Capítulo Diecinueve: El loco mundo de Azhar

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Capítulo Diecinueve: El loco mundo de Azhar.

Azhar.


Llego al inodoro a tiempo para dar largas arcadas que me hacen contraer el abdomen y sentir dolor mientras los ojos me lagrimea. Uno, dos, tres y finalmente comienzo a vomitar líquido blanquecino sin parar, cuando parece que ni siquiera me queda bilis para devolver, me arrastro hasta la pared e intento aplacar los escalofríos que me recorren. El cuerpo me duele y noto en los brazos moretones con un patrón circular al que no le encuentro sentido.

Sé que es imposible, pero en este momento siento mis venas heladas, cómo si algo frío me recorriera, me arde, siento que me quema y que mi cuerpo es pesado. Algo está sucediendo.

Sudor frío me recorre la frente y los escalofríos llegan con rapidez ¿Qué me pasa? La cabeza me duele y también la planta de uno de los pies el cual no dudo en levantar, encontrando una venda en el que con cautela y la mano temblorosa retiro poco a poco y lo que encuentro me paraliza momentáneamente: una sutura de al menos cinco puntadas en el centro de la planta.

—Oh, Dios mío —mascullo con la garganta lastimada.

Finalmente he llegado al punto del miedo, no puedo negar que esto me está superando, no lo entiendo. Hay algo mal conmigo y ahora conozco el verdadero terror de reconocer que no sé lo que me sucede, qué posiblemente esto es mucho más grande que yo ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo retomo el poco control que tuve antes en mi vida?

Acomodo el vendaje y cómo puedo, sintiéndome demasiado débil, me levanto apoyándome de la pared. Todo me da vueltas, siento mis articulaciones de una manera extraña y destellos aparecen en mi mente: risas, chapoteos, gritos, "ella no lo sabrá" "ella no recordará", manos, toques, roces... Me estremezco y los dientes me castañean mientras el corazón se me acelera. Mis pulmones se cierran y siento que el aire no está entrando lo suficiente.

—A-A-Ayu... —mi voz suena lejana— da...Ayu...da.

No puedo respirar, el pecho me duele y lo próximo que sé es que estoy en el suelo con dolor en el cuerpo, todo se tambalea cómo si hubiese un terremoto y luego no estoy viendo nada porque mis ojos ruedan hacia atrás, pero escucho voces. Todo tiembla, duele y un sonido extraño sale de mí.

— ¡Azhar! —Alguien grita— ¡Priscila! Llama a emergencia, Azhar está convulsionando.

Mi mente deja de ser mía, el cuerpo me duele, se siente cómo recibir descargas eléctricas y algo húmedo invade mi boca. Me estoy ahogando, no puedo respirar.

—Toma su lengua para que no se ahogue —grita alguien— ¡Haz eso Shaina!

»Soy Priscila Abramson y quiero reportar una emergencia, mi compañera está teniendo una convulsión y ¡No sabemos que mierda hacer!

Me desconecto, sufro, duele, me ahogo y se siente cómo algo eterno cuando vuelvo en mí y siento en el cuerpo leve sacudidas. Mis pulmones obtienen aire, pero no puedo moverme, me duele.

— ¿Azhar? Soy Shaina ¿Puedes escucharme? Deberías estar bien, emergencia ya llegará pronto.

No me muevo, no abro los ojos, no hablo. Solo estoy ahí por un largo tiempo hasta que las voces se múltiple. Soy alzada, Priscila le grita a Shaina que no es momento de un ataque de pánico y luego le está diciendo que se quede mientras ella viene conmigo.

Tal vez debí presentir que esto no era un inicio, esto era tan solo un desarrollo para algún tipo de desenlace para el que no estaba preparada.

Ahí, con los ojos cerrados y un dolor que no puedo llegar a comprender, el cuerpo temblando y los dientes castañeando un destello de alguna ilusión o el recuerdo de una voz aparece en mi cabeza.

El Rostro de una MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora