Capítulo 22
Me senté en un taburete de la cocina y los observé a ambos. Una calma interior me vino al oler el café de todos los días.
—Tengo que hablar con ustedes—murmuré.
Ambos me miraron con el ceño fruncido. Sí, nunca les había dicho esas palabras a mis padres. Y Dios, sí que tenía ganas de desmayarme ahora.
— ¿Qué pasó, linda? —preguntó mi madre—. ¿Te sientes bien?
—Sí.
Entonces, les conté todo. Desde la llegada de Finn, hasta el bosque. Y créanme que no conté como me sentía. Digo, ¿qué les puedo decir? Es que, Dios, me encanta. Mamá, papá, me gusta un lobo negro, en serio, no sé cómo explicarlo. ¿Entienden?
Sí, claro.
Ambos me miraron, se miraron y luego miraron otra vez.
—Después de esto no creo que me pueda sorprender otra cosa—murmuró mi padre.
—Lo siento.
—No sé que decirte—dijo mi padre—. Magui, nunca me preparé para esto. Y si, nadie se prepara para ser padres, pero nunca…
— ¿Están tristes? —pregunté.
—Estamos decepcionados, Magui, decepcionados—habló mi madre.
Y sentí un nudo en el estómago inmenso. Le había dicho lo mismo s Finnegan una vez, y el dolor aumentaba.
—Te enseñamos a que no mintieras y…
—Estás castigada—interrumpió mi madre—. Tiempo indefinido. Sin computadora, televisión, celular, internet, salidas, Bella, Jack, nada.
Asentí, de todas formas, me lo merecía.
— ¿Sabías que las hermanas Golight murieron? —preguntó mi padre—. Son lobas blancas del sur, te has hablado con ellas, ¿verdad?
Asentí nuevamente.
—Bueno, estoy seguro que no fue suicidio.
—Hey…—intervino mi madre.
—Los lobos negros están en la ciudad y traman algo. No es que, cuando pase tu castigo, te dejaremos enjaulada en la casa. Pero, no podemos confiar en ti luego de esto.
—Les prometo que…
—No, Magui, necesito que actúes como debes—dijo mi madre—. Quieres ser adulta, pero te comportas como una niña.
—Cuando pase tu largo castigo, confiaremos en ti—dijo mi padre—. ¿Juras que contarás todo?
Asentí.
Pasó un mes. Un maldito mes de castigo, no aguantaba más. Finnegan no iba a la escuela hace semanas. Sería mentira que diga que la primer semana me habló. No lo hizo, solo me miraba, lo sentía. Y sentía que Bella y Jack estaban involucrados.
Estaba en el pasillo, los alumnos iban y venían, y Finn estaba en diagonal a mí. Levanté la vista. Él estaba hablando con Sally, pero, ella hablaba sola. La ignoró y me miró a los ojos. Tenía una mirada extraña, tal vez suplicante. Miré al piso y lo ignoré, lo más que pude.
Me senté en mi cama mientras Jack estaba escribiendo en su portátil y Bella leyendo el libro de la materia. Estábamos en casa, haciendo el trabajo de Biología. Era imposible concentrarme, sin embargo lo logré.
—Hace días no veo a Ian, sus padres se fueron de viaje—dijo Bella.
— ¿De viaje? —pregunté.
—Dejen de hablar de Ian—murmuró Jack, con la vista pegada a la pantalla.
Ambas lo miramos y luego hablamos entre nosotras.
—Mi padre tampoco sabe, creo que murieron y por eso está tan raro—ella frunció el ceño.
— ¿Ya son novios? —preguntó Jack.
— ¿Qué te molesta? —inquirió Bella.
—No lo veo con novia—Jack se encogió de hombros.
—Y a ti tampoco—contraatacó Bella.
—Cállense, me duele la cabeza—mentí.
—Necesitamos salir, los tres—habló Bella, luego de unos segundos.
—Estoy castigada.
—Hace un mes—habló ella—. Y Dios, es una eternidad.
Rodeé los ojos.
—Tu madre debe de estar cansada de jugar a las cartas contigo—añadió Jack.
—Ya basta—rio Bella.
—Es la verdad—él la miró.
—Gracias—murmuré.
—Convenceré que te saque el castigo y listo.
Bella se paró y abrió la puerta de la habitación. Noté como bajaba las escaleras hasta dirigirse hacia la cocina.
— ¿Crees que lo hará? —preguntó Jack, escribiendo en la computadora.
—Sería un milagro del Señor.
Luego de diez minutos, Bella entró a la habitación.
— ¿Por qué tardaste? —preguntó Jack.
—Tuve que llamar a tu mamá—se sentó.
— ¿Para qué? —la cara de él era épica.
—Dos contra uno, ya sabes—suspiro—. Mañana, en The Smurfs, ¿qué dicen?
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Black and White
WerewolfTres manadas: los blancos, los negros y los mestizos. Dos lobos diferentes por fuera, pero comparten cosas en común. Un amor surgió y eso ocasionó varios problemas. Los mestizos hablan. Magui Dudley, con dieciséis años de edad, conoce a Finnegan Mc...