¡Hola a todos!
Primero que nada: Lo siento, multiplicado por infinito.
Sé que dije que el maratón sería el 21, pero ayer no lo pude subir. Pero, ¿qué más da? ¡Aquí está!
No nos leeremos para navidad, así que...
¡Les deseo la mejor de las navidades y que la pasen con las personas que más quieren en el mundo!
Disfruten el maratón,
Camila.
Capítulo 9
— ¿Es una broma? —pregunté, sonriendo.
—No—se encogió de hombros, al borde de la risa. Hay que admitir que Finn se sabe contener cuando quiere—. Tú no tienes pareja y yo tampoco. Mis amigos si la tienen y no vendré solo.
— ¿Tienes amigos? —arrugué la nariz, bromeando.
—Pues que bien estamos hoy…
—Si tú dices—sonreí.
—Entonces, ¿vienes conmigo? —no parecía una pregunta.
Me crucé de brazos. No sé por qué ésta situación me daba risa. Ah, sí. ¿Cómo se me olvidó? Finnegan McQueen me estaba invitando a salir. ¿Y eso? Me puse nerviosa, nadie nunca me había invitado a salir. Y, ¿él me invita? Nunca en la vida hubiese pensado eso.
—No—sonreí.
—Vamos—exclamó—. Mira, no soy insistente. Pero, soy nuevo y, ¿a qué chico no le gustaría ir a la primera fiesta de la pobre escuela para mirar a chicas? Además, no seré el idiota solitario. Siempre es mejor la compañía.
Suspiré y tiré la cabeza hacia atrás.
—Finnegan, tienes un don infernal para cagarla—dije, sin mirarlo a los ojos. Se escuchó una pequeña risa de parte de él—. ¿Lo sabías, señor “mirador de chicas”?
—Hace tiempos legendarios que lo hago—me sonrió.
Ambos reímos unos segundos y luego lo miré.
—Yo sé que quieres ir y yo también—siguió—. Y también me visto bien, tienes que admitirlo.
Eso es verdad. Llevaba una camisa lisa azul marino y unos jeans negros. Normal, pero bien. Me id media vuelta y me encaminé hacia la puerta.
— ¡Eso lo veremos mañana! —exclamé.
— ¿Entonces eso es un sí? —me gritó.
—Sí.
— ¿Te recojo?
—Ni se te ocurra—sonreí, aunque no me podía ver.
El gran problema eran mis padres. ¿Me dejarían salir? Ok, tendría que pensar mejor las cosas antes de organizar las cosas. Entré a mi casa y estaba mi padre sentado en una silla frente a la mesa, leyendo el diario.
Dios, has que digan que sí.
—Hola—lo saludé y le di un beso en la mejilla.
—Hola, linda—me sonrió, dejando de leer—. ¿Cómo te fue hoy?
—Un 8 en la evaluación de matemática—comenté, mientras que me servía un poco de jugo en el vaso.
— ¿Y por qué no un 10? —bromeó.
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Black and White
Kurt AdamTres manadas: los blancos, los negros y los mestizos. Dos lobos diferentes por fuera, pero comparten cosas en común. Un amor surgió y eso ocasionó varios problemas. Los mestizos hablan. Magui Dudley, con dieciséis años de edad, conoce a Finnegan Mc...