Capítulo 18
La voz de Finn se tensó, o tal vez to lo yo lo hice. No lo sé, pero, al escuchar esas palabras, un calor insoportable se dirigió a mi rostro.
Él lo soltó, y Hamilton se fue tambaleando, sin mirar atrás. Tal vez eso me cegaba, porque cada vez que hablaba lo hacía. Solo podía escuchar su voz y confiar en él a toda costa. Porque eso hacía. Porque algo estaba Finn. Al principio, él era una persona totalmente concentrada, desde sentimientos a expresiones corporales. Pero, ahora, McQueen era controlado, pero no era tan fácil. Se ponía nervioso, preguntaba demasiado y me miraba diferente. Y, seguramente, todo esto es por el beso. Y yo solo me repetía eso.
Se acercó a mí, hasta quedar a unos metros. Me inspeccionó con la mirada, tratando de ver si algo andaba mal. Si algo era diferente. Pero no, seguro que no. No por fuera, porque por dentro las cosas estaban terriblemente fuera de orden.
— ¿Estás bien? —preguntó.
—Sí.
— ¿Te tocó?
— ¿A qué te refieres con eso? —me estaba confundiendo cada vez más y más.
—No lo entenderías.
Alcé ambas cejas.
— ¿Disculpa?
—La inocencia—rio—. ¿Te dijo algo?
—Nada que te interese.
—Me interesa si se trata de ti.
Lo miré a los ojos por una milésima de segundos. Pero, yo quería hacerlo más. Pero, algo pasó. Él la corrió. Entendí. Si Finn seguía coqueteando conmigo estaría siendo hipócrita. Coquetea, me besa, se arrepiente y me coquetea nuevamente. ¿En qué estamos, McQueen?
—Lo siento—murmuró, mirando al suelo.
Asentí, pero luego caí en la cuenta de que él no podía verme. Levantó la mirada, tratando de encontrar una respuesta.
—No tienes que disculparte—hablé.
—Pues, lo hice.
—Finn…
—Magui—interrumpió—. Lo siento, ¿si? Lamento ser tan diferente a veces.
—Gracias—murmuré.
— ¿Por? —frunció el ceño.
—Por esto, por Hamilton—me trabé—. Por todo.
Él me miró una vez más, sin comprender. Pero, si no fuera por él, un Hamilton ebrio me hubiese matado. O torturado.
— ¿Por qué sigues hablándome? —preguntó, exasperado—. Después de todo, me hablas mejor cada día.
Me encogí de hombros.
—No hiciste nada malo—sonreí.
No podía creer que estaba diciendo. Pero, lo sentía. Sentía que él era así, y que la gente tenía que ser como es. Sin máscaras, ni disfraces. Y por eso me atraía. Una de las cuantas cosas.
Estás mal.
—No pareces desesperada por conseguir novio—bromeó.
—Yo creo que una mujer puede vivir con o sin hombres, tal vez mejor—sonreí.
— ¿Vivirías mejor sin mí? —alzó una ceja.
—Yo no dije eso.
— ¿Estás diciendo que soy importante para ti?
Me entremecí.
—No.
—Claro que sí.
—Dije que no.
—Soy importante para ti.
—No.
—Pues, a mí si me importas—dijo Finn.
Me mordí el labio.
—Lo estás haciendo de vuelta—miré hacia el suelo.
—Necesitaba decirlo—murmuró.
Sentí unos pasos acercarse, pero él era el único aquí. Entonces su cuerpo se apegó al mío y me llamó, para que lo mirara.
—No hagas como que no existe, por favor—susurró.
Y entonces me besó.
Una semana más tarde, Finn y yo nos comportamos como siempre. Mi confianza y gustos hacia el aumentó, todo lo bueno. Porque me gustaba y quería admitirlo, pero no lo hice. Porque, no estaba segura que yo también le gustara. Y porque cada vez que lo veía me congelaba y observaba cada facción de su rostro como si fuera única e inigualable, porque lo son.
A pesar de todo, sentía que no estaba completa. Porque nada más pasaba entre nosotros. Porque todas las noches recordaba ese beso sin poder vivirlo nuevamente.
Porque Bella y yo estábamos peleadas.
Jack se acercó a mí, algo nervioso y pálido. Más de lo usual. Decían que la felicidad solo dependía de vos mismo, y cuando lo hace, es porque vas en buen camino. Y me sentía feliz. Feliz por sentirme más segura yo misma. Feliz porque sabía que iba en buen camino.
Jack se acercó a mí y noté como una leve brisa lo hacía temblar, y su piel se volvió como la de una gallina.
—Magui—me llamó—, tengo que decirte algo.
Fruncí el ceño. ¿Tan importante era? ¿Quién murió?
Pero, lo que yo no sabía, era que una parte de mí iba a estar muerta esta noche.
— ¿Qué? —me acerqué a él.
—No me creerías.
—Sos mi…
—No—interrumpió—lo creerías.
Asentí, tratando de comprender. Pero no lo hacía.
—Escuché una charla en el baño de hombres—dijo.
Reí, ya que él era hombre. Pero, Jack me ignoró, siguiendo pálido y continuando con la historia.
—Era Finn—me miró. Me paralicé por completo al escuchar su nombre, que definitivamente no encajaba en la charla—. Hoy, en el bosque, luego de clases. Te mostraré algo, por favor, ven.
Asentí, confusa.
Estaba segura que hoy, en el bosque, luego de la escuela, descubriría uno de los secretos de Finn. Y eso era lo que me aterraba. Porque, si se trataba de él, sabía perfectamente que los problemas se avecinaban.
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Black and White
Hombres LoboTres manadas: los blancos, los negros y los mestizos. Dos lobos diferentes por fuera, pero comparten cosas en común. Un amor surgió y eso ocasionó varios problemas. Los mestizos hablan. Magui Dudley, con dieciséis años de edad, conoce a Finnegan Mc...