Capítulo 10

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Capítulo 10

Finn le dio tres golpes en la cabeza y lo dejó inconsciente en el suele. Me paré y nuestras miradas chocaron. Se acercó a mí. Sentí como los miedos se iban y había una barrera que prohibía que vuelvan a estar. Él me había salvado, otra vez. Sus ojos oscuros me vieron de pies a cabeza, examinando cada estado.

— ¿Estás bien? —preguntó.

Yo asentí levemente, sin articular palabra alguna. No podía hacerlo, no podía explicar lo que sentía en esos momentos.

—Gracias—me mordí el labio.

Él asintió mientras las comisuras de sus labios se elevaban lentamente, hasta formar una sonrisa.

—Tienes el don de salvarme—sonreí, incómoda, al principio. Cuando vi que se rio todo mi mundo se dispuso a la tranquilidad y a ese pequeño movimiento.

—Y tú de tener problemas cada vez que estoy cerca.

— ¿Por qué lo haces?

Él frunció levemente el ceño.

—No soy una persona si hubiese visto esa escena y no hubiese hecho nada—retomó.

—Lo sé, pero, ¿en el restaurante? ¿Por qué? Pudiste venir conmigo pero te quedaste. Cuando estábamos en la calle y el mismo hombre apareció hiciste algo muy parecido—dije, frunciendo en ceño—. No lo entiendo, no me conoces.

Él me analizó de pies a cabeza, haciendo que me tense un segundo. Se encogió de hombros.

—Pensé que eso me ayudaría a poder conocerte y darle más sentido a ésta conversación.

Me quedé un instante viendo su cuello. Era lo que estaba delante de mis ojos.

—Creo                 que debemos entrar.

Estábamos delante de la escuela sin darnos cuenta.

—Espera—se paró en seco—. ¿Qué piensas de mi atuendo?

Yo sonreí un segundo y luego lo miré. Llevaba unos jeans y una camiseta negra, con el número 5 en verde oscuro.

—Aprobado—me encogí de hombros.

Entramos a la escuela y la alegría estaba en el rostro de todas las personas aquí. En la parte de arriba se bailaba y en la de abajo estaban todos los juegos. Y definitivamente me quedaría en la de los juegos. ¿Finn y yo bailando? Jamás.

—Ojalá no te aburras—Finnegan se puso las manos en sus bolsillos. Yo lo imité.

—Bella está con su cita por aquí—comenté—, si lo hago, tengo una segunda opción.

—Y dime, ¿con que juego empezamos? —se relamió los labios.

—El quinto—señalé el salón en donde estaba—. Se juega de a dos—bajé la mano y lo miré, sonriendo—. Tienes que sacar todas las manzanas del balde y ponerlas a un lado.

—Como el típico juego, es fácil—se encogió de hombros.

—Sí—asentí—. Pero el perdedor recibe una torta.

— ¿Además premio?

—En la cara—sonreí.

La sonrisa en su rostro se borró.

—No sé por qué, pero eso me dice que tengo que jugarlo—susurró—. Ve a saludar a Bella y te espero en la entada del juego.

Black and WhiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora