alguien me chistó de lo alto de un árbol. Había vuelto mi cabeza hacia arriba y conecté mi mirada con la de Finn.

Black and WhiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora