Capítulo 3

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Capítulo 3

Me quedé paralizada unos segundos. Bella, Finn y yo éramos los únicos en la librería. Nos matarían a todos. La voz de Finn interrumpió mis pensamientos de lo dolorosa que será mi muerta.

—Escóndete atrás—me susurró detrás.

—No dejaré a Bella sola—dije lo obvio.

—Como quieras—murmuró.

Finn pasó un trapo sobre mi boca, haciendo que no pueda emitir sonido alguno. Traté de moverme, pero no pude. Me  sorprendí demasiado. Mi fuerza era más que la de los demás. Era obvio, yo era una loba. Pero esto no funcionó con Finn. Me sujetó y me llevó hacia una puerta, sin emitir ningún tipo de sonido. Me adentró al pequeño armario de limpieza y él se colocó en frente de mí, evadiendo cualquier tipo de espacio entre nosotros. Me sonrojé por un momento.

—Quédate aquí y no grites—dijo—, iré por Bella.

Salió del armario y yo me quité el trapo atado de mi boca. Traté de abrir la puerta pero estaba  cerrada con llave, cualquier tipo de forcejeo no me abriría la puerta. Lo odio. Ahora Bella estaba afuera y sola. Era una pésima amiga, y la única forma de salir de aquí es convertirme. Pero sería una especie de suicidio para todos los lobos del mundo.

Me arrodillé para ver por el agujero de la puerta, pero no tuve mucha suerte. Lo único que veía era el mostrador donde antes estaba McQueen. Finn… ese maldito de Finnegan. Lo odio.

Se escucharon unos golpes a lo que traté de ver de vuelta por el agujero, pero no vi absolutamente nada. Finn abrió la puerta y se colocó en la misma posición de antes. Estaba sonriendo, y yo estaba incómoda.

— ¿Qué haces? —pregunté—.¿Dónde está Bella?

—Relajándose—se encogió de hombros y luego volvió a sonreír—. Deberías seguir sus pasos, estás un poco histérica y alterada.

Me quedé boquiabierta. ¿Cómo se atrevía a llamarme histérica y alterada? En cierto punto, era cierto, pero vamos, ¡él es el que me altera aquí!

—Cerdo—dije.

—Cerda—dijo, sonriendo. Me estaba empezando a enojar.

—Inútil.

—Torpe.

—Infeliz.

—Idiota.

— ¡Eres un maldito puerco! —repliqué.

Finn rio y dijo—: No te puedo seguir diciendo cosas feas, sos demasiado inocente, linda.

Él abrió la puerta y se dirigió hacia el mostrador.

—Inocente tú abuela—susurré y repartí mi vista por toda la librería. Por fin encontré a Bella viendo los libros.

— ¿Estás bien? ¿Te pasó algo? —le pregunté, acercándome.

—Sí, ¿por? —preguntó confundida.

—Por los ladrones, tenían cuchillos…—su cara de confusión era extrema. Tenía el ceño fruncido y la menor idea de lo que hablaba—. ¿No los viste?

Ella negó y Finn se acercó a nosotras.

—Señoritas—dijo, y en la cara de Bella posó nuestra bolsa con los libros. Se acercó a mi oído y susurró—: te veo el lunes.

Me incomodé tanto que o me di cuenta de que ya estábamos fuera de la librería.

— ¿En serio no viste nada? —le pregunté por décima vez a Bella. Era sumamente extraño todo esto, en verdad me alteraba demasiado.

Black and WhiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora