Capítulo 40

217 15 1
                                    

¡Hola a todos! 

Sé que tal vez quieran asesinarme por subir esto tan corto, pero es que en serio son los últimos capítulos y...no sé. Pero no me maten.

Ojalá pueda escribir dentro de un rato. 

Nos leemos, 

Camila C.

Capítulo 40

 

Tres días. Me estaba empezando a desesperar, y de una manera notable.

— ¿No salió de su casa? ¿A caso este hombre no ve el sol? —me exasperé. 

Bran suspiró.

—Creo que tengo una idea, pero es algo arriesgada.

—Todo lo que piensas es arriesgado—bromeó Debby, jugando con una cinta. Sonreímos.

En cierto sentido, todos estábamos asustados y no nos quedaba otra más que ponernos nerviosos. Bella estaba concentrada mirando fijamente un punto. Eso es lo que hacíamos todos, queríamos que una idea nos venga a la cabeza, y la necesitábamos ahora.

—Peter se va de la casa un día a las cuatro o cinco de la tarde—soltó Bran, después de un rato.

Nos lo quedamos mirando.

—Pero…hay algo—gimió al correrse para delante—. Es el treinta y uno.

Hubo un silencio aterrador, la cara de todos era épica, pero era como una película de terror. Todos estábamos asustados, como con ganas de parar y no arrancar más. Me pasé las manos por la cara y me hundí en ellas.

—Dios—susurré con ganas de llorar.

Alcé la mirada y nadie miraba a nadie, todos con la vista hacia abajo, sufriendo en silencio.

—Es nuestra última oportunidad—susurró Maite, pero la voz se le cortó al final.

Asentí.

— ¿Y si él no tiene el papel? ¿Y si es un suicidio que no vale la pena? —preguntó Bella.

Jack se encogió de hombros.

—Si morimos, lo haremos de todas formas—suspiró—. O en el bosque o en la casa.

Mucha gente hablaba de su muerte, de una manera inconsciente, tal vez. No le tomaban cierta importancia si la cosa iba con humor. Pero, en mi mente, pensaba cosas aterradoras. Que ellos mueran, que mi familia muera, que mis amigos mueran, que Finn muera. Que yo muera. Pues, nunca lo tomé al natural porque, lógicamente, la vida es lo único que tenemos.

—Tiene razón—apuntó Robb, devastado—. Somos ocho, más sus padres, más nuestros aliados. Podemos vencerlos, sólo hay que ser más inteligentes.

—Podemos hacer un plan, va a haber guardias, pero podemos vencerlos, y más si hay gente convertida—dijo Debby.

—Tal vez lo mejor sea ver que da…—musitó Maite.

—No—la detuvo Finn—, no podemos quedarnos de brazos cruzados.

—Creo que tengo algo—hablé, después de un silencio.

Todos me miraron esperanzados, haciendo que mi pulso se acelere.

Gemí en medio de la oscuridad, tomando mi celular y entrecerrando los ojos, acostumbrándome a la tenue luz. Las seis de la madrugada en el treinta y uno de diciembre. Lo apagué y lo coloqué arriba de la mesita de luz. Miré hacia el techo.

Black and WhiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora